Universidad Nacional de las Artes Doctorado en Artes

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Universidad Nacional de las Artes Doctorado en Artes Seminario propedéutico Sociología del Arte Alicia

Universidad Nacional de las Artes Doctorado en Artes Seminario propedéutico Sociología del Arte Alicia Romero, Marcelo Giménez 14. 06. 2017

Problemáticas del arte contemporáneo Sociología del are 1: Arte y territorio • Conceptualizaciones de

Problemáticas del arte contemporáneo Sociología del are 1: Arte y territorio • Conceptualizaciones de arte en las dimensiones mundialregional-local • Percepción e imaginación del territorio • Discurso artístico y pensamiento territorial • Arte y regionalidad en Latinoamérica contemporánea 1: Cartografías artístico-sociales contemporáneas • Conceptualizaciones de arte, sociología y sociología del arte • Cartografías de la diversidad artística: lo regional y lo local en un mundo globalizado • Civilización visual y culturas estéticas • Territorios artístico-sociales en Latinoamérica 2: Arte y performance • Los conceptos de arte-acción-performatividad • Arte y transdisciplinaridad: la perfomance contemporánea como transgénero • Performance y participación • Arte y performance en Latinoamérica contemporánea 2: Práctica artística, discursos y percepciones • Modos de hacer, acciones y actores en el dominio artístico contemporáneo • Performances artísticas y transdisciplina en la sociedad actual • Comunidad, sociedad y participación en artes • La práctica artística en América Latina contemporánea 3: Arte y proyecto • Perspectivas interdisciplinares en la relación arte-proyecto • Del oficio y de la técnica al medio, el dispositivo y más allá • Proyectos en las artes colaborativas • Arte y proyectos en Latinoamérica contemporánea 3: Aspectos institucionales en el trabajo del arte • El artista como trabajador. Patrocinios oficiales y privados • Valor de uso y valor de cambio en los procesos de producción, distribución y consumo • Perspectivas interdisciplinares en la relación arte-mercado y arte-medios • La institución artística en Latinoamérica contemporánea 4: Arte y Complejidad • Conceptos de arte y de complejidad • Arte y traducción: relación del arte con los desarrollos tecno-científicos y las pertenencias socio-culturales • La complejidad que instaura la práctica artística participativa 4: Arte, democracia y tecnociencia • Sociedades, artes, ciencias y tecnologías • Artes y desarrollos tecnocientíficos en la sociedad actual • Biopolítica, gobierno y gobernabilidad • Cómo vivir juntos en América Latina contemporánea

Atilio A. Boron* Tras el búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo

Atilio A. Boron* Tras el búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo, 2000 CLACSO-Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Prólogo: http: //biblioteca. clacso. edu. ar/clacso/se/20100614111339/traselbuho. pdf “En una de las metáforas más bellas de la historia de la filosofía Hegel decía, en el párrafo conclusivo de su "Prefacio" a la Filosofía del Derecho, que el búho de Minerva despliega sus alas al anochecer. La teoría y la filosofía, simbolizadas en el búho de Minerva, siempre llegan tarde; sólo se constituyen como conocimiento una vez que la vida real de las sociedades produjo los acontecimientos y las circunstancias que motivan la reflexión del teórico y del filósofo. De ahí que Hegel estableciese un contrapunto inspirado en las palabras pronunciadas por Mefistófeles en el Fausto de Goethe: los tonos grises de la reflexión filosófica son siempre un pobre reflejo del verde árbol de la vida. Este libro asume con humildad y realismo la sabiduría contenida en las palabras de Hegel acerca del inevitable retraso del pensamiento en relación al ser, de las ideas en su conexión con la realidad social. Pero simultáneamente ratifica la centralidad de la tesis onceava sobre Feuerbach en la cual Marx establece que la misión de la filosofía, y por extensión de la teoría social y política, no puede agotarse en la mera contemplación del mundo sino que su deber es transformarlo. La teoría tiene, por lo tanto, una función prometeica: la liberación del género humano de todas sus cadenas. Como conocimiento está condenada a "llegar tarde" y a reflexionar sobre lo ya existente, pero como creadora de utopías que presionan incesantemente sobre la frontera de lo posible la teoría puede anticiparse a los hechos históricos y ser ella misma el precipitante ideal de los mismos. Parafraseando a Hegel podríamos decir que en la oscuridad del capitalismo contemporáneo el búho de Minerva también percibe con claridad los contornos de una nueva sociedad de hombres y mujeres libres, emancipados de las cadenas que los ataban a toda forma de explotación y opresión. Una sociedad que, al decir de Marx, deja atrás la prehistoria y que al realizar su humanidad comienza a escribir su propia historia. ” Buenos Aires, 8 de octubre de 2000 *Atilio Alberto Borón (1943, Buenos Aires, Argentina) es un politólogo y sociólogo argentino, doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard

CIENCIAS SOCIALES http: //definicion. de/ciencias-sociales/ Las ciencias sociales agrupan a todas las disciplinas científicas

CIENCIAS SOCIALES http: //definicion. de/ciencias-sociales/ Las ciencias sociales agrupan a todas las disciplinas científicas cuyo objeto de estudio está vinculado a las actividades y el comportamiento de los seres humanos. Las ciencias sociales, por lo tanto, analizan las manifestaciones de la sociedad, tanto materiales como simbólicas. De ahí que, por ejemplo, de manera general sea frecuente que se utilice el término ciencias sociales como sinónimo de ciencias humanas. Podría decirse que estas ciencias estudian aquello que no es incumbencia de las ciencias naturales. Las personas tienen conciencia y la capacidad de desarrollar representaciones abstractas que influyen en su comportamiento. Por eso la interacción social está regida por diversas reglas y normas supuestas; las ciencias naturales, en cambio, trabajan con objetos fácticos y utilizan el método científico con mayor rigurosidad. Las ciencias sociales, en general, no pueden postular leyes universales. En la actualidad tenemos que subrayar que las ciencias sociales se han convertido en parte fundamental de la educación en cualquier país. (…) un claro ejemplo de ello, es la Universidad de Buenos Aires que cuentan con una Facultad propia de Ciencias Sociales. En ella se estudian carreras tales como Trabajo Social, Ciencias de la Comunicación, Sociología, Ciencia Política o Relaciones de Trabajo, entre otras. (…) en Salamanca también existe la Facultad de Ciencias Sociales. UAM-Xochimilco Doctorado en Ciencias Sociales. Área: Sociedad y Territorio http: //dcs-sociedadyterritorio. ning. com/ Las ciencias sociales pueden dividirse en aquellas dedicadas al estudio de la evolución de las sociedades (arqueología, historia, demografía), la interacción social (economía, sociología, antropología) o el sistema cognitivo (psicología, lingüística). También puede hablarse de las ciencias sociales aplicadas (derecho, pedagogía) y de otras ciencias sociales agrupadas en el genérico grupo de las humanidades (ciencias políticas, filosofía, semiología, ciencias de la comunicación). Cabe destacar que las ciencias sociales pueden estudiar las intenciones declaradas y conscientes de las personas, pero también el comportamiento observado. El antropólogo Claude Lévi-Strauss, el filósofo y politólogo Antonio Gramsci, el filósofo Michel Foucault, el economista y filósofo Adam Smith, el economista John Maynard Keynes, el psicoanalista Sigmund Freud, el sociólogo Émile Durkheim, el politólogo y sociólogo Max Weber y el filósofo, sociólogo y economista Karl Marx son algunos de los principales científicos sociales de los últimos siglos.

“En el pensamiento clásico, aquello para lo cual existe la representación y que se

“En el pensamiento clásico, aquello para lo cual existe la representación y que se representa a sí mismo en ella, reconociéndose allí como imagen o reflejo, aquello que anuda todos los hilos entrecruzados de la ‘representación en cuadro’, jamás se encuentra presente él mismo. Antes del fin del siglo XVIII, el hombre no existía. Como tampoco el poder de la vida, la fecundidad del trabajo o el espesor histórico del lenguaje. Es una criatura muy reciente que la demiurgia del saber ha fabricado con sus manos hace menos de doscientos años. ” FOUCAULT, Michel. 1966. Les mots et les choses. Une archéologie des sciences humaines. Paris: Gallimard. Versión castellana: Las palabras y las cosas. Trad. : Elsa Cecilia Frost. 2° ed. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003, p. 300. “… reconforta y tranquiliza el pensar que el hombre es sólo una invención reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecerá en cuanto éste encuentre una forma nueva. […] lo que se ofrece al análisis arqueológico es todo el saber clásico o, más bien, ese umbral que nos separa del pensamiento clásico y constituye nuestra modernidad. En este umbral apareció por primera vez esa extraña figura del saber que llamamos el hombre y que ha abierto un espacio propio a las ciencias humanas. Al tratar de sacar a la luz este profundo desnivel de la cultura occidental, restituimos a nuestro suelo silencioso e ingenuamente inmóvil sus rupturas, su inestabilidad, sus fallas; es él el que se inquieta de nuevo bajo nuestros pies. ” (Foucault 1966 [2003: 9 -10]). William Blake Albion Rose (tb. Glad Day o The Dance of Albion), ca. 1796 Aguafuerte, retoques a mano en tinta y acuarela, 26. 5 x 18. 8 cm London, The British Museum “Sabemos bien que la Historia es el dominio más erudito, más informado, más despierto, más encumbrado quizá de nuestra memoria; pero es también igualmente el fondo del que se generan todos los seres y llegan a su centelleo precario. ” (Foucault 1966 [2003: 215]).

“Para algunos autores la distinción, por ejemplo, entre Ciencias Sociales y Ciencias Humanas es

“Para algunos autores la distinción, por ejemplo, entre Ciencias Sociales y Ciencias Humanas es más o menos arbitraria. Así, para Lévi-Strauss la propia expresión de Ciencias Sociales contiene un pleonasmo, ya que, al declararse "sociales" dan a entender que se ocupan del hombre y, lógicamente, si son humanas en principio, son automáticamente "sociales"; por eso, opina que el criterio de distinción entre Ciencias Sociales y Humanas es solamente de orden práctico (1). Piaget expone que "no sería posible mantener ninguna distinción de naturaleza entre lo que se denomina a menudo 'ciencias sociales' y las llamadas 'ciencias humanas’, ya que es evidente que los fenómenos sociales dependen de todos los caracteres del hombre, incluidos los procesos psicofisiológicos, y que, recíprocamente, las ciencias humanas son todas ellas sociales en alguno de sus aspectos" (2). Otros autores no identifican Ciencias Sociales y Ciencias Humanas. En los estudios realizados por la UNESCO, las Ciencias Sociales se definen como aquellas ciencias que estudian y analizan hechos objetivos de la sociedad, mientras que las Ciencias Humanas analizan los productos elaborados por la inteligencia humana y por tanto son más subjetivas (3). (…) A las humanidades les interesan ante todo los contenidos de la cultura, y cargan el acento, por consiguiente, sobre el tesoro de logros, de adquisiciones, de obras, a través de las cuales el individuo humano ha cumplido a lo largo de la historia, el proceso de autoformación que lo convierte en un ser espiritual, en un ser de cultura. . . En cambio, las ciencias sociales hacen objeto de su estudio a la organización de la vida colectiva, atienden a las estructuras sociológicas dentro de las cuales y mediante las cuales se cumple aquel proceso de creación cultural y de autoformación recién aludido» (4). Dichas estructuras sociológicas, por supuesto, son también creaciones del hombre y pertenecen igualmente al mundo de la cultura, de modo que lo sociológico no puede desligarse en absoluto de lo cultural. Pero las Ciencias Sociales, según F. Ayala, se ocupan sobre todo de la organización de la convivencia humana y no tanto de los valores de cultura que están implícitos en esa organización (5). En resumen, como dice Duverger, "las ciencias sociales se encuentran todavía divididas por graves conflictos que conciernen a su mismo objeto y noción « (6). María Elisa González-Moro Zincke, Jesús Caldero Fernández Las ciencias sociales: concepto y clasificación Zamora: Escuela Universitaria de Formación del Profesorado (p. 68 -69) 1. LLOPIS, C. y CARRAL, C: Las Ciencias Sociales en el aula. Madrid, Narcea, 1982, pág. 17. 2. PIAGET, J. : "La situación de las ciencias del hombre dentro del sistema de las ciencias", en Piaget, J. y otros: Tendencias de la investigación en las Ciencias Sociales. Madrid, Alianza -Universidad, 1976, págs. 44 -45. 3. LLOPIS, C. y CARRAL, C: Ob. cit. , pág. 17. 4. AYALA, F. : Introducción a las Ciencias Sociales. Madrid, Aguilar, 1981, págs. 3 -4. 5. Ibidem, pág. 4. 6. DUVERGER, M. : Métodos de las Ciencias Sociales. Barcelona, Ariel, 1981, pág. 18.

María Elisa González-Moro Zincke, Jesús Caldero Fernández Las ciencias sociales: concepto y clasificación Zamora:

María Elisa González-Moro Zincke, Jesús Caldero Fernández Las ciencias sociales: concepto y clasificación Zamora: Escuela Universitaria de Formación del Profesorado (p. 69 -70) Según Duverger la distinción de las Ciencias Sociales no se ha realizado sobre una base lógica, sino empírica: según la formación originaria de los investigadores (historiadores, filósofos, economistas, juristas, etc. ) o según la naturaleza de las técnicas empleadas en la investigación (demográficas, lingüísticas, tecnológicas, históricas, etnológicas, etc. ). Por esta causa, toda clasificación racional de las Ciencias Sociales tiene un carácter bastante artificial (1). Duverger distingue entre Ciencias Sociales particulares y Ciencias Sociales globales. Las primeras estudian un determinado aspecto particular de los grupos sociales y las segundas el conjunto de los aspectos de uno o varios grupos. Dentro de las Ciencias Sociales particulares establece dos categorías: la Geografía Humana y la Demografía, que estudian fundamentalmente la estructura exterior de los grupos, su morfología. A las demás Ciencias Sociales particulares, que analizan más bien el funcionamiento de los grupos y su estructura interna, las denomina sociologías particulares; dentro de éstas incluye: la Ciencia económica, la Ciencia política, la Sociología jurídica, la Sociología religiosa, la Sociología moral y la Sociología del arte. Esta lista no la considera, no obstante, completa ni limitativa. Dentro de las Ciencias Sociales globales distingue tres categorías: -la Sociología de los grupos elementales e intermedios, que comprende la Sociología familiar, la Sociología de los pequeños grupos y la Sociología de los grupos intermedios. -la Sociología de las colectividades, en donde incluye la Etnología, la Sociología de las naciones y de las colectividades supranacionales. -la Sociología general que abarca la Sociología general histórica o relativa y la Sociología general sistemática. 1. DUVERGER, M. : Métodos de las Ciencias Sociales. Ob. cit. , pág. 56.

María Elisa González-Moro Zincke, Jesús Caldero Fernández Las ciencias sociales: concepto y clasificación Zamora:

María Elisa González-Moro Zincke, Jesús Caldero Fernández Las ciencias sociales: concepto y clasificación Zamora: Escuela Universitaria de Formación del Profesorado (p. 68 -69) Piaget proporciona una clasificación de las Ciencias Sociales que, según Paoli Bolio, tiene la doble ventaja de organizar el conocimiento y de incluir una serie de disciplinas relativamente recientes (1). Piaget establece cuatro tipos de Ciencias Sociales: ciencias nomotéticas, históricas, jurídicas y filosóficas. Denomina ciencias nomotéticas aquellas disciplinas que intentan establecer leyes (2). Por tanto, una característica propia de las ciencias nomotéticas es la elaboración o la búsqueda de leyes. A esta característica se suman otras dos fundamentales: la utilización de métodos de experimentación y la tendencia a dirigir las investigaciones sólo sobre pocas variables a la vez. A las ciencias históricas, Piaget, las define como aquellas disciplinas que tienen por objeto reconstruir y comprender el desarrollo de todas las manifestaciones de la vida social a través del tiempo. Para él, la Historia abarca todo aquello que tiene importancia para la vida colectiva, tanto en sus sectores aislados como en sus interdependencias. «Las disciplinas jurídicas constituyen un mundo aparte, dominado por los problemas de normas. . . de modo que una 'ley‘ en el sentido jurídico del término es un sistema de obligaciones y atribuciones» (3) Es decir, una norma se distingue por su misma obligatoriedad de las relaciones más o menos generales buscadas por las ciencias nomotéticas bajo el nombre de "leyes". Lo propio de una norma es prescribir un cierto número de atribuciones y de obligaciones que siguen siendo válidas aun en el caso de que el sujeto las viole o no haga uso de ellas. Entre las ciencias jurídicas y las demás no existe una delimitación perfecta. Por ejemplo, la Historia del derecho, en tanto que historia de las instituciones jurídicas, no es ya una disciplina normativa, sino un análisis de realidades que han sido admitidas como normas por las sociedades consideradas, siendo para el propio historiador del derecho unos hechos históricos más. Esta dualidad de puntos de vista entre lo que es norma para el sujeto y lo que es hecho para el observador se presenta aún con más claridad, por ejemplo, en la Sociología jurídica, cuyo objeto es analizar los hechos sociales relacionados con la constitución y el funcionamiento de las normas. El grupo de las disciplinas filosóficas Piaget lo considera difícil de clasificar, debido a que entre los autores que se dedican a ellas reina cierto desacuerdo respecto al alcance, la extensión e incluso la unidad de las ramas que conviene reunir bajo este término. Lo que sí es cierto, es que la filosofía se propone alcanzar una coordinación general de los valores humanos. Las disciplinas que incluye cada grupo, según la clasificación de Piaget, son las siguientes: "Nomotéticas del hombre: Antropología cultural, Sociología, Psicología, Estética experimental, Lingüística, Economía política y Econometria, Demografía, Cibernética, Lógica simbólica, Epistemología científica, Historia (cuando busca explicación de las sucesiones históricas). Históricas: Historia, Filología y Crítica literaria. Jurídicas: Derecho. Filosóficas: Moral, Metafísica, Teoría general del conocimiento“ (4). 1. PAOLI BOLIO, F. : Las Ciencias Sociales. México, Trillas, 1984, p. 72. 2. PIAGET, J. : "La situación de las ciencias del hombre dentro del sistema de las ciencias". Ob. cit. , p. 46. 3. PIAGET, J. : Epistemología de las ciencias humanas. Buenos Aires, Proteo, 1972, p. 171. 4. PAOLI Bono, F. : Las Ciencias Sociales. Ob. cit. , p. 72.

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9°

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9° edición en español) Bajo el patrocinio de la Fundación Calouste Gulbenkian un grupo de diez investigadores (seis de las Ciencias Sociales, dos de las Ciencias Naturales y dos de las Humanidades) coordinados por Immanuel Wallerstein (director del Fernand Braudel Center de la Universidad de Binghamton) ), se dieron a la tarea de escribir un informe sobre la constitución de las Ciencias Sociales y su evolución encara al nuevo milenio. Abrir las Ciencias Sociales es el resultado de dos años de continuo debate en el que la Comisión Gulbenkian (creada en 1993) para la restructuración de la Ciencias Sociales expone dos momentos históricos en el desarrollo de las disciplinas sociales (génesis e internacionalización) y finaliza con una serie de recomendaciones (programa de reforma) que desde el punto de vista de los autores reestructuraría inteligentemente las Ciencias Sociales sin dejar de lado su historia y debates recientes. Los participantes del Informe de la Comisión Gulbenkian fueron: Immanuel Wallerstein (New York, 1930) sociólogo estadounidense, Calestous Juma (Kenia, 1953) investigador en la aplicación de la ciencias y tecnología al desarrollo sustentable, Evelyn Fox Keller (New York, 1936) física y feminista estadounidense, Jurgen Kocka (Haindorf, 1941) historiador alemán, Dominique Lecourt (Paris, 1944 - ) filósofo y editor francés, Valentin-Yves Mudimbe (Likasi, RDC, 1941) filósofo y escritor congoleño, Kinhide Mushakoji (Japón, 1929) especialista en relaciones internacionales, Ilya Prigogine (Moscú, 1917 -2003 Región de Bruselas Capital, Bélgica) físico y químico ruso, Peter J. Taylor (Tring, Hertfordshire, 1944) geógrafo inglés y Michel-Rolph Trouillot (Haiti, 1949 -2012, Chicago) antropólogo e historiador. “La idea de que podemos reflexionar de forma inteligente sobre la naturaleza de los seres humanos, sus relaciones entre ellos y con las fuerzas espirituales y las estructuras sociales que han creado, y dentro de las cuales viven, es por lo menos tan antigua como la historia registrada. Son los temas que se examinan en los textos religiosos recibidos y también en los textos que llamamos filosóficos, aparte de la sabiduría oral transmitida a través de las edades, que a menudo en algún momento llega a ser escrita. (…) buena parte de esa sabiduría es resultado de una selección inductiva de la plenitud de la experiencia humana en una u otra parte del mundo en periodos larguísimos (…)“ p. 3. “Lo que hoy llamamos ciencia social es heredera de esa sabiduría, pero es una heredera distante (…) porque la ciencia social se definió conscientemente a sí misma como la búsqueda de verdades que fueran más allá de esa sabiduría recibida o deducida. La ciencia social es una empresa del mundo moderno; sus raíces se encuentran en el intento, plenamente desarrollado desde el siglo XVI y que es parte inseparable de la construcción de nuestro mundo moderno, por desarrollar un conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica (…) Scientia, que significaba simplemente conocimiento. “ p. 4 “Finalmente en el inicio del siglo XIX el triunfo de la ciencia fue consagrado por la lingüística: el término ciencia (. . . ) pasó a ser identificado principalmente (y a menudo exclusivamente) con la ciencia natural (…). Porque había empezado a estar claro que la lucha epistemológica sobre qué era conocimiento legítimo ya no era solamente una lucha sobre quién controlaría el conocimiento sobre la naturaleza (para el siglo XVIII estaba claro que los científicos naturales habían ganado los derechos exclusivos sobre ese campo) sino sobre quién controlaría el conocimiento sobre el mundo humano” p. 7

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9°

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9° edición en español) La presión por la transformación política y social [provocada por la revolución francesa] había adquirido una urgencia y una legitimidad que ya no resultaba fácil contener mediante la simple proclamación de teorías sobre un supuesto orden natural de la vida social. (…) para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario estudiarlo y comprender las reglas que lo gobernaban. No sólo había espacio para lo que hemos llegado a llamar ciencia social, sino que había una profunda necesidad social de ella. (p. 11). La creación de las múltiples disciplinas de ciencia social fue parte del intento general del siglo XIX de obtener e impulsar el conocimiento “objetivo” de la “realidad” con base en descubrimientos empíricos (lo contrario de la ”especulación”). Se intentaba “aprender” la verdad, no inventarla o intuirla. (…). Lo primero que debemos observar es dónde se produjo esa institucionalización. La actividad en la ciencia social durante le siglo XIX tuvo lugar principalmente en cinco puntos: Gran Bretaña, Francia, las Alemanias, las Italias y Estados Unidos. (…) Hasta hoy, la mayor parte de las obras del siglo XIX que todavía leemos fueron escritas en esos cinco países. La segunda cosa que debemos observar es que en el curso del siglo se propusieron (…) diversos conjuntos de nombres de “temas ” o “disciplinas”. (…) para la primera guerra mundial había una convergencia (…): historia, economía, sociología, ciencia política y antropología. (p. 16 -17) Portada de Germán Montalvo Nació en México, en 1956. Estudió diseño gráfico en la Scuola del Libro, Società Umani¬taria, en Milán, Italia. Trabajó durante diez años en la Imprenta Madero, bajo la dirección de Vicente Rojo. A partir de 1988, ejerce su profesión de manera independiente y realiza diseños para varias instituciones culturales de México

“O la sociología sirve como instrumento capaz de apoyar cambios de tipo político o

“O la sociología sirve como instrumento capaz de apoyar cambios de tipo político o no me interesa como profesión. ” Fechadas en 1971, las palabras de Juan Carlos Portantiero señalan un halo y una tensión que han seguido a la carrera de Sociología durante las cinco décadas de historia que, en este 2007, celebra en la Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales (FSOC) – UBA - Sede principal: Santiago del Estero 1029 (Constitución, CABA, Argentina) http: //www. sociales. uba. ar/? page_id=8960 La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se creó el 7 de septiembre de 1988. La integran, desde allí, las carreras de Trabajo Social, Sociología, Ciencia Política, Relaciones de Trabajo y Ciencias de la Comunicación. Antiguamente, algunas de estas carreras dependían del Rectorado y se dictaron en La Facultad de Derecho o en en la Facultad de Filosofía y Letras según la época (Trabajo Social se creó en 1946, Sociología en 1957, Relaciones del Trabajo en 1978, Ciencias de la Comunicación en 1985 y Ciencia Política en 1986) A lo largo de sus casi 30 años, Sociales se convirtió en una de las facultades con mayor matrícula estudiantil, alcanzando los 25. 000 estudiantes, cerca de 2. 000 docentes y más de 300 trabajadores universitarios, en sus dos sedes. La Facultad tiene, a su vez, más de 2. 000 estudiantes de posgrado cursando sus cinco maestrías, Doctorado en Ciencias Sociales y cursos de perfeccionamiento. En materia de investigación, por la cantidad de proyectos acreditados y becas, es la cuarta en capacidad dentro de la UBA y dispone de dos reconocidos institutos de investigaciones ―el Gino Germani y el Instituto de Investigaciones de América Latina y el Caribe―, además del Centro de Estudios e Investigación en Relaciones del Trabajo (CEIRET), Centro de Producción e Investigación Audiovisual (CEPIA), Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (COPES) y el Laboratorio de Análisis Ocupacional (LAO). Cuenta con dos publicaciones regulares y un conjunto de proyectos y actividades de extensión y relación activa con la comunidad, entre las cuales se destaca el Programa de Fortalecimiento de Organizaciones Sociales y Comunitarias.

En 1957, en el marco de una profunda renovación social y cultural, la Facultad

En 1957, en el marco de una profunda renovación social y cultural, la Facultad de Filosofía y Letras, a través del Rector Risieri Frondizi, se abocó a una amplia reforma curricular, que desembocaría en la creación de carreras como las de Psicología, Sociología y Ciencias de la Educación. Posteriormente se agregarían las carreras de Antropología e Historia del Arte http: //www. uba. ar/noticia/11286 "Los graduados muchas veces hemos pedido públicamente la creación de una carrera de Sociología, en un país donde esos estudios están en pañales y donde son reemplazados con mucha frecuencia por informaciones empíricas, gratuitas o tendenciosas y completamente alejadas del verdadero espíritu científico. “. Minutos después de que un representante de los graduados en el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA) hablara así, el cuerpo aprobó por unanimidad la creación de la carrera de Sociología ―que se convertía en la primera del país―, junto con las de Psicología y Ciencias de la Educación. Era el 14 de marzo de 1957 y las tres carreras quedaron bajo la órbita de la Facultad de Filosofía y Letras. Hasta entonces, Sociología era sólo una asignatura obligatoria para los estudiantes de Filosofía e Historia, dictada por Gino Germani, considerado uno de los fundadores de la carrera y cuyo nombre lleva hoy un Instituto de Investigaciones de la institución. Luego la carrera pasó a depender de Rectorado, hasta que en 1988 se crea la Facultad de Ciencias Sociales, a la cual hoy pertenece; hoy allí la disciplina muestra su especialización a partir de los objetos de estudio que construyen sus cátedras y sus proyectos de investigación: sociología urbana, rural, laboral, de género, de la cultura, de la familia, de la religión, de la salud, entre otros. Véase: NOÉ, Alberto. 2007. «Gino Germani y la institucionalización de la Carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (1955 -1966)» . Trabajo y Sociedad. Indagaciones sobre el trabajo, la cultura y las prácticas políticas en sociedades segmentadas (Santiago del Estero: Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Santiago del Estero) Nº 9, vol. IX, Invierno. http: //www. unse. edu. ar/trabajoysociedad/Noe. pdf Gino Germani nació en Roma, en 1911. Tras haber estado preso en Italia bajo el régimen fascista de Mussolini, en 1934 se radicó en Argentina, donde estudió filosofía y desarrolló una actividad política comprometida con la lucha contra el fascismo. A partir de 1955 se desempeñó como docente en la UBA en materias relacionadas con la sociología, y en 1957 fue designado como Dir. del Instituto y la Carrera de Sociología, creada ese mismo año. Desde allí, Germani fundó en el país una línea de estudios alrededor de temas que no habían sido abordados hasta el momento; entre otros tópicos se ocupó de analizar la estructura social, los procesos de modernización y secularización y la vida política de la sociedad moderna; haciendo de su trabajo un aporte teórico y metodológico de singular riqueza. Algunas de sus obras más emblemáticas son Estructura social de la Argentina (1955) y Política y sociedad en una época de transición (1962). En 1966, tras el golpe de Estado, deja el país para ser profesor de Estudios latinoamericanos en Harvard; en 1975 se traslada a Italia para trabajar en la Universidad de Nápoles y muere pocos años más tarde en Roma, en 1979.

A la par de la editorial Eudeba y el Instituto Di Tella, Sociología fue

A la par de la editorial Eudeba y el Instituto Di Tella, Sociología fue una de las instituciones centrales en la renovación cultural y académica argentina de los ’ 60. Y, junto a la carrera de Psicología, también fue protagonista de la modernización y los llamados “años dorados” de la UBA. Resultado de un proceso colectivo que reunió la acción del movimiento estudiantil reformista, el peso individual de Gino Germani y del rector José Luis Romero, el nacimiento de la carrera en la UBA se concretó en 1957 Por Javier Lorca https: //www. pagina 12. com. ar/diario/universidad/10 -82357 -2007 -03 -27. html La creación fue aprobada un 14 de marzo por el Consejo Superior. “Para que Sociología sea aprobada, por la fuerte oposición de la derecha católica, surgió una estrategia, en que Sociología apareció inmersa en un paquete de tres carreras que se crearon juntas: una fue Psicología, la otra la nueva versión de Pedagogía, que se convirtió en carrera de Ciencias de la Educación, todo eso se hizo junto, pero sobre todo Sociología y Psicología. Gino Germani era muy consciente de que Sociología sola no pasaba, porque iba a haber una resistencia bastante grande”, recordó Alberto Noé, sociólogo y autor del libro Utopía y desencanto. Creación e institucionalización de la Carrera de Sociología de la UBA. La carrera germinó bajo un clima antiperonista y con un perfil cientificista, pero pronto comenzó a cobijar un pensamiento nacional, apoyado en el ensayismo. “Después de la caída del peronismo, en un contexto de auge de las ideas desarrollistas y las relaciones con Estados Unidos, el resultado no deseado de ese proceso fue la aparición de la carrera de Sociología, con un pensamiento crítico que contribuyó a crear un clima cultural revulsivo”, dice Marcelo Langieri, (sociólogo) secretario académico de la carrera. Sociología comenzó a vivir entonces una progresiva radicalización política de sus estudiantes y docentes, incluida una resignificación del fenómeno peronista. “Se podía hablar científica y críticamente de los problemas que estaba viviendo la sociedad, fue una institución que tuvo enorme relevancia en la creación de un pensamiento autónomo argentino y latinoamericano –cuenta Rubinich (Sociólogo y dir. de la Carrera de Sociología-UBA entre 2004 -2010)–. Fue un centro más que significativo de formación de cuadros intelectuales que en los años siguientes iban a pensar un nuevo mundo. ” Risieri Frondizi (Posadas, 1910 -1985) filósofo y antropólogo argentino. Co-fundador de la UNT: en 1937 crea el Dto. de FFy. L. Rector de la UBA entre 1957 y 1962. http: //digital. bl. fcen. uba. ar/

https: //www. pagina 12. com. ar/diario/ Exilios. Memorias del terrorismo de Estado 25/3 -13/8/2017

https: //www. pagina 12. com. ar/diario/ Exilios. Memorias del terrorismo de Estado 25/3 -13/8/2017 Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. . Clavel del aire. . . Artistas: Elba Bairon, Tomas Espina, Carolina Magnin, Máximo Pedraza universidad/10 -82357 -2007 -03 -27. html Por esas mismas razones, sufrió especialmente las intervenciones de la UBA en 1966 y en 1974, cuando sobrevino lo que se conoce como “la universidad de las catacumbas”. Literalmente, Sociología pasó bajo tierra los años de la última dictadura: las clases fueron trasladadas a los sótanos de la Facultad de Derecho, tras un periplo edilicio que, desde su creación, pasó por Viamonte 430 e Independencia 3065, sedes de la Facultad de Filosofía y Letras, la Ciudad Universitaria a principios de los ’ 80, hasta pasar a depender de la Facultad de Ciencias Sociales, fundada en el ’ 88. Poco antes, recuperada la democracia, se había normalizado la UBA. Así recordó esos años Mario Margulis, entonces director de la carrera: “Durante mi gestión, entre 1986 y 1988, pudimos contribuir a la reconstrucción de la carrera después de su profundo deterioro acaecido en los años del Proceso. Entre las experiencias más positivas creo que interesa recordar el esfuerzo colectivo realizado para generar un nuevo plan de estudios. Esto se logró con una tónica pluralista y mediante una comisión curricular integrada por los tres claustros. Después de un año de elaboración, consultas, discusiones y asambleas, pudo aprobarse por unanimidad el plan que todavía está en vigencia” Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Marzo 2016

La Noche de los Bastones Largos : 29 de julio de 1966 El día

La Noche de los Bastones Largos : 29 de julio de 1966 El día anterior a la recordada noche se había decretado la ley Nº 16. 912 que ponía fin a la autonomía universitaria de la Universidad de Buenos Aires y la colocaba, por primera vez, bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación. Frente a esto, autoridades, docentes, estudiantes y graduados decidieron ocupar la sede del Rectorado y las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas y Naturales, Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina. La Noche de los Bastones Largos fue el desalojo por parte de la Dirección General de Orden Urbano de la Policía Federal Argentina, de dichas facultades, tomadas por estudiantes, profesores y graduados, en oposición a la decisión del gobierno militar de intervenir las universidades y anular su régimen de gobierno. Ese 26 de junio de 1980 está en la memoria más horrible de la Argentina y escribo esto pensando una vez más en todo el dolor que todavía nos deben. Propongo recordar lo sucedido. Propongo que imaginemos aquel 26 de junio de aquel 1980. Día frío y gris, pero no llueve. La acción en Sarandí, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A corta distancia de lo que entonces se llamaba Capital Federal, vemos que de un gran depósito sobre las calles O’Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) entran y salen camiones cargados de libros. Son veinticuatro toneladas de libros. En silencio, suboficiales, soldados y policías vacían lentamente el depósito bajo las escrutadoras severas miradas de oficiales del Ejército Argentino, algunos muy jóvenes. Entre 1958 y 1966 había sido gerente general de Eudeba (la Editorial de la Universidad de Buenos Aires) y la había colocado en el pináculo de la consideración pública por sus colecciones de extraordinaria calidad y cuidado a precios populares Hasta que la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio del ’ 66, junto con centenares de profesores e investigadores, Spivacow fue forzado a abandonar Eudeba y la universidad. (…). Allí, una vez descargados libros –posiblemente un par de millones de ejemplares– un valiente oficial habrá dado la marcial y ceremoniosa orden de prenderles fuego. “Procedan”, habrá dicho con firmeza y yo imagino que sin inmutarse, sin culpa alguna, sin siquiera darse cuenta de la atrocidad que cometía en ese instante miserable. Así se quemaron esos libros, aquel 26 de junio de 1980, y con ellos se quemaron años de saber, de cultura, de investigaciones, de sueños y ficciones y poesías. Y se quemó una parte esencial de la Argentina más hermosa, incinerada por la Argentina más horrenda y criminal. El expediente judicial –informan ahora amigas y amigos que han guardado intacta la memoria de esa jornada ominosa– dice que aquel día estuvieron presentes allí algunas personas de la editorial: el fotógrafo Ricardo Figueiras, Amanda Toubes, Alejandro Nociletti, Hugo Corzo y el propio Boris Spivacow. Me cuesta imaginarlos, ahora. Pero no los veo llorando sino concentrados y serios, dignos y elocuentes en su silencio atronador. Los veo observando con dolor a las bestias de uniforme que cumplían esa orden infame que algún oficial de alta graduación, algún oscuro dictador habría dispuesto en algún oscuro lugar del poder. Pero no veo que ninguno de ellos baje o desvíe la mirada. Como si supieran que algún día y en una democracia, aunque plena de imperfecciones, esos libros amados iban a renacer de entre las cenizas. https: //www. pagina 12. com. ar/diario/contratapa/13 -223045 -2013 -06 -26. html

Línea de Tiempo. Fernando Goin 7 de julio-7 de septiembre de 2016 A través

Línea de Tiempo. Fernando Goin 7 de julio-7 de septiembre de 2016 A través del programa Arte en la Ciudad se inauguro el mural “Línea de Tiempo”, de Fernando Goin, artista argentino. El mismo fue emplazado sobre la pared lateral de la Iglesia de San Francisco, en Defensa y Alsina. La obra es un dispositivo de lectura cronológica de la Historia Argentina, desde la elección de Hipólito Yrigoyen a través del sufragio universal en 1916, hasta la actualidad. La línea de tiempo se configura como un dispositivo de lectura visual por color, sobre las democracias y dictaduras en el país. Cuenta con un gran potencial poético/didáctico que ofrece una mirada analítica alternativa sobre gran parte de la Historia del Siglo XX y parte del Siglo XXI, referida principalmente a la intolerancia para sostener los procesos democráticos.

Immanuel Wallerstein* (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9°

Immanuel Wallerstein* (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9° edición en español) Bajo el patrocinio de la Fundación Calouste Gulbenkian un grupo de diez investigadores (seis de las Ciencias Sociales, dos de las Ciencias Naturales y dos de las Humanidades) coordinados por Immanuel Wallerstein (director del Fernand Braudel Center de la Universidad de Binghamton) ), se dieron a la tarea de escribir un informe sobre la constitución de las Ciencias Sociales y su evolución encara al nuevo milenio. Abrir las Ciencias Sociales es el resultado de dos años de continuo debate en el que la Comisión Gulbenkian (creada en 1993) para la restructuración de la Ciencias Sociales expone dos momentos históricos en el desarrollo de las disciplinas sociales (génesis e internacionalización) y finaliza con una serie de recomendaciones (programa de reforma) que desde el punto de vista de los autores reestructuraría inteligentemente las Ciencias Sociales sin dejar de lado su historia y debates recientes. Los participantes del Informe de la Comisión Gulbenkian fueron: Immanuel Wallerstein (New York, 1930) sociólogo estadounidense, Calestous Juma (Kenia, 1953) investigador en la aplicación de la ciencias y tecnología al desarrollo sustentable, Evelyn Fox Keller (New York, 1936 - ) física y feminista estadounidense, Jurgen Kocka (Haindorf, 1941) historiador alemán, Dominique Lecourt (Paris, 1944 - ) filósofo y editor francés, Valentin-Yves Mudimbe (Likasi, RDC, 1941 - ) filósofo y escritor congoleño, Kinhide Mushakoji (Japón, 1929) especialista en relaciones internacionales, Ilya Prigogine (Moscú, 1917 -2003 Región de Bruselas Capital, Bélgica) físico y químico ruso, Peter J. Taylor (Tring, Hertfordshire, 1944 - ) geógrafo inglés y Michel-Rolph Trouillot (Haiti, 1949 -2012, Chicago) antropólogo e historiador. “La idea de que podemos reflexionar de forma inteligente sobre la naturaleza de los seres humanos, sus relaciones entre ellos y con las fuerzas espirituales y las estructuras sociales que han creado, y dentro de las cuales viven, es por lo menos tan antigua como la historia registrada. Son los temas que se examinan en los textos religiosos recibidos y también en los textos que llamamos filosóficos, aparte de la sabiduría oral transmitida a través de las edades, que a menudo en algún momento llega a ser escrita. (…) buena parte de esa sabiduría es resultado de una selección inductiva de la plenitud de la experiencia humana en una u otra parte del mundo en periodos larguísimos (…) “p. 3. “Lo que hoy llamamos ciencia social es heredera de esa sabiduría, pero es una heredera distante (…) porque la ciencia social se definió conscientemente a sí misma como la búsqueda de verdades que fueran más allá de esa sabiduría recibida o deducida. La ciencia social es una empresa del mundo moderno; sus raíces se encuentran en el intento, plenamente desarrollado desde el siglo XVI y que es parte inseparable de la construcción de nuestro mundo moderno, por desarrollar un conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica (…) Scientia, que significaba simplemente conocimiento. “ p. 4 “Finalmente en el inicio del siglo XIX el triunfo de la ciencia fue consagrado por la lingüística: el término ciencia (. . . ) pasó a ser identificado principalmente (y a menudo exclusivamente) con la ciencia natural (…). Porque había empezado a estar claro que la lucha epistemológica sobre qué era conocimiento legítimo ya no era solamente una lucha sobre quién controlaría el conocimiento sobre la naturaleza (para el siglo XVIII estaba claro que los científicos naturales habían ganado los derechos exclusivos sobre ese campo) sino sobre quién controlaría el conocimiento sobre el mundo humano” p. 7 * 1930, Nueva York, Estados Unidos: sociólogo y científico social estadounidense. Principal teórico del análisis de sistema-mundo.

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9°

Immanuel Wallerstein (coord. ) Abrir las Ciencias Sociales, 1996 México, Siglo XXI, 2006 (9° edición en español) La presión por la transformación política y social [provocada por la revolución francesa] había adquirido una urgencia y una legitimidad que ya no resultaba fácil contener mediante la simple proclamación de teorías sobre un supuesto orden natural de la vida social. (…) para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario estudiarlo y comprender las reglas que lo gobernaban. No sólo había espacio para lo que hemos llegado a llamar ciencia social, sino que había una profunda necesidad social de ella. (p. 11). La creación de las múltiples disciplinas de ciencia social fue parte del intento general del siglo XIX de obtener e impulsar el conocimiento “objetivo” de la “realidad” con base en descubrimientos empíricos (lo contrario de la ”especulación”). Se intentaba “aprender” la verdad, no inventarla o intuirla. (…) Lo primero que debemos observar es dónde se produjo esa institucionalización. La actividad en la ciencia social durante le siglo XIX tuvo lugar principalmente en cinco puntos: Gran Bretaña, Francia, las Alemanias, las Italias y Estados Unidos. (…) Hasta hoy, la mayor parte de las obras del siglo XIX que todavía leemos fueron escritas en esos cinco países. La segunda cosa que debemos observar es que en el curso del siglo se propusieron (…) diversos conjuntos de nombres de “temas ” o “disciplinas”. (…) para la primera guerra mundial había una convergencia (…): historia, economía, sociología, ciencia política y antropología. (p. 16 -17) Portada de Germán Montalvo Nació en México, en 1956. Estudió diseño gráfico en la Scuola del Libro, Società Umani¬taria, en Milán, Italia. Trabajó durante diez años en la Imprenta Madero, bajo la dirección de Vicente Rojo. A partir de 1988, ejerce su profesión de manera independiente y realiza diseños para varias instituciones culturales de México

 «La noción de que la ‘sociología’ (en particular, del arte y la cultura)

«La noción de que la ‘sociología’ (en particular, del arte y la cultura) y la ‘antropología’ (social, cultural, etnoestética, etc. ), así como la historia o la semiótica del arte, sean disciplinas separadas y autónomas es en la actualidad indefendible desde un punto de vista teórico, epistemológico e incluso ideológico: hoy ya no es posible diferenciar claramente los ‘objetos’ de estudio específicos de esas disciplinas, sino a lo sumo distinguir, relativamente, entre estrategias de construcción de tales objetos…» GRÜNER, Eduardo. 2015. Programa de la asignatura Sociología y Antropología del Arte, FFy. L, UBA. Eduardo Grüner (30. 09. 1946) es Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Fue Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y Profesor titular de Sociología y Antropología del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras, de Teoría Política en la Facultad de Ciencias Sociales, ambas de dicha Universidad. http: //www. fundacionkonex. org/b 2595 -eduardo-grner

Howard Becker Para hablar de la sociedad la sociología no basta Trad. : Hugo

Howard Becker Para hablar de la sociedad la sociología no basta Trad. : Hugo Salas. Buenos Aires, Siglo veintiuno, 2015 Tit. or. : Telling about sociology. Chicago: The University of Chicago, 2007 “Este nunca fue un proyecto de investigación convencional. Las ideas nacieron de mis lecturas (por lo general, azarosas y aleatorias), mis años de docencia y el mero hecho de que sea yo una persona con intereses un tanto eclécticos. Desde siempre, he sido asiduo espectador de cine y teatro y un incansable lector de ficción. Y siempre consideré que esots medios me permitían aprender cosas interesantes acerca de la sociedad basándome en una regla que supe formular en mis primeros años de vida: ‘Si es divertido, seguro vale la pena’. Por tanto, antes de embarcarme en esta empresa, contaba de antemano con una buena cantidad de ejemplos a mi disposición. Había visto la obra de Shaw Mrs. Warren’s Profession (La profesión de la Sra. Warren) y apreciado el modo en que disecciona el ‘problema social’ de la prostitución, po rende ya la tenía en mente cuando comencé a buscar ejemplos de aquello que me proponía indagar. También había leído a Dickens y a Jane Austen, a mi juicio ejemplos privilegiados del modo en que los novelistas han sabido presentar el análisis social. En 1970, como parte de mi formación en sociología del arte, estudié fotografía en el Instituto de Arte de San Francisco, lo que me llevó a relacionarme con el ambiente fotográfico de esa ciudad y también de Chicago. Los fotógrafos documentales se preocupaban como yo por la manera de presentar el análisis social que deseaban realizar, al igual que los alumnos que pronto tuve a mi cargo, y a partir de allí comencé a entender de qué forma sus problemas se asemejaban a los que enfrentaban los investigadores de las ciencias sociales (yo, entre ellos) a la hora de contar lo que tenían que contar. Nunca me destaqué en la lectura de la bibliografía oficial ni de las disciplinas y los campos considerados oficiales, y jamás pensé que las ciencias sociales detentaran el monopolio del conocimiento acerca de todo cuanto ocurre en la sociedad. Encontré tantas ideas valiosas en la ficción, el teatro, el cine y la fotografía como en aquellos amteriales que supuestamente ‘tenía’ que leer. Y las ideas que despertaban en mí los proyectos de fotografía documental o cinematográficos no tardaron en migrar también hacia mi pensamiento acerca de las ciencias sociales convencionales. ” (p. 9 -10)

Howard Becker Para hablar de la sociedad la sociología no basta Trad. : Hugo

Howard Becker Para hablar de la sociedad la sociología no basta Trad. : Hugo Salas. Buenos Aires, Siglo veintiuno, 2015 Tit. or. : Telling about sociology. Chicago: The University of Chicago, 2007 14. “Jane Austen. La novela como análisis social”, p. 271 -284 “Pride and Prejudice (Orgullo y prejuicio), de Jane Austen, comienza con una conocida afirmación: ‘Es una verdad reconocida por todo el mundo que un hombre soltero con una fortuna considerable debe estar interesado en conseguir esposa’. […] una novela puede tener, además de su valor literario, valor como análisis social. […] Las novelas realistas de la vida social a mendo ofrecen este tipo de análisis sociológico alternativo, uno que brinda mayor detalle de los procesos involucrados y mayor acceso al pensamiento cotidiano de los involucrados. Por eso, muchos sociólogos recurren a distintas novelas como fuentes de conocimiento sociológico. ”

Zygmunt Bauman ¿Para qué sirve realmente un sociólogo? Conversaciones con Michael Hviid Jacobsen y

Zygmunt Bauman ¿Para qué sirve realmente un sociólogo? Conversaciones con Michael Hviid Jacobsen y Keith Tester Trad. : Alicia Capel Tatjer. Barcelona; Buenos Aires: Espasa; Paidós, 2014 Tit. or. : What Use is Sociology. Cambridge: Polity Press, 2014 “En su libro El telón, Milan Kundera escribe sobre Miguel de Cervantes: ‘Un telón mágico, tejido de leyendas, colgaba ante el mundo. Cervantes envió de viaje a don Quijote y rasgó el telón. El mundo se abrió ante el caballero andante en toda la desnudez cósmica de su prosa’. Kundra propone que el acto de rasgar el telón de los prejuicios fue el momento del nacimiento de las artes modernas. Fue un gesto destructivo que, desde entonces, las artes modernas no hicieron más que repetir una y otra vez. Y la repetición tiene que darse, y no puede ser de otra forma, para siempre, porque el telón mágico se recompone con rapidez, poniendo remiendos, cosiéndolas rasgaduras y llenando los agujeros restantes con nuevas historias que sustituyen a la que han sido desacreditadas como leyendas. […] la imagen del telón mágico y su rasgadura me sorprende por ser eminentemente apropiada para describir la labor de los que siguen la vocación sociológica. Ésta implica atravesar el telón de los prejuicios para iniciar una labor continua de reinterpretación, sometiendo a escrutinio el mundo humano que se ha hecho y se está haciendo […] No es lo mismo escribir una novela que escribir sociología. Cada actividad tiene sus propias técnicas y maneras de proceder, y sus propios criterios e corrección, que la distinguen de las demás. Pero yo diría que la literatura y la sociología son hermanas: su relación es una mezcla de rivalidad y de apoyo mutuo. Comparten parentesco, tienen un innegable aire de familia, sirven una como referencia de la otra, y son varas de medir los éxitos y fracasos de cada una de ellas. Y para dos hermanas es tan natural como inútil analizar sus diferencias de manera obsesiva, especialmente si las similitudes son demasiado evidentes como para ser ignoradas y las afinidades demasiado parecidas como para no ser incómodas. Ambas hermanas persiguen, al fin y al cabo, el mismo objetivo: rasgar el telón. ” (p. 31 -33) Zygmunt Bauman (Poznań, 19. 11. 1925 -Leeds, 9. 01. 2017) “Creo que la sociología debe ser juzgada por su relevancia en la experiencia y en la lucha de los humanos por resolver sus problemas vitales , y no por la lealtad que muestra con la metodología. Es peligroso, muy peligroso, y está lleno de trampas y emboscadas, dirigirnos no ya a nuestros ilustres colegas sino a la gente ordinaria de la calle. Todos ellos son los destinatarios genuinos de nuestros servicios, los usan y se benefician de ellos, o no sirve de nada seguir con nuestro trabajo, pues el temor a que la sociología pierda el contacto con la esfera pública sería entonces cierto. La relevancia para la experiencia vital común es, en mi opinión, el único vínculo que nos conecta hoy en día con la ‘esfera pública’. ” (p. 127)

 «Mi sueño sería culminar un libro sobre el arte del siglo XX con

«Mi sueño sería culminar un libro sobre el arte del siglo XX con un análisis acerca de mi antiguo vecino de Binghampton, New York, un electricista jubilado que solía pintar en el garage. Su vida y su obra nos dirían más sobre nosotros mismos que toda una biblioteca llena de crítica de arte tradicional. […] Las dos revoluciones del siglo XIX —la política francesa y la industrial inglesa― representan, junto con las transformaciones sociales que produjeron, una gran línea divisoria en la historia de la humanidad. Todo ello alteró para siempre, de forma radical, la manera de pensar y de sentir. Ningún estudio sobre cualquier institución cultural de este período puede omitir el modo en que se vieron afectadas por estos acontecimientos. Ningún ser viviente de aquella época pudo escapar a su penetrante impacto. » BOIME, Albert. 1987. A Social History of Modern Art. I. Art in the Age of Revolution, 1750 -1800. Versión castellana: Historia Social del Arte Moderno. El arte en la época de la Revolución, 1750 -1800. Trad. : Ester Gómez. Madrid: Alianza, 1994, p. 19 -27. Albert Boime (St. Louis, Missouri, 17. 03. 1933 Los Angeles, 18. 10. 2008) Guillermo Srodeck-Hart (Buenos Aires, 1977) De la serie Stories, 2013 fotografía

 «Tal vez los años que pase tocando el piano en bares de Chicago

«Tal vez los años que pase tocando el piano en bares de Chicago y otros lugares me llevaron a pensar que la gente que hacía ese trabajo menor tenía tanta importancia para la comprensión del arte como los intérpretes más conocidos que crearon los clásicos famosos del jazz. EI hecho de haber crecido en Chicago ―donde la filosofía democrática de Louis Sullivan estaba encarnada en los rascacielos del centro de la ciudad que me encantaba recorrer y donde el Instituto de Diseño de Moholy Nagy daba un hogar en el Medio Oeste a la preocupación de los refugiados de la Bauhaus por el carácter artesanal del arte― puede haberme llevado a pensar que los artesanos que contribuyen a la producción de obras de arte son tan importantes como las personas que las conciben. […] Consideré el arte como el trabajo que hacen algunas personas, y me interesaran más los patrones de cooperación entre la gente que realiza los trabajos que los trabajos en sí o aquellos a quienes se define convencionalmente como sus creadores. Al hacer eso, me pareció natural utilizar el estilo de análisis que muchos otros y yo usamos para el análisis de otros tipos de trabajo. Fue inevitable que ello significara tomar el arte como algo no muy diferente de otras clases de trabajo, así como considerar que las personas a las que se define como artistas no son muy distintas de otros tipos de trabajadores, sobre toda de los trabajadores que participan en la producción de obras de arte. La idea de un mundo de arte constituye la columna vertebral de mi análisis. […] Usé el término […] para referirme a la red de personas cuya actividad cooperativa, organizada a través de su conocimiento conjunto de los medios convencionales de hacer cosas, produce el tipo de trabajos artísticos que caracterizan al mundo de arte [con el propósito de] aumentar nuestra comprensión de la forma en que la gente produce y consume obras de arte. […] la buena ciencia social produce una comprensión más profunda de cosas de las que muchas personas ya tienen conciencia. […] Dado que me concentro en las formas de organización social, con frecuencia comparo obras y formas de arte que tienen una reparación muy diferente como arte. Hablo de Ticiano y de las historietas al mismo tiempo, y analicé películas de Hollywood o temas de rock and roll con tanta seriedad como la obra de Beethoven o Mozart. En realidad, como el problema de la reputación es central para el análisis, tales comparaciones tienen lugar a menudo. Les recuerdo a los lectores a los que estas resulten ofensivas, que el principio de análisis es social y organizacional, no estético. Este enfoque parece encontrarse en directa contradicción con la tradición dominante en la sociología del arte, que define el arte como algo mas especial, en el que emerge la creatividad y se expresa el carácter esencial de la sociedad, sobre todo en las grandes obras de los genios. La tradición dominante toma al artista y la obra de arte, y no la red de cooperación, como los puntos centrales del análisis del arte como fenómeno social. A la luz de esa diferencia, será razonable decir que lo que hago aquí no es en absoluto socióloga del arte, sino sociología de las ocupaciones aplicadas al trabajo artístico. No me opondría a esa forma de explicarlo. » Howard Becker. 1982. Art Worlds. Los Angeles: University of California Press. Versión castellana: Los mundos del arte. Sociología del trabajo artístico. Trad. : Joaquín Ibarburu. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2008, p. 9 -11. Howard Saul Becker (Chicago, 18. 04. 1928)

 «Mi sueño sería culminar un libro sobre el arte del siglo XX con

«Mi sueño sería culminar un libro sobre el arte del siglo XX con un análisis acerca de mi antiguo vecino de Binghampton, New York, un electricista jubilado que solía pintar en el garage. Su vida y su obra nos dirían más sobre nosotros mismos que toda una biblioteca llena de crítica de arte tradicional. […] Las dos revoluciones del siglo XIX —la política francesa y la industrial inglesa― representan, junto con las transformaciones sociales que produjeron, una gran línea divisoria en la historia de la humanidad. Todo ello alteró para siempre, de forma radical, la manera de pensar y de sentir. Ningún estudio sobre cualquier institución cultural de este período puede omitir el modo en que se vieron afectadas por estos acontecimientos. Ningún ser viviente de aquella época pudo escapar a su penetrante impacto. » BOIME, Albert. 1987. A Social History of Modern Art. I. Art in the Age of Revolution, 1750 -1800. Versión castellana: Historia Social del Arte Moderno. El arte en la época de la Revolución, 1750 -1800. Trad. : Ester Gómez. Madrid: Alianza, 1994, p. 19 -27. Albert Boime (St. Louis, Missouri, 17. 03. 1933 Los Angeles, 18. 10. 2008) Guillermo Srodeck-Hart (Buenos Aires, 1977) De la serie Stories, 2013 fotografía

David Hume (Edimburgo, 7. 05. 1711 – Edimburgo, 25. 08. 1776) On standards of

David Hume (Edimburgo, 7. 05. 1711 – Edimburgo, 25. 08. 1776) On standards of taste, 1757 Versión castellana en La norma del gusto y otros ensayos. Barcelona: Península, 1989 «Mas a pesar de todos nuestros esfuerzos por lograr establecer una norma del gusto y reconciliar las valoraciones discordantes de los hombres, existen todavía dos fuentes de discrepancia que, aunque sin duda no son suficientes para confundir todas las fronteras de la belleza y de la deformidad, sin embargo a menudo sirven para marcar una diferencia en los grados de nuestra aprobación o rechazo. Una es los diferentes temperamentos de los diversos hombres, la otra, los hábitos y opiniones particulares de nuestra época y de nuestro país. » Allan Ramsay David Hume, 1766 Anton Raphael Mengs Johann Joachim Winckelmann, ca. 1777 «Lo cierto es que, para este asunto [hablar o escribir sobre las relaciones mutuas entre la sociedad y el arte], existe un momento histórico ‘sin retorno’. Podemos situarlo a mediados del siglo XVIII, cuando David Hume comienza a desvincular de lo azaroso o de cualidades puramente endógenas aquellos comportamientos culturales generalizados en una determinada sociedad y su capacidad de mutación, para remitirlos a ‘causas conocidas’ que cifró en formas de gobierno, aspectos económicos, correlaciones entre minorías y élites, etc. , es decir, en las configuraciones de contextos histórico-culturales determinados. Se trata de una coincidencia que también encontraremos ya claramente expresada en Winckelmann […]. A partir de ese momento […] nadie ha negado ya, de una manera explícita y frontal, la existencia de una implicación mutua entre el arte y el ámbito civilizado en que éste se aloja. Cuando menos, esta interdependencia se dará siempre por tácitamente aceptada y se convivirá con su evidencia. » BRIHUEGA, Jaime. 1996. «Arte y sociedad» . Genealogía de un parámetro fundamental» , en BOZAL, Valeriano. Historia de las ideas estéticas y de las teoría artísticas contemporáneas. Madrid: VIsor, p. 110 -111.

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos II. La naturalización de la sociedad

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos II. La naturalización de la sociedad liberal y el origen histórico de las ciencias sociales p. 11 -41 En diversas partes de Europa [durante los siglos XVIII y XIX], y con particular intensidad en el Reino Unido, el avance de este modelo de organización no sólo del trabajo y del acceso a los recursos, sino del conjunto de la vida, fue ampliamente resistido tanto en las ciudades como en el campo. Detengámonos en la caracterización de esa resistencia, de este conflicto cultural o civilizatorio, que formula el historiador inglés E. P. Thompson, lúcido estudioso de la sensibilidad popular de ese período: “Mi tesis es que la conciencia de la costumbre y los usos de la costumbre, eran especialmente robustos en el siglo dieciocho: de hecho algunas de las ‘costumbres’ eran de invención reciente y eran en realidad reclamos de nuevos ‘derechos’. . la presión para ‘reformar’ fue resistida obstinadamente y en el siglo dieciocho se abrió una distancia profunda, una alienación profunda entre la cultura de patricios y plebeyos (1). Esta es entonces una cultura conservadora en sus formas que apela a, y busca reforzar los usos tradicionales. Son formas no-racionales; no apelan a ninguna ‘razón’ a través del folleto, sermón o plataforma; imponen las sanciones del ridículo, la vergüenza y las intimidaciones. Pero el contenido y sentido de esta cultura no pueden describirse tan fácilmente como conservadores. En la realidad social el trabajo está volviéndose, década tras década, más ‘libre’ de los tradicionales controles señoriales, parroquiales, corporativos y paternales, y más distanciado de la dependencia clientelar directa del señorío (2). De ahí una paradoja característica del siglo: encontramos una cultura tradicional rebelde. La cultura conservadora de los plebeyos, tan a menudo como no, resiste, en el nombre de la costumbre, esas racionalizaciones económicas e innovaciones (como el cerramiento de las tierras comunes, la disciplina laboral, y los mercados ‘libres’ no regulados de granos) que gobernantes, comerciantes, o patronos buscan imponer. La innovación es más evidente en la cima de la sociedad que debajo, pero como esta innovación no es un proceso tecnológico/sociológico neutral y sin normas (‘modernización’, ‘racionalización’) sino la innovación del proceso capitalista, es a menudo experimentado por los plebeyos en la forma de explotación, o la apropiación de sus derechos de uso tradicionales, o la ruptura violenta de modelos valorados de trabajo y ocio. . . Por lo tanto, la cultura plebeya es rebelde, pero rebelde en la defensa de las costumbres. Las costumbres defendidas son las de la propia gente, y algunas de ellas están, de hecho, basadas en recientes aserciones en la práctica (3). Las ciencias sociales tienen como piso la derrota de esa resistencia, tienen como sustrato las nuevas condiciones que se crean cuando el modelo liberal de organización de la propiedad, del trabajo y del tiempo dejan de aparecer como una modalidad civilizatoria en pugna con otra(s) que conservan su vigor, y adquiere hegemonía como la única forma de vida posible (4). (p. 21) 1. Thompson, E. P. Customs in Common (Studies in Traditional Popular Culture), The New Press, Nueva York, 1993, p. 1. 2. Op. cit. p. 9. 3. Op. cit. , pp. 9 -10. 4. Para un análisis extraordinariamente rico de este proceso, ver el texto de E. P Thompson citado.

A partir de este momento, las luchas sociales ya no tienen como eje al

A partir de este momento, las luchas sociales ya no tienen como eje al modelo civilizatorio liberal y la resistencia a su imposición, sino que pasan a definirse al interior de la sociedad liberal (1). Estas son las condiciones históricas de la naturalización de la sociedad liberal de mercado. La “superioridad evidente” de ese modelo de organización social ―y de sus países, cultura, historia, y raza― queda demostrada tanto por la conquista y sometimiento de los demás pueblos del mundo, como por la “superación” histórica de las formas anteriores de organización social, una vez que se ha logrado imponer en Europa la plena hegemonía de la organización liberal de la vida sobre las múltiples formas de resistencia con las cuales se enfrentó. Es éste el contexto histórico-cultural del imaginario que impregna el ambiente intelectual en el cual se da la constitución de las disciplinas de las ciencias sociales. Esta es la cosmovisión que aporta los presupuestos fundantes a todo el edificio de los saberes sociales modernos. Esta cosmovisión tiene como eje articulador central la idea de modernidad, noción que captura complejamente cuatro dimensiones básicas: 1) la visión universal de la historia asociada a la idea del progreso (a partir de la cual se construye la clasificación y jerarquización de todos los pueblos y continentes, y experiencias históricas); 2) la “naturalización” tanto de las relaciones sociales como de la “naturaleza humana” de la sociedad liberal capitalista; 3) la naturalización u ontologización de las múltiples separaciones propias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa sociedad (‘ciencia’) sobre todo otro saber. (p. 22) 1. Es el paso, por ejemplo, de la resistencia al maquinismo y a la disciplina laboral, a la lucha por el derecho a la sindicalización y por la limitación de la jornada de trabajo. “Mientras el capitalismo (o el ‘mercado’) rehicieron la naturaleza humana y la necesidad humana, la economía política y su antagonista revolucionario asumieron que este hombre económico era para siempre. ” E. P. Thompson, op. cit. , p. 15. Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos pp. 11 -41 Arte de tapa e interior: Sur. 501 años cabeza abajo. Realizado por “Proyecto Sur”, República Dominicana, febrero, 1993.

En el cuerpo disciplinario básico de las ciencias sociales ―al interior de las cuales

En el cuerpo disciplinario básico de las ciencias sociales ―al interior de las cuales continuamos hoy habitando― se establece en primer lugar, una separación entre pasado y presente: la disciplina historia estudia el pasado, mientras se definen otras especialidades que corresponden al estudio del presente. Para el estudio de éste se acotan, se delimitan, ámbitos diferenciados correspondientes a lo social, lo político y lo económico, concebidos propiamente como regiones ontológicas de la realidad históricosocial. A cada uno de estos ámbitos separados de la realidad histórico-social corresponde una disciplina de las ciencias sociales, con su objeto de estudio, sus métodos, sus tradiciones intelectuales, sus departamentos universitarios: la sociología, la ciencia política y la economía. La antropología y los estudios clásicos se definen como los campos para el estudio de los otros. De la constitución histórica de las disciplinas científicas que se produce en la academia occidental, interesa destacar dos asuntos que resultan fundantes y esenciales. En primer lugar, está el supuesto de la existencia de un metarrelato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo, lo tradicional, a lo moderno. La sociedad industrial liberal es la expresión más avanzada de ese proceso histórico, es por ello el modelo que define a la sociedad moderna. La sociedad liberal, como norma universal, señala el único futuro posible de todas las otras culturas o pueblos. Aquéllos que no logren incorporarse a esa marcha inexorable de la historia, están destinados a desaparecer. En segundo lugar, y precisamente por el carácter universal de la experiencia histórica europea, las formas del conocimiento desarrolladas para la comprensión de esa sociedad se convierten en las únicas formas válidas, objetivas, universales del conocimiento. Las categorías, conceptos y perspectivas (economía, Estado, sociedad civil, mercado, clases, etc. ) se convierten así no sólo en categorías universales para el análisis de cualquier realidad, sino igualmente en proposiciones normativas que definen el deber ser para todos los pueblos del planeta. Estos saberes se convierten así en los patrones a partir de los cuales se pueden analizar y detectar las carencias, los atrasos, los frenos e impactos perversos que se dan como producto de lo primitivo o lo tradicional en todas las otras sociedades. Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos p. 11 -41 Esta es una construcción eurocéntrica, que piensa y organiza a la totalidad del tiempo y del espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia, colocando su especificidad histórico-cultural como patrón de referencia superior y universal. Pero es más que eso. Este metarrelato de la modernidad es un dispositivo de conocimiento colonial e imperial en que se articula esa totalidad de pueblos, tiempo y espacio como parte de la organización colonial/imperial del mundo. Una forma de organización y de ser de la sociedad, se transforma mediante este dispositivo colonizador del saber en la forma “normal” del ser humano y de la sociedad. Las otras formas de ser, las otras formas de organización de la sociedad, las otras formas del saber, son trasformadas no sólo en diferentes, sino en carentes, en arcaicas, primitivas, tradicionales, premodernas. Son ubicadas en un momento anterior del desarrollo histórico de la humanidad (59), lo cual dentro del imaginario del progreso enfatiza su inferioridad. Existiendo una forma “natural” del ser de la sociedad y del ser humano, las otras expresiones culturales diferentes son vistas como esencial u ontológicamente inferiores e imposibilitadas por ello de llegar a “superarse” y llegar a ser modernas (debido principalmente a la inferioridad racial). Los más optimistas las ven como requiriendo la acción civilizadora o modernizadora por parte de quienes son portadores de una cultura superior para salir de su primitivismo o atraso. Aniquilación o civilización impuesta definen así los únicos destinos posibles para los otros (1). (p. 22 -24) 1. Los problemas del eurocentrismo no residen sólo en las distorsiones en la comprensión de los otros. Está simétricamente implicada igualmente la distorsión en la autocomprensión europea, al concebirse como centro, como sujeto único de la historia de la modernidad. Ver más abajo la discusión de Fernando Coronil sobre este crucial asunto.

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos pp. 11 -41 El conjunto de

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos pp. 11 -41 El conjunto de separaciones sobre el cual está sustentada la noción del carácter objetivo y universal del conocimiento científico, está articulado a las separaciones que establecen los saberes sociales entre la sociedad moderna y el resto de las culturas. Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la sociedad liberal, su objetivación y universalización, y por lo tanto, su naturalización. El acceso a la ciencia, y la relación entre ciencia y verdad en todas las disciplinas, establece una diferencia radical entre las sociedades modernas occidentales y el resto del mundo. Se da, como señala Bruno Latour, una diferenciación básica entre una sociedad que posee la verdad ―el control de la naturaleza― y otras que no lo tienen. En los ojos de los occidentales, el Occidente, y sólo el Occidente no es una cultura, no es sólo una cultura. ¿Por qué se ve el Occidente a sí mismo de esta manera? ¿Por qué debería ser Occidente y sólo Occidente no una cultura? Para comprender la Gran División entre nosotros y ellos, debemos regresar a la otra Gran División, aquélla que se da entre humanos y no-humanos. . . En efecto, la primera es la exportación de la segunda. Nosotros los occidentales no podemos ser una cultura más entre otras, ya que nosotros también movilizamos a la Naturaleza. Nosotros no movilizamos una imagen, o una representación simbólica de la naturaleza como lo hacen otras sociedades, sino a la Naturaleza, tal como ésta es, o por lo menos tal como ésta es conocida por las ciencias ―que permanecen en el fondo, no estudiadas, no estudiables, milagrosamente identificadas con la Naturaleza misma (61). 61. Bruno Latour, We Have Never Been Modern , Harvard University Press, Cambridge, 1993, p. 97. Así, la Gran División Interna da cuenta de la Gran División Externa: nosotros somos los únicos que diferenciamos absolutamente entre Naturaleza y Cultura, entre Ciencia y Sociedad, mientras que a nuestros ojos todos los demás, sean chinos, amerindios, azande o barouya, no pueden realmente separar lo que es conocimiento de lo que es sociedad, lo que es signo de lo que es cosa, lo que viene de la Naturaleza, de lo que su cultura requiere. (…) La partición interna entre humanos y no humanos define una segunda partición ―una externa esta vez― a través de la cual los modernos se han puesto a sí mismos en un plano diferente de los premodernos (62). Este cuerpo o conjunto de polaridades entre la sociedad moderna occidental y las otras culturas, pueblos y sociedades, polaridades, jerarquizaciones y exclusiones establece supuestos y miradas específicas en el conocimiento de los otros. En este sentido es posible afirmar que, en todo el mundo ex-colonial, las ciencias sociales han servido más para el establecimiento de contrastes con la experiencia histórico cultural universal (normal) de la experiencia europea, (herramientas en este sentido de identificación de carencias y deficiencias que tienen que ser superadas), que para el conocimiento de esas sociedades a partir de sus especificidades histórico culturales. Existe una extraordinaria continuidad entre las diferentes formas en las cuales los saberes eurocéntricos han legitimado la misión civilizadora-/normalizadora a partir de las deficiencias ―desviaciones respecto al patrón normal de lo civilizado― de otras sociedades. Los diferentes discursos históricos (evangelización, civilización, la carga del hombre blanco, modernización, desarrollo, globalización) tienen todos como sustento la concepción de que hay un patrón civilizatorio que es simultáneamente superior y normal. Afirmando el carácter universal de los saberes científicos eurocéntricos se ha abordado el estudio de todas las demás culturas y pueblos a partir de la experiencia moderna occidental, contribuyendo de esta manera a ocultar, negar, subordinar o extirpar toda experiencia o expresión cultural que no ha correspondido con este deber ser que fundamenta a las ciencias sociales. Las sociedades occidentales modernas constituyen la imagen de futuro para el resto del mundo, el modo de vida al cual éste llegaría naturalmente si no fuese por los obstáculos representados por su composición racial inadecuada, su cultura arcaica o tradicional, sus prejuicios mágico religiosos (63), o más recientemente, por el populismo y unos Estados excesivamente intervencionistas, que no respetan la libertad espontánea del mercado. 62. Op. cit. , pp. 99 -100. 63. El estudio de estos obstáculos culturales, sociales e institucionales a la modernización constituyó el eje que orientó la amplísima producción de la sociología y la antropología de la modernización en las décadas de los 50 y los 60.

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos p. 11 -41 III. Alternativas al

Edgardo Lander. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos p. 11 -41 III. Alternativas al pensamiento eurocéntrico-colonial en América Latina hoy En el pensamiento social latinoamericano, desde el continente y desde afuera de éste ―y sin llegar a constituirse en un cuerpo coherente― se ha producido una amplia gama de búsquedas de formas alternativas del conocer, cuestionándose el carácter colonial/eurocéntrico de los saberes sociales sobre el continente, el régimen de separaciones que les sirven de fundamento, y la idea misma de la modernidad como modelo civilizatorio universal. De acuerdo a Maritza Montero, a partir de las muchas voces en busca de formas alternativas de conocer que se han venido dando en América Latina en las últimas décadas, es posible hablar de la existencia de un “modo de ver el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él” que constituye propiamente un episteme con el cual “América Latina está ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde una perspectiva Otra, colocada al fin en el lugar de Nosotros” (1). Las ideas centrales articuladoras de este paradigma son, para Montero, las siguientes: • Una concepción de comunidad y de participación así como del saber popular, como formas de constitución y a la vez como producto de un episteme de relación. • La idea de liberación a través de la praxis, que supone la movilización de la conciencia, y un sentido crítico que lleva a la desnaturalización de las formas canónicas de aprehender-construir-ser en el mundo. • La redefinición del rol de investigador social, el reconocimiento del Otro como Sí Mismo y por lo tanto la del sujeto-objeto de la investigación como actor social y constructor de conocimiento. • El carácter histórico, indeterminado, indefinido, no acabado y relativo del conocimiento. La multiplicidad de voces, de mundos de vida, la pluralidad epistémica. • La perspectiva de la dependencia y luego, la de la resistencia. La tensión ente minorías y mayorías y los modos alternativos de hacer-conocer. • La revisión de métodos, los aportes y las transformaciones provocados por ellos (2). Las contribuciones principales a este episteme latinoamericano las ubica Montero en la teología de la liberación y la filosofía de la liberación (3), así como en la obra de Paulo Freire, Orlando Fals Borda (4) y Alejandro Moreno (5). 1. “Paradigmas, conceptos y relaciones para una nueva era. Cómo pensar las Ciencias Sociales desde América Latina”, Seminario Las ciencias económicas y sociales: reflexiones de fin de siglo , Dirección de Estudios de Postgrado, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 20 de junio de 1998 (mimeo). 2. Maritza Montero, op. cit. 3. Enrique Dussel, Introducción a la filosofía de la liberación, Nueva América, Bogotá, 1988; y J. C. Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana , Guadalupe, Buenos Aires, 1990. 4. Acción comunal. Una vereda colombiana, Universidad Nacional, Bogotá, 1959; y “Por la praxis. El problema de como investigar la realidad para transformarla”, en Crítica y política en ciencias sociales. El debate Teoría y Práctica, Simposio Mundial en Cartagena, Punta de Lanza, Bogotá, 1978. 5. El aro y la trama, Centro de Investigaciones Populares, Caracas, 1995.