Hoy en la primera lectura el profeta Isaías nos habla de la grandeza de Dios para nuestra salvación.
Hoy en el evangelio Jesús nos da una gran lección de equilibrio; pero sobre todo de caridad y de perdón. Jn 8, 1 -11 Dice así:
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio.
Y, colocándola en medio, le dijeron:
empezando por los más viejos, hasta el último.
Y quedó solo Jesús y la mujer en medio, de pie.
Palabra del Señor
La enseñanza principal que nos da Jesús es la comprensión, el amor y la misericordia de Dios. Pero también es muy importante pensar: ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a los demás?
Hay una especie de paralelo o semejanza entre la parábola del hijo pródigo y esta escena del encuentro de Jesús con aquella adúltera. Está el centro de amor, que es Jesús o el padre bondadoso, está la miseria, el hijo pródigo y la adúltera, y están los que se creen buenos, pero son peores: el hijo mayor y aquí los fariseos.
No habla el evangelio del arrepentimiento de aquella mujer. Parece que era imperfecto como el del hijo pródigo. Aun así le bastó a Jesús para concederle el perdón. Los fariseos no piden perdón y, como “el hermano mayor” se encierran en su odio y egoísmo.