Reconocieron a Jess era para ellos un gran

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Re-conocieron a Jesús era para ellos un gran desconocido. Creían que le conocían bien.

Re-conocieron a Jesús era para ellos un gran desconocido. Creían que le conocían bien. Pero no le conocían. Le habían echado encima todos los mantos, prejuicios y mitos del Mesías Davídico, y, debajo de tanto ropaje, Jesús queda irreconocible. Jesús desaparecía bajo el fardo de innumerables interpretaciones de sabios Escribas, que no hacían más que proyectar sobre la Escritura sus propios prejuicios. Ahora, de pronto, le conocen, le re-conocen, le vuelven a conocer. Ahora, Jesús mismo les enseña a leer bien. ¡Qué importante! Aprendieron a leer las Escrituras desde Jesús, no al revés. Antes leían lo antiguo y vestían con ello a Jesús. Y quedaba fatal, el vino nuevo enterrado en los posos de los odres viejos. Ahora interpretan las Escrituras a la luz de Jesús. Y se iluminan, se entienden, se ve qué viejo es lo viejo, cuántos añadidos meramente humanos contiene. Se ponen a la mesa, Jesús parte el pan, y se les abren los ojos: ¡ las inolvidables comidas de Jesús, abiertas a todos, incluso a ellos, que ya se marchaban, desilusionados! Reconocieron a Jesús en su situación más personal: La cena con los amigos, y en el signo más representativo: el pan. José Enrique Ruiz de Galarreta Texto: Lucas 24, 13 -35 / Tercer domingo de Pascua –AComentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez. Música: Mozart. Concierto clarinete.

Uno es Cleofás. ¿El otro-a? Si hubiera sido hombre se le hubiera nombrado…

Uno es Cleofás. ¿El otro-a? Si hubiera sido hombre se le hubiera nombrado…

Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús,

Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban ofuscados y no eran capaces de reconocerlo. El relato, exclusivo de Lucas, sigue en el tono de alegría y entusiasmo, recoge temas muy apreciados y repetidos en su evangelio: el camino, la revelación progresiva, la fe, la hospitalidad… Como siempre, Jesús toma la iniciativa , se acerca sin prisa, sin forzar la marcha, camina en nuestra misma dirección, a nuestra altura, a nuestro ritmo, nos encuentra donde estamos. Jesús siempre camina con nosotr@s, aunque nuestros ojos, a veces, no sean capaces de reconocerlo.

Jesús me hace esa misma pregunta. ¿Qué le respondo? ¿Qué es lo que me

Jesús me hace esa misma pregunta. ¿Qué le respondo? ¿Qué es lo que me preocupa y lo que me ocupa mientras camina? ¿De qué hablo? ¿Qué me pregunto? ¿Qué pregunto? ¿Mis conversaciones son profundas, alegres, positivas, constructivas? ¿Es Jesús y el Reino -justicia, solidaridad…tema frecuente en mis conversaciones? La tristeza no es el sentimiento propio de las personas creyentes. ¿Camino por la vida con cara y actitud de alegría, de paz, de confianza? Él les dijo: -¿Qué conversación es la que lleváis por el camino? Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: -¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días? Él les preguntó: -¿Qué ha pasado?

Ellos contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras

Ellos contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Bien es verdad que algunas de nuestras mujeres nos han sobresaltado, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo hallaron todo como las mujeres decían, pero a él no lo vieron. Esperaban…pero ya no esperan. Se aferran a sus expectativas, sin creer en lo que Jesús había dicho. Conocen de memoria las Escrituras, tienen todos los datos, pero les falta la fe que les da sentido. Aplican a Jesús su propia interpretación de la Palabra. No podían olvidar al Maestro, sus palabras, sus proyectos, sus signos, su fuerza, su verdad, tanta misericordia. . . Y no podían olvidar la dramática condena y la ejecución en la cruz. Piensan que la cruz ha sido el final. Jesús nos va a enseñar la diferencia entre la auténtica esperanza y las falsas ilusiones, entre el plan de su Dios y los propios planes, entre lo que nos gustaría que suceda y lo que sucede en realidad.

Entonces Jesús les dijo: -¡Qué torpes sois para comprender, y qué cerrados estáis para

Entonces Jesús les dijo: -¡Qué torpes sois para comprender, y qué cerrados estáis para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era preciso que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria? Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de él las Escrituras. Creer en la resurrección, captar todo su alcance, es un proceso, requiere tiempo. También a nosotr@s Jesús nos explica las Escrituras. Nos dice que en ellas encontramos las palabras que nos ayudan a pasar de la oscuridad a la luz, de la tristeza a la esperanza, de la soledad al gozo del encuentro, del miedo a la coherencia y valentía. Acudimos a la Palabra con preguntas y ella nos cuestiona. Nos recuerda que a Jesús lo encontramos en las personas, principalmente en las empobrecidas y excluidas. La Palabra nos revela al Dios de Jesús y a nosotr@s mism@s.

Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero

Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron diciendo: -Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo. Y entró para quedarse con ellos. No es una invitación de compromiso, es un grito del alma. Jesús es nuestro compañero de camino. Nos acompaña siempre y nos enseña a acompañar. Quiere que le invitemos a quedarse con nosotr@s siempre, cuando todo es luminoso y cuando está oscureciendo. Jesús se queda, siempre está con nosotr@s. Podemos hablar con Él, comentarle nuestras vivencias cotidianas y personales. Junto a Jesús siempre hay luz, sosiego, paz, alegría… Con Él siempre amanece.

Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo

Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. La inercia, la tristeza, las falsas expectativas impiden percibir la realidad. ¿Nos reconocen a l@s cristian@s por compartir nuestro pan, nuestro tiempo, nuestra solidaridad, nuestra alegría. . ? ¿Nos reconocen por nuestra lucha por la paz y la justicia? ¿Reconoce alguien a Jesús a través de nuestras palabras y de nuestros gestos? Una vez recuperada la fe, ya no hace falta la presencia física. Ya no se necesita ver para creer.

Y se dijeron uno a otro: -¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en

Y se dijeron uno a otro: -¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once y a todos los demás, que les dijeron: -Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. La fe trae consigo conversión, dar la vuelta. El viaje de ida es triste, pesimista, con los ojos cerrados, con gran desilusión. Pero ha sucedido algo decisivo: Jesús ha salido a su encuentro. Han recuperado la fe y la esperanza. Y vuelven llen@s de alegría, abiertos los ojos del corazón y de la inteligencia, con entusiasmo, impacientes, con ilusión y necesidad de anunciar la Buena Noticia. El encuentro será una fiesta. Dar testimonio es la alegre tarea de las seguidoras y seguidores de Jesús.

Y ellos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo

Y ellos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. ¿Y nosotr@s? ¿Se nota algún cambio en nuestra vida? ¿Lo contamos? ¿Estamos todavía en el "viaje de ida”, o en el “viaje de vuelta”? ¿Todavía en la penumbra y la tristeza, o ya en la luz y la alegría? ¿En la cobardía o en la valentía del testimonio? ¿Siento que progreso en la actitud de confianza, de alegría y luz interior? ¿Lo disfruto y contagio? ¿En qué influye la Buena Noticia de Jesús en mi vida? ¿Puedo decir que l@s demás me ven con cara pascual, ante las personas y los acontecimientos? ¿Con qué gestos doy testimonio creíble “de lo que he visto y oído”? ¿Dónde, en quién reconozco a Jesús?

Que ¿dónde estoy me preguntas? A tu lado estoy, amigo, en la noche de

Que ¿dónde estoy me preguntas? A tu lado estoy, amigo, en la noche de la espera, en el alba de la vida, en el viento de la sierra, en la tarde despoblada, en el sueño que no sueña, en el hambre desgarrada y en el pan para la mesa, en el gozo compartido y en la aislada amarga pena (. . . ) En el silencio sellado y en el grito de protesta. En la cruz de cada día y en la muerte que se acerca. En la luz de la otra orilla y en mi amor como respuesta. (. . . ) Que ¿dónde estoy, me preguntas? A tu lado estoy, amigo; vivo y camino en la tierra, peregrino hacia Emaús para sentarme a tu mesa; al partir de nuevo el pan descubrirás mi presencia. Estoy aquí, con vosotros, con el alma en flor despierta, en esta Pascua de amor galopando por las venas de vuestra sangre empapada de un Dios que vive y sueña. Que ¿dónde estoy, me preguntas? . A tu lado estoy, amigo; desnúdate a la sorpresa, abre los ojos y mira hacia dentro y hacia fuera, que en el lagar del dolor tengo mis gozos y penas, y en la noria del amor, yo, tu Dios, llamo a la puerta. Que ¿dónde estoy, me preguntas? EN TU VIDA, es la respuesta. Antonio Bellido