Ciclo B Domingo XX del Tiempo Ordinario Mi
Ciclo B Domingo XX del Tiempo Ordinario «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida»
Primera Lectura Proverbios 9, 1 -6 1 La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, 2 inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa. 3 Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: 4 «El que sea incauto, que venga aquí» . Y al falto de entendimiento, le dice: 5 «Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. 6 Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia» . Palabra de Dios Te alabamos Señor
«Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado» La «sabiduría» es un don divino. Quien camina en «sabiduría» alcanza la «vida» demuestra ser «sabio» . La contemplación de la naturaleza, la reflexión sobre la historia y la meditación de los vaivenes de la vida son el alimento del sabio. La experiencia, propia y ajena, y la revelación de lo alto ayudan a ordenarlos y a comprenderlos de alguna forma.
Sobre la creación y sobre el hombre, en particular, hay un ser que lo ordena y dirige todo. Orden y concierto en todo lo creado. Están, al mismo tiempo, sembrados de paradojas y contrastes. El hombre es menguado de inteligencia y de corta duración. La Sabiduría, personificación de saber divino, «orden» y «providencia» , le sale al encuentro y se le ofrece abiertamente. Es un don de Dios.
Un palacio suntuoso, un banquete espléndido, una invitación cordial a todos. Invita con sencillez, acoge benigna, sacia con prontitud. Reparte el pan de la vida y escancia el vino de la inmortalidad. Gratis, gustosa, atractiva. A los hambrientos, a los sedientos, a los sencillos. Llama a los incautos, espolea a los inexpertos. Es el arte del «buen vivir» .
La vida está en el camino de la «prudencia» . La falta de «juicio» , llevan a la muerte. La «sabiduría» comienza por el temor de Dios. El «sabio» invita a caminar según los preceptos del Señor. En ellos encontraremos la vida. Pues Dios hizo la vida, no la muerte. Es un bien ofrecido a todos los hombres. ¡Venid: comed y bebed! La Sabiduría, personificación, se revelará persona, Cristo, Sabiduría de Dios, Sabiduría nuestra.
Salmo 34(33) 2 -3. 10 -11. 12 -13. 14 -15 2 Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. 3 Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren. 10 Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. 11 Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. 12 Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor. 13 ¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices? 14 Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas. 15 Apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue tras ella.
«Gustad y ved qué bueno es el Señor» La experiencia religiosa está siempre revestida de nuevos matices. Dios es inabarcable. Hay que repetir una y otra vez el intento de «gustar» y de «ver» que bueno es el Señor. Nuestra condición actual lo necesita. Nos limitan el espacio y el tiempo.
La bondad del Señor se hace sentir de diversas formas y en distintos momentos. También nuestra actitud es diferente: pedimos, esperamos, agradecemos, contemplamos, reflexionamos, consideramos. Queremos bendecir al Señor en todo momento. Cuando llueve y cuando no llueve; cuando tenemos y cuando no tenemos; cuando estamos sanos y cuando estamos enfermos: Siempre.
Los versos presentan un carácter marcadamente sapiencial. El salmista quiere darnos una instrucción para alcanzar la vida y días de prosperidad. La última estrofa señala el camino: Guarda tu lengua del mal… busca la paz y corre tras ella. El camino del Señor es el camino de la vida. El salmo nos invita a reflexionar. Reflexionemos y actuemos en consecuencia.
Segunda Lectura Efesios 5, 15 -20 15 Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas 16 que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. 17 No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor. 18 No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo. 19 Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. 20 Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Palabra de Dios Te alabamos Señor
«Daos cuenta de lo que el Señor quiere» El cristiano está iluminado por la fe. La fe obliga a ver las cosas en una dimensión que el ojo humano, por si mismo, no puede descubrir. La fe, aunque en cierta oscuridad, aprecia el sentido auténtico de las cosas y de los acontecimientos en su verdadero valor, en su relación con Dios.
La fe, con todo, hay que ejercitarla; corre el peligro de atrofiarse. Y ejercitarla en cada momento y en cada acontecimiento de la vida. Pues el cristiano es un ser que camina. Debemos aprovechar al máximo el valor que cada cosa y momento nos brindan. Es cosa de sabios. Debemos reflexionar y actuar. Sería una insensatez portarse de otra forma. En todo y ante todo busquemos la voluntad de Dios como hombres maduros y conscientes del fin que les espera.
Las bebidas producen más sed y las comidas más hambre. El hombre no se une realmente con Dios. La vibración auténtica, -paz, alegría, gozo, seguridad, entusiasmo, etc- viene del Espíritu Santo. El Espíritu «llena» , «ilumina» , «anima» , «consuela» , «levanta» y «empuja» de forma auténtica. Las reuniones cristianas llevan pues otro aire. Son auténticos «banquetes» , «ágapes» , donde la comunión fraterna de amor y comprensión se funda en la comunión con Dios en Cristo.
Lectura del Santo Evangelio Juan 6, 51 -58 51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo» . 52 Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne? » . 53 Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55 Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57 Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente» . Gloria a Ti, Señor Jesús Palabra de Dios
«Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida» Luego de haber dicho de sí mismo que Él era el verdadero Pan del Cielo, Pan vivo que da la vida a quien lo coma, el Señor añade que ese pan del que habla «es mi carne» . Esta afirmación suscita el inmediato escándalo y alboroto de la multitud de judíos que lo seguían y escuchaban.
En seguida reafirma lo dicho anteriormente e introduce otro elemento nuevo que hace más escandalosa aún la anterior afirmación, si todavía cabe serlo: «si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes» . El Señor Jesús deja entrever que el Pan que Él va a dar a sus discípulos es su misma Persona, que lo que ofrecerá no es tan sólo un pedazo de carne inerte, sino que en ese Pan se entregará todo Él, vivo y viviente, a fin de comunicar su misma vida a quien crea en Él y lo coma.
Esto queda claro en la noche de la última Cena, cuando el Señor tomó pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo diciendo: “Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22, 19 -20)
El pan eucarístico no es un símbolo, sino que es verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo, es el Pan Vivo que lo contiene a Él, sacrificado y resucitado. Es así como lo entendieron y transmitieron los cristianos que conocieron al Señor o a sus Apóstoles.
Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.
PAN VIVO EN UN MUNDO MUERTO Baja del cielo, Señor, y despierta en nosotros el apetito por el pan que se cuecen el horno celestial. Baja del cielo, Señor, para que, después de vivir aún sin vivir, nos alimentemos con aquello que nos ayudará a vivir eternamente. Baja del cielo, Señor, y –de paso- bájanos a nosotros de las nubes para que, comprendamos que no se vive mejor sino cuando se está viviendo en Ti y por Ti. Baja del cielo, Señor, y si nos parece imposible comer tu carne el que Tú entres dentro de nosotros abre nuestro entendimiento y nuestra inteligencia para que podamos descubrir, que en lo invisible, se encuentra el secreto más profundo de tu presencia. Baja del cielo, Señor, y, si quieres, danos un adelanto de vida eterna: vivir en caridad para podernos presentar con las manos vacías acrecentar nuestra fe, para prepararnos al encuentro contigo andar en la esperanza, para nunca desviarnos de tu camino. ¡Baja, del cielo, Señor! Y, danos un sorbo de tu bebida un sorbo de tu sangre un sorbo de esa auténtica bebida con sabor a entrega, sacrificio y amistad verdadera. ¡Baja, del cielo, Señor! Para que, cuando te veamos en el altar sepamos que, no estás sólo, que vienes en nombre de un Dios que, una y otra vez, apuesta por el hombre ama al hombre y alimenta al hombre con un fin supremo: darle vida y de la buena, la Eterna. Amén. Oración: P. Javier Leoz
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