En los ritos propiamente de la confirmacin lo

En los ritos propiamente de la confirmación, lo primero es la llamada y acogida, que podríamos llamar la presentación. El párroco llama a los que van a ser confirmados. Si son pocos puede hacerlo a cada uno con su nombre. Si son bastantes, de modo global. Y los presenta ante el obispo (o su delegado). Es como la llamada de la Iglesia para una misión importante.

El obispo pregunta si han sido preparados dignamente. A lo que el párroco responde afirmativamente y el obispo lo acepta. Se entiende que el párroco debe decir la verdad y que por lo tanto aquellos confirmandos están adecuadamente preparados.

Sea el acto dentro de la misa o sea fuera de ella, habrá alguna lectura sagrada para estimularnos y para que comprendan los confirmandos que la Iglesia les acoge con su palabra y con su amor. El soldado no está solo; debe estar unido a un ejército. Después de las lecturas quien va a administrar el sacramento tiene una alocución.

Quien va a recibir el sacramento de la confirmación va a hacer ahora un serio compromiso de cumplir unos deberes. Va a necesitar mucha ayuda para poder defender la fe y vencer a los enemigos del alma. Dios no quiere hacer cosas extraordinarias si nosotros no cooperamos cumpliendo las obligaciones emanadas del sacramento. Para ayudar al confirmando en esos deberes está el padrino o madrina.

Para la confirmación normalmente suele haber un solo padrino o una sola madrina. Hoy se aconseja, si es posible, que sea el mismo padrino o madrina del bautismo para que se vea más la unidad entre estos dos sacramentos. Este padrino o madrina es como el representante de la ayuda de la comunidad.

El hecho es que quien se confirma tiene unos grandes deberes: 1) Debe cumplir las promesas del bautismo. Alguno puede decir que cuando se bautizó, era muy pequeño y no prometió nada. Pero resulta que en la confirmación se renuevan esas promesas de forma solemne. Y por lo tanto ya se compromete a guardar esas promesas.

Estas promesas del bautismo quizá las hemos renovado en varias circunstancias: en el sábado santo y el día de la primera comunión entre otras. En la confirmación se renuevan de modo especial, pues no sólo son discípulos de Cristo, sino que van a ser sus soldados. Por lo tanto deben renunciar a todo lo que signifique ser enemigo de Cristo y de la Iglesia.

2) Otro deber es: no avergonzarse de Jesucristo. Esto porque hay jóvenes, y confirmados, que se avergüenzan de Jesucristo o de los deberes cristianos. No avergonzarse es lo elemental para ser testigo de Jesucristo. Por encima del respeto humano, debe cumplir con las prácticas externas de todo buen católico, como es el ir a misa los domingos.

Hay otras prácticas externas, como procesiones o llevar algún signo cristiano, que no son necesarias, aunque pueden ser convenientes según los ambientes. Pero el confirmado siempre debe manifestar el amor y la caridad, como principales signos de nuestra fe. Como obligación, además de la misa los domingos, debe recibir la comunión al menos una vez al año. Y se entiende que también la confesión, si comprende que no está en gracia de Dios.

3) Otro deber es mirar positivamente por el honor de Jesucristo. Contribuir con lo que dice el Padrenuestro: que el nombre de Dios sea santificado, que reine su amor en el mundo y que todos cumplamos la voluntad de Dios cumpliendo sus mandamientos. Se trata de llevar a los hermanos lo que han vivido ante el altar al recibir la confirmación.

Au- to- má- ti- co

a todos nuestros hermanos lo tenemos que llevar.

Lo que hemos visto y oído, lo vivido ante el altar.

profetas y misioneros,

Lo que hemos visto y oído, lo vivido ante el altar,

a todos nuestros hermanos lo tenemos que llevar.

Lo que hemos visto y oído, lo vivido ante el altar. Hacer CLICK

Después que los confirmandos han renovado sus promesas, el obispo extiende sus manos para orar por aquellos que van a ser confirmados, pidiendo sobre todo la venida del Espíritu Santo, que venga con sus dones.

Y comienzan a pasar los que van a ser confirmados, uno por uno. El obispo, o su delegado, hace en la frente de cada uno la señal de la cruz, ungiéndole con el santo crisma, al mismo tiempo que le pone la mano sobre la cabeza. La señal de la cruz es la bandera que va a defender el nuevo soldado de Cristo.

Esta señal de la cruz hecha en la frente es como un signo de cuando se imprimía, por ejemplo a esclavos con hierro candente una señal para que no se pudiera borrar. La señal de la confirmación es espiritual, que sólo se puede ver con la fe, como lo es el carácter sacramental.

En el bautismo se hace también una unción con el crisma, significando que se han incorporado a Cristo, que es el Ungido. Pero la unción de la confirmación es la incorporación a Cristo adulto, vencedor del mal. Y quien se confirma es ungido como se ungían los reyes. Así lo hizo Samuel con el rey David.

O como se ungían los sacerdotes: así lo hizo Moisés con Aarón. O como se ungían los profetas, como hizo Elías con Eliseo.

Automático Como se ungían los reyes, profetas y sacerdotes,

Señor, tu me has ungido

Yo te pertenezco con todo mi ser:

Mi cuerpo y mi alma tuyos son.

Yo te pertenezco con todo mi ser:

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La unción en la frente significa que el confirmado no debe avergonzarse de confesar públicamente la fe de Cristo. Santo Tomás de Aquino explicaba esta unción en la frente para significar que se robustecían para la lucha espiritual y para que muestren su condición de cristianos como los apóstoles cuando recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés.

Santo Tomás de Aquino sigue explicando que hay dos cosas que impiden al hombre la libre confesión de Cristo: el temor y la vergüenza. El signo de estas dos cosas aparece en la frente: el que teme palidece y el que se avergüenza enrojece. Por la unción en la frente se desea que ni por el temor ni por la vergüenza deje de confesar el nombre de Cristo.

Se hace la señal en forma de cruz para señalar que el confirmado queda señalado con la señal de Cristo en cuya milicia ingresa. Se hace con la mano, no con un instrumento, para significar mejor la proximidad. Y se hace al mismo tiempo que la imposición de manos para que sea unión entre lo primitivo y lo nuevo, uniendo todos los símbolos.

Termina este rito de la administración del sacramento a cada uno dando la paz. El obispo le dice “la paz sea contigo”; y el ya confirmado responde: “y con tu espíritu”. Y hasta no hace muchos años el obispo le daba a cada confirmado una palmadita o una especie de cachetito, que muchos no sabían para qué era.

Muchos creían que ese cachetito, que era como una pequeña bofetada, era para que el nuevo confirmado, que ya es soldado de Jesucristo, sienta el vigor necesario para la lucha espiritual en la vida. En realidad no era eso.

Esta especie de cachetito era simplemente un recuerdo de la caricia que el obispo hacía cuando comenzó la costumbre de dar la confirmación a niños pequeños. Era el saludo especial para un niño pequeño. No iban a darle un abrazo ni apretón de manos.

Pero cuando comenzaron a confirmarse personas mayores, siguió la costumbre como si fuese un verdadero rito en la confirmación, sin saber la mayoría de personas porqué lo hacía el obispo.

Al final, quien ha administrado el sacramento de la confirmación extiende las manos sobre el pueblo y dice (de esta manera o parecida): “Padre de bondad, confirma lo que has realizado en nosotros y conserva en el corazón de tus hijos los dones del Espíritu Santo para que no se avergüencen de dar testimonio de Cristo crucificado y movidos por la caridad cumplan sus mandamientos. Por Jesucristo N. S. ”

Esto es porque desgraciadamente muchos se olvidan de lo que han recibido. Todos los que recibimos este sacramento, quizá siendo niños pequeños, al asistir a algún sacramento de la confirmación, es bueno que repasemos todo lo que Dios nos ha dado para que actuemos en consecuencia.

Por todas las cosas que nos da o nos ha dado Dios en la confirmación debemos darle gracias. Quizá fuimos confirmados de muy pequeños. Ahora que hemos tenido la oportunidad de conocer mejor estas gracias, reconozcamos la amistad de Jesucristo y por todos estos dones le demos gracias.

Gracias, Señor, por tu amistad, Automático

Gracias, Señor, por tu amistad,

gracias, Señor, gracias de verdad.

Que mi vida ilumine y ayude a los demás.

Gracias, Señor, por tu amistad,

gracias, Señor, por mi confirmación.

Gracias, Señor, por tu amistad,

Con María, la Madre. AMÉN