Fiesta de Todos los Santos Ciclo C Alegraos

Fiesta de Todos los Santos. Ciclo C Alegraos y regocijaos § § § SALVADOS. Fiesta de la alegría y el agradecimiento. Dios ha puesto su sello (signo de pertenencia) en aquellos que han permanecido fieles y constantes, aquellos que han cuidado y cultivado su fe, aquellos que han vivido asentados, protegidos, sostenidos, fortalecidos y acompañados por un Dios que nunca abandona. Ellos han recibido la salvación, es decir, han encontrado el sentido pleno de la vida junto a Él. Y lo han hecho partiendo de su propia singularidad, desarrollando sus cualidades, sus dones y carismas desde la relación profunda con Dios y la entrega sencilla a los demás. HIJOS. Fiesta de familia. Dios nos quiere como hijos, nos ama con amor eterno, nos invita a descubrir sus huellas en nuestra vida, nos llama a prepararnos para descubrir lo más esencial de nosotros para cuando se manifieste plenamente. Como Padre amoroso quiere nuestro bien, nuestra felicidad, nuestra plenitud. Sufre con nosotros y se alegra con nosotros. Y si todos somos hijos, todos somos hermanos: encuentro fraterno que nos lleve a construir un mundo de relaciones más fecundo y más humano. BIENAVENTURADOS. Fiesta de compromiso. El ejemplo de tantas personas sencillas y anónimas que han ido haciendo su pequeña aportación para que el Reino se desarrolle, nos sirve de estímulo para hacer nosotros lo mismo. Santo no es el perfecto, el que se aleja de la realidad y vive “en las nubes”, sino el que se implica en la vida encarnando el modelo de felicidad que proponen las bienaventuranzas. Santo es quien ha tomado la decisión de seguir a Jesús, de poner en práctica su mensaje de acuerdo a sus cualidades y carismas, e intenta identificarse cada vez más con Él. Santo es el que, por los caminos de lo diario, de lo sencillo y de lo humano, sabe vivir en austeridad, compartiendo la vida con quien está cansado y agobiado, quien sabe permanecer fiel, resistir y asumir cuando llegan los momentos malos, quien muestra misericordia y compasión ante todo dolor humano, quien vive desde la transparencia de su propia realidad sin ocultar fragilidades y fallos, quien trabaja para que haya encuentro, reconciliación, paz y diálogo constructivo… quien tiene sensibilidad ante el sufrimiento y ayuda a superarlo Felices quienes se entregan por completo en cada momento, como si fuera lo más importante que deben realizar en ese instante. Felices quienes son consecuentes con sus creencias y convicciones, y perma necen en una continua fidelidad, creativa y libre. Felices quienes mantienen la memoria de los que les han enseñado, de los que les han dado ejemplo, de los que han dado su vida por los demás. Felices quienes aman la vida y todo lo que implica, quienes desean vivir y dar vida en plenitud a los otros. Felices quienes saben prescindir de las comodidades, de la buena apariencia, y se mueven como pez en el agua en zonas conflictivas. Felices quienes son perseguidos por las posturas que toman ante el dolor y las injusticias de los más humillados. Felices quienes adquieren el alto conocimiento de que nunca serán felices plenamente si no se entregan y su yo más íntimo se identifica con el otro. Felices quienes no consideran que su vida, su aliento, su sangre, les pertene ce, si no es por el bien de los demás hasta llegar, en situaciones límite, a entregarla por puro amor. [M. A. M. B] ************************************* Ten piedad de nosotros, Señor… - Tú que nos quieres y siempre buscas nuestro bien. - Tú que abres las puertas de tu casa para quien quiera volver. - Tú que nos incorporas a tu familia y no dejas que nos lleguemos a perder. - Tú que fortaleces nuestros cansancios para que nada nos pueda vencer. *********************************** Haznos santos, Señor, como tú eres santo… § para vivir según la gracia que tú nos has dado. § para buscar tu Reino con empeño y sin descanso § para trabajar por la justicia y el bien de los hermanos § para descubrir los signos de bondad que acontecen a nuestro lado § para proclamar y anunciar la alegría de sentirnos por ti habitados. § para alimentarnos con tus sentimientos y seguir tus mandatos § para crecer en la confianza de que tú nunca vas a abandonarnos. § para derribar los muros y traspasar las fronteras que vamos creando. § para caminar por tus caminos siguiendo las huellas que nos has dejado § para entrar en el silencio y escuchar el grito de los hermanos § para vencer los miedos que nos encierran y van paralizando Me has marcado con el sello de tu amor. Guías mis caminos y me das orientación. Enciendes las luces apagadas que hay en mi interior. Fortaleces mis cansancios, disipas mi miedo y mi temor. Me llevas de la mano, me ofreces tu perdón. Habitas mis deseos, sosteniendo mi vocación. Por todo ello, te doy gracias de todo corazón

Lectura del libro del Apocalipsis (7, 2 -4. 9 -14): Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios. » Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero. » Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén. » Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido? » Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás. » Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero. »

Salmo 23, 1 -2. 3 -4 ab. 5 -6 R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R/. Quién puede subir al monte del Señor? Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R/. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1 -3): Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1 -12): Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. »