MiguelA El gallo de la granja El viejo

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Miguel-A. “El gallo de la granja”

Miguel-A. “El gallo de la granja”

El viejo gallo del granjero había muerto hace una semana. Y fue a la

El viejo gallo del granjero había muerto hace una semana. Y fue a la tienda a comprar otro: - ¡Buenos días! Quiero un gallo para cubrir mis gallinas. - ¿Cubrir qué? -preguntó, extrañado, el dependiente. - Quiero decir, para que se pongan llocas. - ¿Ponerse qué? . - Vale, repito, que empollen. - ¡Sigo sin entender!. - Bueno, vale. . . , pues eso. . . un gallo. . . que sea gallo. - Aquí tenemos un gallo japonés. . . precioso. . . con carta genealógica. Al granjero le parece que es carísimo, pero regatea. . . consigue un descuento. . . Y, aunque el precio le sigue pareciendo caro, opta por comprarlo.

De vuelta a la granja, el granjero suelta al gallo con las gallinas. El

De vuelta a la granja, el granjero suelta al gallo con las gallinas. El gallo no se adapta, y durante toda una semana permanece acurrucado en un rincón. - ¡Mierda de gallo japonés! ¡Para eso no te he traído aquí! -dice, enojado, el granjero, dando un zapatazo al gallo. A continuación, se lo lleva para devolver al tendero.

El tendero se niega a devolver el importe de la venta, y se lo

El tendero se niega a devolver el importe de la venta, y se lo cambia por un gallo francés de colorido plumaje y, también, con carta genealógica. El granjero no queda convencido, porque el gallo francés, a primera vista, le parece “marica”, pero no tiene más remedio que aceptar el canje.

De regreso a la granja, el granjero suelta al gallo en el gallinero. Y

De regreso a la granja, el granjero suelta al gallo en el gallinero. Y sucede lo mismo que la vez anterior. Las gallinas no aceptan al gallo francés, y éste se retira a un rincón para acurrucarse. - ¡Mierda de gallos extranjeros! ¡Eso les pasa por no saber español y poder comunicarse con las gallinas!. Pega un zapatazo al gallo francés. . . lo agarra. . . y lo lleva a la tienda para descambiarlo.

- ¡Quiero un gallo español! -exige el granjero al tendero. - Lo siento. No

- ¡Quiero un gallo español! -exige el granjero al tendero. - Lo siento. No tenemos gallos españoles. Y comienza una trifulca, porque el granjero sólo acepta gallos españoles, y el tendero se niega a devolver el importe inicial. Entonces interviene el mozo de almacén, diciendo que él tiene un gallo que ganó el domingo en una fiesta, trepando a lo alto de una cucaña, donde lo habían colgado. El tal gallo estaba bastante desplumado, y, aunque, en principio, no es del gusto del granjero, después de haber armado la citada trifulca, no tiene más remedio que aceptarlo.

De vuelta a la granja, el granjero suelta al gallo en el gallinero. El

De vuelta a la granja, el granjero suelta al gallo en el gallinero. El gallo español sí parece saber para que lo han llevado allí. Una por una, se tira a todas las gallinas. Acabado con las gallinas, se tira a las pollas. El granjero lo amonesta, aduciendo que eso es “abuso de menores”. Luego, el granjero le sorprende tirándose a las conejas. Le reprocha que, eso es “zoofilia”. Más tarde el grajero se percata de que el gallo está tirándose a las ovejas. Harto, y dándose cuenta de que el tal gallo era imparable en sus apetencias sexuales, lo encierra en una jaula.

A la mañana siguiente, el granjero halla la jaula vacía y la puerta abierta.

A la mañana siguiente, el granjero halla la jaula vacía y la puerta abierta. Piensa que su gallo puede ser un peligro para las granjas vecinas. Por ello, sube a su burro, y va en busca del gallo.

Por fin, el granjero halla al gallo tendido en el suelo del camino, mientras

Por fin, el granjero halla al gallo tendido en el suelo del camino, mientras los cuervos esperan el momento oportuno para devorar el cadáver. - ¡Pobre gallo! ¡Se me ha muerto! ¡Después de todo, no era tan malo! se lamentó, en voz alta, el granjero. El gallo abre un ojo. . . mira al granjero. . . y le replica: - ¡Chist! ¡Cállate, cabrón! ¡Que me espantas a las morenitas!.