DOMINGO VIII Tiempo OrdinarioCiclo C Saca primero la

DOMINGO VIII Tiempo Ordinario-Ciclo C “Saca primero la viga de tu ojo” BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano

ORACIÓN COLECTA DEL DOMINGO VIII, T. O. - C “Que los acontecimientos de este mundo, Padre nuestro, se orienten para nuestro bien según tus designios de paz y que tu Iglesia pueda alegrarse de poder servirte con entrega y serenidad”.

«Es bueno darte gracias, Señor» Salmo (91)

La semana pasada Jesús nos llamaba a amar hasta el extremo. Esta semana quiere ayudarnos a ser capaces de seguirlo y obedecerlo. Nos ofrece pautas para orientarnos.

Lucas 6, 39 - 45 “En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos esta comparación : ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Si la conversión es un largo caminar, necesitaremos de guía. Pero no será la guía de un “ciego” como nosotros mismos. No de alguien que tenga el corazón endurecido, los ojos cerrados, alguien que no quiere ni sabe encontrar a Dios. El guía será Jesús, que es el único camino (que nos conduce), la verdad (que debemos creer) y la vida (que nos vivifica)San Luis de Montfort

Pues el discípulo no es superior a su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

Siempre necesitaremos maestros terrenales, que sean amigos del Señor. Así seremos discípulos de Jesús, el Maestro, llamados a compartir su destino, obedientes y fieles, alejados de toda soberbia. Sin humildad no hay conversión.

¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la pelusa del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Todos sabemos cómo actúa el hipócrita : no hay concordancia entre lo que piensa/siente y dice/hace. Aparenta falsamente ser bueno. Y, a fuerza de engañar a otros, acaba engañándose a sí mismo, haciéndose ciego para su propia realidad. Hipócritas son todos los que se creen justos y buenos y no hacen ningún esfuerzo por convertirse. Sustituyen la verdad por lo que quieren creer. Los que guían a otros deben cuidarse mucho de la hipocresía, para no ser “ciegos guiando a otros ciegos”. Porque el riesgo de la hipocresía nos asecha a todos los cristianos. Por eso San Pedro nos manda abandonar toda clase de maldad, hipocresía, engaño y envidia. 1 Pe 2, 1

No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas.

Hemos sido sembrados para fructificar, cooperando con Dios. Somos como árboles, nacemos, crecemos, nos renovamos, plantados en diferentes terrenos y soportando diferentes condiciones. Nuestras apariencias pueden ser engañosas, pero son nuestros frutos, nuestras acciones, los que nos dan a conocer. Y finalmente será el juicio de Dios el que decidirá nuestro destino final, según los frutos que hayamos ofrecido.

El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de su fondo malo saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca”. Palabra de Dios.

Para nosotros el corazón evoca afectividad. Pero para los hebreos era el interior de la persona, mucho más que sentimientos, eran los recuerdos, los pensamientos, los proyectos y las decisiones. Y aunque también el corazón puede tener dobleces al manifestarse, a Dios no se le puede engañar porque “Dios mira al corazón” 1 Sa 16, 7 Y Jesús nos enseña a estar alertas para no ser engañados. No hay mérito en dejarse engañar.

"No te aconsejes del que te mira con desprecio, y de los que te envidian oculta tus planes; ni te aconsejes con mujer sobre su rival, con cobarde acerca de la guerra, con negociante respecto del comercio, con comprador sobre la venta, con malvado sobre la gratitud, con cruel sobre la generosidad, con perezoso sobre cualquier trabajo, con temporero sobre el término de una obra, con siervo ocioso sobre un trabajo grande: no cuentes con éstos para ningún consejo. Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es según tu alma, y que, si caes, sufrirá contigo. Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él…. Y pídele a Dios que te mantenga en el camino de la verdad" Eclesiástico 37, 10 ss Barthimeus, Instituto para el Progreso Humano «Sean misericordiosos, como también su Padre es misericordioso» Lc 6, 36