Gracias, Señor, por ser consuelo para quienes lloran junto a mi.
Gracias por aquellos que me confían su dolor y sufrimiento. . . esperando alivio y posible solución
Gracias, porque me enseñas a escuchar sus confidencias. . .
GRACIAS, porque con tu ayuda, puedo indicarles el camino.
En los momentos de desánimo: Tú me has llevado a su lado.
Tú permites que mis alumnos me confíen un secreto. . .
Gracias, Señor, porque Tú me das fortaleza para seguir caminando y acompañar la vida de muchos alumnos.
Porque tengo amor para dar… …las personas son capaces de confiar en mi.
Gracias, Señor, porque nos enseñas a llevar a otros
¡Gracias, porque podemos contar siempre con María, la Madre que nos guía, que acompaña nuestra tarea educativa y nuestra vida.
Ayúdanos, Señor, a ser aljibes que se llenan, por el estudio y la oración, de ciencia y virtud para después repartir.
Y gracias, Señor, porque cada encuentro, cada reunión, es un proyecto tuyo. “El mundo está en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y que se atreven a correr el riesgo de vivir sus sueños”.