HISTORIA DE LA IGLESIA MODERNA Y CONTEMPORANEA 2

HISTORIA DE LA IGLESIA MODERNA Y CONTEMPORANEA 2. - LA REVOLUCIÓN PROTESTANTE Y LA REFORMA CATÓLICA

AIRES DE REFORMA Cuando se habla de Reforma no se está hablando únicamente del movimiento cismático iniciado por Martín Lutero en Alemania, o Juan Calvino en Suiza y algunos otros en Europa. Ya en los siglos precedentes se escuchaban las voces de quienes percibían la necesidad de cambios importantes en la Iglesia (Juan Hus en Bohemia, Juan Wyclif en Inglaterra entre otros) y que eran constantemente desoídos por las autoridades eclesiásticas.

AIRES DE REFORMA En el propio seno de la Iglesia católica la voz de Erasmo de Rotterdam va generando la necesidad de cambios importantes que puedan elevar la espiritualidad del clero y, con ello, una feligresía más comprometida con los postulados cristianos más básicos entre los que se pueden destacar la pobreza, la coherencia de vida, el buen ejemplo por parte de la autoridad, la vuelta al mensaje original de las Sagradas Escrituras y una cónsona vida piadosa.

AIRES DE REFORMA Tanta es la influencia de Erasmo y la libertad que ha tenido al divulgar su pensamiento, que parte de su trabajo sirve de base a Lutero en su movimiento de protesta. Años después de iniciada esta división en la Iglesia, sus obras serán incluidas en el índice y se propiciará la quema de sus textos.

AIRES DE REFORMA Al mismo tiempo la formación de los estados europeos de España, Francia e Inglaterra acrecienta el nacionalismo y la Iglesia no escapa de esta realidad. Los monarcas de turno, en su interés de acrecentar la influencia de sus reinos en el ámbito continental, arrastran con ellos a las Iglesias nacionales que pugnan por una mayor influencia en la autoridad que la Iglesia trata de imponer desde Roma.

AIRES DE REFORMA La Iglesia constata cómo su poder temporal se va circunscribiendo a la península itálica, a los llamados Estados Pontificios, que no sin bastante esfuerzo trata el papado de mantener cohesionado, tanto a la fuerza como convenientes alianzas. En estos intereses de poder e influencia, la Iglesia cede atribuciones propias, como la de proponer a los obispos y asignar obispados, que contribuyen a menoscabar su autoridad sobre el clero nacional que de alguna manera estará atado al poder seglar.

AIRES DE REFORMA En el siglo XVI el papado se encuentra desprestigiado por diversos factores que viene arrastrando de siglos anteriores. Inocencio VII, Eugenio IV, los Borgia de España y los Médicis de Florencia son solo ejemplos de la descomposición del papado. Esta realidad fue mermando la autoridad moral de la Iglesia y la hizo pasar como un ente más de explotación, con sus intereses propios, equiparándola con cualquier principado o reino de la época.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS Aún con todos estos avatares, el papa Alejandro VI (Borgia) se ocupa de algunos aspectos espirituales propios de las funciones de gobierno de la Iglesia: � Es así como trata de reformar la curia Vaticana y autoriza ciertas reformas en España. � Preocupado por la constante amenaza turca promueve con poco éxito acciones en su contra en el Mediterráneo y los Balcanes. � Ante los descubrimientos de nuevas tierras promueve la evangelización de los pobladores indígenas delegando en los reinos de España y Portugal estas tareas concediéndoles derechos privilegiados para ello. � Favorece la fundación de nuevas órdenes y devociones piadosas como el rezo del Rosario que se expande por Europa.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS Julio II fue el papa del renacimiento, un gran mecenas que promovió el arte y la grandeza: � Promovió e inició la construcción de la basílica de San Pedro. � Contrató los frescos de la capilla Sixtina, su propia capilla sepulcral y los cuadros del palacio pontificio. Moralmente no se diferenció de cualquier monarca de su tiempo. Concedió el Patronato Real a los reinos de España y Portugal lo que dio potestad a sus reyes sobre el gobierno de sus iglesias y con menos amplitud aprobó nuevas fundaciones religiosas.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS A su muerte le sucede el cardenal Juan de Lorenzo de Médici que toma el nombre de León X. Si puede pensarse en un rápido ascenso en la carrera eclesiástica gracias al status social y la influencia familiar este sería el caso del futuro papa León X. De esmerada educación, recibió la tonsura a los siete años, a los ocho la administración de la abadía de Font-Douce, a los nueve protonotario apostólico, a los once era el abad de Montecasino y a los trece cardenal diácono, siendo investido tres años después.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS Fue el encargado de llevar a término el V Concilio de Letrán, convocado por su antecesor Julio II, que codificó reformas y cambios que debían ser aplicadas con firmeza si se quería realmente favorecer un rumbo nuevo en la Iglesia. El concilio terminó con la idea de las reformas necesarias, el fortalecimiento de la fe, la ortodoxia, pero lo que se impuso fue la majestad del papa que pudo así contrarrestar los efectos del conciliábulo de Pisa y frenar las ansias francesas.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS El concilio pudo haber impulsado los cambios y la actualización que la Iglesia necesitaba para enfrentar los nuevos tiempos a la par con las nuevas exigencias que el hombre de la época buscaba con afán, sin embargo, el papado, encargado de llevar adelante esta reforma, se mantenía ciego ante la realidad que se veía venir.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS Es así como del mismo seno de las órdenes religiosas se plantea la reforma. Franciscanos y agustinos salen de los conventos y plantean una nueva visión con una predicación audaz y que llega al pueblo llano. Muchos se oponen a los exabruptos de la jerarquía eclesiástica, con el papa a la cabeza, que para mantener su suntuosidad y grandes desarrollos arquitectónicos y artísticos proponían a las bases más humildes pesadas contribuciones e impuestos, muchas veces con la oferta de falsas promesas, con el fin de sufragar la desmesura que no querían dejar de disfrutar.

EL PAPADO ANTE LOS CAMBIOS En esta realidad está inmerso el gobierno de la Iglesia del siglo XVI, que da pasos muchas veces inciertos para el progreso de una reforma tanto necesaria como inesquivable y que terminará, dolorosamente, de imponerse tanto externamente como desde su propio seno, a una velocidad que será castigada con el cisma.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS En este ambiente, un aciago día de octubre de 1517, Martín Lutero proclama sus 95 tesis, que clava en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg con las que objetaba la autoridad de la Iglesia en aspectos como el pecado, la culpa, su perdón, penitencia e indulgencia.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS Martín Lutero, para el momento un insignificante monje agustino en la ciudad de Wittenberg, levanta su voz ante los abusos de Roma con el cobro de indulgencias. Su protesta se extiende como pólvora y es aprovechada por algunos príncipes gobernantes para deslastrarse de la influencia de la Iglesia romana. Su intención inicial no pretendía la división de la Iglesia, pero los intereses políticos, la falta de diálogo conciliatorio entre las partes, la poca voluntad de aceptar los errores llevándolos a la inflexibilidad y a la intolerancia, son todos factores que incidieron para acrecentar la brecha entre la Iglesia y las facciones en disputa.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS Las divisiones se extienden a Francia, Suiza, Inglaterra, incluso hacia Polonia; En España y Portugal los movimientos reformistas no se extienden por ser estos reinos aliados del papado al habérseles concedido amplias libertades en la colonización y “evangelización” de los nuevos territorios descubiertos; En Italia, Julio II se había encargado de mantener la autoridad papal entre los príncipes y señores locales.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS Este fraccionamiento de la Iglesia en el occidente europeo pasa de los intereses políticos a las divergencias doctrinales que se van acentuando con el paso de los años y que van generando la incertidumbre en el pueblo llano que, la mayor parte de las veces, no tiene la posibilidad de comprender tales divergencias. Básicamente se es protestante o católico de acuerdo a la tendencia a la que el gobernante local se adhiera.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS El papa Clemente VII, ante la efervescencia religiosa reinante, propone en 1530 la posibilidad de convocar un concilio, pero las divergencias con el emperador Carlos V y algunas visiones desconfiadas desde el interior de la Iglesia lo imposibilitan. Habría que esperar al pontificado de Paulo III que, siendo cardenal, había hecho grandes aportes para que pudiera darse el encuentro conciliar.

LA VORÁGINE DE LOS CAMBIOS Se iniciaron los preparativos hasta que al fin pudo iniciarse el tan ansiado concilio en la ciudad de Trento en diciembre de 1545, no sin haber superado infinidad de dificultades que motivaron su prórroga, entre las que cabe destacar la dificultad para decidir el lugar para la reunión hasta la asistencia de los obispos dadas las situaciones de guerra entre naciones y el rechazo de algunos gobernantes, en especial los que habían abrazado las doctrinas protestantes.

EL CONCILIO DE TRENTO Mucho se ha dicho que el concilio de Trento fue la respuesta de la Iglesia Católica a la reforma protestante, tanto, que algunos autores le han llamado el concilio de la contra reforma como calificativo que indica que el motivo del concilio y sus resultados han sido para responder al movimiento reformista iniciado por Martín Lutero. Sin negar que el concilio haya dado respuesta en sus conclusiones a ciertos aspectos de doctrina y fe puestos sobre el tapete por los grupos protestantes, si lo valoramos sólo por este aspecto ciertamente minusvaloraríamos las causas que lo motivaron y sus consecuencias, principalmente para la vida de la Iglesia.

EL CONCILIO DE TRENTO La necesidad de reformas en la Iglesia venía agudizándose, en parte, por la actuación y el nepotismo de los papas y la curia al frente de la Iglesia, convirtiéndola, por así decirlo, en un estado más de los estados del occidente europeo. A este aspecto se sumaban otros aspectos que ciertamente habían desmejorado la espiritualidad a la que eran llamados tanto los fieles laicos como el clero y los religiosos en general, tales como: La poca formación de muchos clérigos, � Los intereses episcopales sobre los bienes materiales que los movían a obtener mayores prebendas, � La interferencia de los gobernantes seculares en las decisiones de índole religiosas, � La carga impositiva que la Iglesia debía imponer para mantener tanto sus lujos, obras y los afanes de sus dirigentes. �

EL CONCILIO DE TRENTO En fin, había muchos aspectos que clamaban la necesidad de cambios en el seno de la Iglesia desde algunos siglos antes de la reforma protestante y sobre los que las autoridades eclesiales habían hecho caso omiso. Por estas razones, entre otras, es que puede afirmarse que la necesidad de cambios no viene dada únicamente por los efectos y consecuencias de los movimientos de reforma protestante sino por la clara necesidad de cambios y renovaciones que la Iglesia debía encarar para dar respuesta a una feligresía que poco a poco estaba dejando de tener interés en lo poco que la Iglesia podía ofrecerle para enriquecer sus realidades espirituales.

EL CONCILIO DE TRENTO El concilio se celebró en tres etapas a saber: � La primera etapa desde su inicio en diciembre de 1545 hasta junio de 1547 y en la que se discutieron y aprobaron lo referente a las Sagradas Escrituras y la Tradición, el canon, el texto oficial (la Vulgata), el pecado original, la justificación, los sacramentos del Bautismo y confirmación y la normativa sobre la enseñanza de las Sagradas Escrituras, la predicación y residencia de los pastores y las cualidades de los elegibles a obispos; � La segunda etapa desde mayo de 1551 hasta abril de 1552 con los documentos sobre la Eucaristía, los sacramentos de la penitencia y la unción y decretos sobre el oficio episcopal, la disciplina del clero y la colación de los beneficios;

EL CONCILIO DE TRENTO � La tercera y última etapa desde enero de 1562 hasta diciembre de 1563 y en donde se aprobaron decretos doctrinales sobre los sacramentos de la Eucaristía, el Orden, Matrimonio, el purgatorio, el culto a los santos, las imágenes y reliquias, disposiciones disciplinarias referentes entre otras cosas a la residencia de los pastores, la promoción de los seminarios diocesanos para la preparación del clero, la realización de sínodos provinciales y diocesanos, predicación, catequesis y reforma de las órdenes religiosas.

EL CONCILIO DE TRENTO Los temas eran propuestos por los legados papales y eran preparados por una comisión consultora que luego la proponía a los obispos para su discusión y aprobación final en la sesión formal para posteriormente emitir los decretos ya aprobados. Aunque ciertamente el aspecto político había tenido una gran incidencia en la realización del concilio, no es menos cierto que este modo de preparar, discutir y aprobar los diferentes temas que trabajó el concilio le aporta una solidez doctrinal que lo hizo referencia ineludible tanto para católicos como para protestantes, marcando con firmeza las diferencias entre ambos credos.

EL CONCILIO DE TRENTO El 2 de enero de 1564 el papa Pío IV promulga la bula Benedictus Deus por la que ratifica la labor hecha por el concilio y, por medio de la imprenta, se hace una edición de las actas del concilio que permite su difusión y posterior aceptación por las monarquías y principados católicos y la posterior promulgación en las iglesias particulares a través de concilios provinciales. Era el comienzo de una nueva etapa en la Iglesia que la marcaría en los siglos por venir.

DOCTRINA DE TRENTO Declaró que las fuentes de la revelación son las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. De esta manera la Iglesia contestaba la doctrina de Lutero que todo lo cifraba en la sola Escritura. Fijó los libros de la Biblia o canon: son 73 libros; � � 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes aceptan 39 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento; en total, 66 libros; siete menos que los católicos. Los protestantes no aceptan Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiastico, Baruc, 1 y 2 de Macabeos y algunas secciones de Daniel y Ester.

DOCTRINA DE TRENTO Explicó la doctrina del pecado original, la gracia y los sacramentos, que en pocas palabras se resume así: El hombre nace herido con el pecado original, pero no corrompido. Dicho pecado se borra totalmente con el bautismo, aunque queda la concupiscencia o la tendencia o inclinación al pecado. � El bautismo nos santifica y el hombre con la gracia del bautismo y de los sacramentos puede hacer obras buenas y meritorias a los ojos de Dios. � � Así daba contestación al protestantismo que decía que el hombre estaba totalmente corrompido y era incapaz de hacer el bien, aunque haya recibido el bautismo. Para ellos el bautismo hace justo al hombre, pero no porque lo regenere, sino porque Dios ya no le imputa el pecado, en virtud de los méritos de Cristo.

DOCTRINA DE TRENTO Reafirmó la teología de los siete sacramentos: � Contienen la gracia y son necesarios para la salvación y el nutrimento de la fe "por medio de ellos la gracia es impartida por el acto consumado ex opere operato“. � Bautismo, confirmación y orden, imprimen carácter (sello) en el alma, una señal espiritual e indeleble. � La confirmación es un verdadero sacramento y tiene que ser administrado por un obispo.

DOCTRINA DE TRENTO � Se reafirmó la doctrina de la transubstanciación y se aceptó como sacrificio la cena. “Repudió la 'consubstanciación' y afirmó que Cristo estaba íntegro tanto en el pan como en el vino“. � La penitencia fue instituido por Cristo para el perdón de los pecados de aquellas personas que habían perdido la gracia del bautismo. Abarca constricción, confesión y satisfacción. � Es impartida por un sacerdote que tiene el poder de la absolución. Solo los obispos y los sacerdotes tienen el poder de pronunciar la remisión o la retención de los pecados.

DOCTRINA DE TRENTO � La ordenación se afirma como instituida por Cristo y en relación con el sacrificio del N. T. Cualquiera que niegue que la ordenación imprime un "carácter" cae bajo anatema. Se rechaza el sacerdocio universal de los creyentes. � El matrimonio es presentado de forma muy general y se acepta como mejor permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio. El matrimonio cristiano es considerado como sacramento por ser este superior. � En la extremaunción el concilio precisó y definió la unción, considerándola estable y definitiva, confiere la gracia, borra los pecados (con constricción) y alivia al enfermo. Puede repetirse pero en una enfermedad diferente.

DOCTRINA DE TRENTO Afirmó igualmente que sólo la fe en Jesucristo salva, pero que las obras buenas son necesarias. Los protestantes dicen que sólo la fe salva, pues todas las obras hechas por el hombre son obras empecatadas y no agradables a Dios. La justificación "incluye tanto la remisión de los pecados como la santificación“. La forma para retenerla se consigue haciendo uso de los sacramentos, la oración y las buenas obras.

DOCTRINA DE TRENTO La gracia divina y la libertad humana obran conjuntamente la justificación del hombre pecador. Enseñó que los actos humanos pueden ser moralmente buenos –es decir meritorios y dignos de ser premiados con el cielo- o malos –pueden condenar al infierno-, según resulte en el Juicio particular después de la muerte.

DOCTRINA DE TRENTO Volvió a enseñar, conforme a la tradición, el valor de las indulgencias, el culto a los santos, el celibato, la vida religiosa, la existencia del purgatorio. Para ganar las indulgencias se necesita, además de la obra de caridad a la que está ligada, tener un corazón contrito, que rechaza el pecado. Ese espíritu penitencial se debe manifestar confesándose, recibiendo la comunión y rezando por las intenciones del papa. Si no hay este espíritu penitencia, la indulgencia sería una compraventa, que es lo que Lutero echó en cara a la Iglesia.

DOCTRINA DE TRENTO Publicó el catecismo romano y el Breviario (1566), destinado a los párrocos, para ayudarles en su predicación y en la enseñanza del catecismo a los niños y el Misal Romano (1570), vigente hasta las reformas del concilio Vaticano II. Desde Trento, el obispo y el párroco deberán residir en su diócesis y en su parroquia respectivamente y ser ejemplo de vida austera. Los obispos deben igualmente cuidar la selección y la formación moral, teológica y doctrinal de sus sacerdotes, para lo cual se manda el establecimiento de seminarios diocesanos.

DOCTRINA DE TRENTO Sobre el culto a la Virgen y a los santos el concilio afirma que ambos son lícitos, por que ellos, en especial la Santísima Virgen, son intercesores eficaces ante Dios, y sus imágenes son útiles para facilitar la piedad del pueblo cristiano. Supuso un notable impulso y muchos de los esfuerzos se centrarán en defender el misterio de la Inmaculada Concepción.

DOCTRINA DE TRENTO La devoción del pueblo cristiano se centró más aún en la Eucaristía. La fiesta del Corpus Christi se convirtió en la celebración católica por excelencia. La devoción a la Pasión del Señor tendrá una clara manifestación en las procesiones de la Semana Santa.

DOCTRINA DE TRENTO Gregorio XIII, inició la reforma de la administración eclesiástica y la fundación de colegios romanos para sacerdotes.

DOCTRINA DE TRENTO Finalmente Sixto V concluyó la aplicación tridentina con una profunda reorganización de la curia (conjunto de abogados, escribanos, procuradores y empleados en la Administración de Justicia) la implantación de las visitas obligatorias de los obispos a Roma para informar del estado de su diócesis y la revisión de la Vulgata.

DOCTRINA DE TRENTO Ningún otro concilio había dejado una huella tan profunda en la vida de la Iglesia. No pudo restablecerse la unidad perdida con la escisión de los protestantes, pero sirvió para clarificar los puntos fundamentales de la fe católica y elaboró un ambicioso programa de reformas que darían abundantes frutos en los siglos posteriores.

DOCTRINA DE TRENTO La aplicación del concilio en los países católicos dependió en parte de la voluntad de los soberanos: • • • Felipe II de España recibió muy pronto las decisiones conciliares. En Alemania, a los emperadores les habría gustado obtener el matrimonio de los sacerdotes. En Francia, por considerar que el concilio atentaba contra el poder real, los reyes negaron su publicación.

DOCTRINA DE TRENTO Grandes hombres de Iglesia dieron un impulso al concilio: San Pedro Canisio, jesuita holandés, recorrió incansablemente Europa y especialmente los países germánicos para poner en práctica la reforma católica. En Milán, San Carlos Borromeo representa el modelo de obispo según el concilio de Trento: llevó una vida austera, reunió sínodos diocesanos, fundó colegios y seminarios.

DOCTRINA DE TRENTO El concilio avivo la fe de los creyentes, aumento la frecuencia de los Sacramentos, dignificó la vida episcopal y sacerdotal; mejoró la formación del clero e impulso el arte, especialmente la arquitectura, pintura y música religiosa, que tuvieron un gran desarrollo en la época del Barroco (siglo XVII). Supuso, además en la jerarquía eclesiástica y en el clero un sentido de cohesión y dirección esencial para la revitalización de la iglesia.

DOCTRINA DE TRENTO Una floración de nuevas fundaciones y santos vivificó la Iglesia: � Además de los jesuitas, los oratorianos de san Felipe Neri y los escolapios de san José de Calasanz, aparecen los oblatos de san Carlos Borromeo y el Oratorio de Jesús para la formación de Sacerdotes de misión y las Hijas de la Caridad de san Vicente Paúl para la atención de los más necesitados. � Entre las órdenes hospitalarias destaca el desarrollo de la obra asistencial iniciada por san Juan de Dios.

DOCTRINA DE TRENTO Teresa de Jesús impulsará la reforma de la orden del Carmen y junto con san Juan de la Cruz extenderá la reforma del Carmelo a los varones. � El monacato femenino se enriquece también con nuevas órdenes, entre las que destacan la orden de la Visitación (salesas) de san Francisco de Sales y santa Juana Chantal, que son monjas contemplativas la compañía de María (de santa Juana de Lestonnac) y las ursulinas (de santa Ángela Merici) con la misión de formar a jóvenes cristianas. �

EXPANSIÓN DE LA REFORMA

EUROPA DESPUÉS DE TRENTO

CUADRO COMPARATIVO GENERAL

RELIGIONES EN EL MUNDO