Cenienta Segn Cenicienta Autores Wendy Agull Damin Guelerman

Cenienta Según Cenicienta Autores: Wendy Agulló Damián Guelerman Producciones de 2º / 2002 Docentes: Patricia Blanco Coordinadora: Vanina Estévez Asistente del Área: Hernán Flores Directora: Florencia Suárez Vela

Yo tengo un padre viudo, dos hermanastras feas y gordas y una madrastra. Nunca nos llevamos muy bien porque ellas siempre me maltrataban, molestaban y me obligaban a hacer todas las tareas de la casa. Un día, yo que era la que más limpiaba, recibí una carta del príncipe que invitaba a todas las mujeres de la ciudad a un baile. Mis hermanastras no me dejaban ir porque decían que la invitación era solo para la gente que tenía mucho dinero. Luego me dijeron que les haga los vestidos. Mis hermanastras querían un collar con dos diamantes. Un vestido era para la gorda y otro para la flaca.

Al día siguiente que era el día del baile, yo les tenía todo listo. Ellas se vistieron con mi ayuda Y se fueron al baile. Apenas las vi salir, me fui a llorar al hogar lleno de ceniza y desde ahí me llamaron Cenicienta. A la noche muy tarde regresaron del baile muy contentas y se fueron a dormir. A otro día, ellas tenían otro baile en ese mismo lugar. Entonces yo les arreglé los vestidos para que nadie se diera cuenta que eran los mismos del día anterior. Ellas otra vez no me dejaron ir a pesar que las ayudé con todo lo que necesitaban. Y como panchas por su casa cerraron la puerta de un portazo al salir para el baile.

Yo lloraba desconsoladamente: - ¿Por qué esto me pasa a mí? - me preguntaba. De pronto apareció mi hada madrina y me dijo: - Hay Cenicienta ¿qué es lo que te pasa? - Es quería ir a un baile y mis hermanastras no me dejaron porque no tenía un vestido lujoso - muy triste contesté. - Yo voy a hacer que vayas a ese baile. Entonces con su varita mágica me cambió mi vestido rotoso y sucio por uno hermoso. Luego me dijo que traiga una calabaza, seis lacayos y un caballo. La calabaza la convirtió en carroza, los lacayos en caballos y el caballo en cochero y me dijo: - Recuerda, tienes que venir antes de la media noche y si vuelves después, se romperá el hechizo y todo volverá a estar como antes.

Y fui al baile. Estaba todo muy lindo, había lámparas de oro colgando, tenían 100 metros de largo y 100 de ancho. Estaba lleno de cuadros muy luminosos y valiosos. Me divertí mucho allí y bailé toda la noche con el príncipe. Apenas sonó la campana de las doce, me fui corriendo y en las escaleras del palacio se me cayó uno de mis frágiles zapatitos de cristal en uno de los escalones. Cuando llegué a mi casa, todo volvió a la normalidad hasta que llegaron mis hermanastras y me dijeron que había estado una hermosa jovencita y seguramente me hubiera encantado conocerla. Y yo pregunté: -¿Cómo se llamaba? Y me dijeron que no sabían.

Un hermoso día el príncipe anunció a todas las hermosas mujeres de la ciudad que había encontrado un zapato que se casaría con aquella persona a quien le correspondiera. Fue casa por casa probándoselo a las mujeres. Cuando llegó el turno de nuestra casa, se lo probaron a mis hermanastras pero no le quedaba a ninguna de las dos y dije: - ¿A ver si a mi me queda? Y mis hermanas se echaron a reír pero: - Ja, ja, mirá si a ti te va entrar con esos pies tan sucios que tienes -me dijeron burlándose. Pero a mí me quedó pero muy bien y el príncipe dijo que se iba a casar con migo, y mis hermanas me pidieron perdón. Me casé con el príncipe y vivimos felices para siempre. Volver