VIA LUCIS VOCACIONAL ORACIN Seor gracias por haber

VIA LUCIS VOCACIONAL ORACIÓN Señor, gracias por haber querido que yo sea una misión, no un cajón cerrado con llave. Gracias por haberme creado para Ti y para servirte con alegría en quien más lo necesita. Si no me has hecho para guardarme, sino para ofrecerme a los demás; si todas las cualidades y carismas que has puesto en mi persona no son para mí, sino para otros. . . , entonces, Señor, ¿para quién soy yo? ¿Para quién son mi mente, mi corazón, mis manos? ¿Quiénes son los que me esperan como un regalo tuyo? Jesús, Tú que eres el Maestro —Maestro de amor a la humanidad, Maestro de felicidad, Maestro de entrega—, enséñame a llegar hasta aquellos a quienes has querido enviarme. Amén. Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

I ESTACIÓN: JESÚS RESUCITA. Vida-Vocación. V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. “Porque yo os trasmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras” (1ª Cor. 15, 4 -5). “¿Para quién soy yo? ” es el mensaje de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada por las Vocaciones Nativas. Es el papa Francisco quien invita, especialmente a los jóvenes, a formularse esta pregunta inesperada: … «Muchas veces, en la vida, perdemos tiempo preguntándonos: ‘Pero ¿quién soy yo? ’. Y tú puedes preguntarte quién eres y pasar toda una vida buscando quién eres. Pero pregúntate: ‘¿Para quién soy yo? ’» [Discurso, 8 -4 -2017]. Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros” (Christus vivit, 285 -286). Vivir sin responder es como estar muerto, por el contrario la luz pascual ilumina nuestra vida llenándola de ilusión, de entusiasmo, de emoción y así tengamos el coraje para vivir la aventura de las bienaventuranzas, el afán de ser santos. Que nunca sea nuestra vida gris sin vocación ni espíritu. La vocación es una luz que orienta nuestra vida, sintiéndonos bendecidos por el Señor, sus dones se vuelve tarea en nuestra existencia. Rezamos en estación de modo especial para que todos los bautizados vivamos nuestro ser cristiano en clave vocacional y reconozcamos la llamada universal a la santidad. a vivir la fe, la esperanza y la caridad cristiana. Que en los momentos difíciles sepamos vibrar con obras de misericordia, de entrega, de amor. GLORIA. Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

II ESTACIÓN: LA TUMBA VACIA. Búsqueda V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya “El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús” (Lc 24, 1 -4) La tumba se encuentra vacía. Todos los que fueron a la sepultura del Señor no encontraron su cuerpo allí. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ” (Lc 24, 5). Sin embargo todos los que fueron a la tumba en el fondo buscaban algo: ¿recuerdos, respuestas, presencias, sentido, consuelo, esperanza? La vocación, tu vocación y la mía, tienen un recorrido de búsqueda. Buscad el Reino de Dios, cumplid la voluntad del Señor, conocer quién es uno y, sobre todo, para quién es uno. Nunca terminaremos de buscar pues Dios siempre es capaz de sorprendernos, de desinstalarnos, de pedirnos algo más. Pongamos los medios para esa búsqueda y uno de ellos es estar atentos, despiertos, no conformarnos con lo ya hecho. Pero la búsqueda no debe ser en la penumbra de la muerte, ni en la sombra de los muertos, sino en la esperanza de los vivos. Toda vocación debe ser buscada con la luz de Cristo Resucitado. Rezamos de modo especial para que todas las vocaciones humanas como la profesional o la del voluntariado u otras, alcancen su plenitud en la vocación divina. Ahora rezamos por todas las profesiones necesarias como los sanitarios, camioneros, policía, etc. para nuestra asistencia, que el trabajo humano sea servicio al hombre y ofrenda a Dios. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

III ESTACIÓN: JESÚS VISITA A SU MADRE. Oración. V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. En el domingo de resurrección, en muchos pueblos se celebra tempranamente el encuentro de Jesús resucitado con su madre. . Pertenece a la devoción popular. Alégrate María. Nos es evidente que la relación de María con Jesús es peculiar y como dice San Juan Pablo: “Los evangelios no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos, como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de tener también una experiencia privilegiada de su resurrección” No nos es revelado este encuentro, queda en el ámbito de lo oculto. También en toda vocación hay mucho de oculto, de no notorio. Se sospecha pero no se ve, está en la discreción de la intimidad. Esto es toda la vida de oración que hay detrás de cada vocación. De la oración de cada persona, de la oración por ella y, sobre todo, de la oración del mismo Jesús que la elige. Rezamos de modo especial en estación para que los cristianos sintamos llamados a una vida de oración para saber responder a la vocación. Recemos apasionadamente unos por otros, sabiendo que el poder de la intercesión no es por quien suplica sino por quien la escucha. En especial recemos por los que han perdido a alguien que nuestra Madre los consuele. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

IV ESTACIÓN: JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES A MARIA MAGDALENA. Osadía V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. “Resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto no la creyeron. ” (Mc 16. 9 -11) Tanto en el evangelio de San Marcos como en el de San Juan, Jesús se aparece primero a María Magdalena y en san Mateo a un grupo de mujeres. Así son las mujeres las primeras testigos de la resurrección. ¡Qué osadía la de Jesús! Ya que entonces el testimonio de las mujeres no tenía validez. Y así pasó no las creyeron. Nosotros sabemos que el testimonio femenino es tan válido como el de los hombres y Jesús también lo sabía. Pero Jesús es atrevido. En toda vocación hay una nota de osadía y atrevimiento por parte de Jesús. La llamada se convierte en una provocación, en un reto, en un desafío e incluso puede llegar a ser un combate. Hay muchas falsas prudencias para excusarse, razones humanas y mundanas, pero una razón poderosa para atreverse: Jesús Señor de la Vida. Santa “osadía” sea compañera de mi vocación. Rezamos de modo especial en estación para que suscites profetas que sepan iluminar con la luz de la Palabra de Dios las circunstancias de la vida. Que los momentos de desconcierto y dolor nos unan, nos conviertan y nos hagan reconocer la vida como un don que Dios nos da. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

V ESTACIÓN: JESÚS SE APARECE A LOS APÓSTOLES EN EL CENÁCULO. Identidad. V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. “Él se presentó en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros” pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: “¿Por qué os alarmáis? . ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo” Dicho esto les mostró las manos y los pies. ” (Lc 24, 36 -40) Jesús se aparece a los apóstoles y son ellos que tienen que reconocer que el crucificado, aquel con el que convivieron tres años y le vieron hacer signos y le oyeron predicar, ese mismo es ahora el gloriosamente resucitado. Esta identificación es normativa para nuestra fe. Pero a la fe se le oponen el miedo y las dudas. Jesús irá apareciéndose a los apóstoles para que estos disipen estos enemigos de la fe. Les dará su luz para abrir su entendimiento y su paz para vencer el miedo en sus corazones. La vocación tiende a resolver el enigma de mi persona. Siempre es difícil conocerse a uno mismo cuando hay tantos claro-oscuros, y más aún cuando no se tiene la valentía de reconocer lo que uno es. Pero este conocimiento no es una introspección sino una revelación que no puede darse en una vida individualista e intimista. Es necesaria la alteridad del otro para conocerse. Es necesario encontrarse con Jesús para conocer mi vocación cristiana. Es necesario abrirse, ser sincero, contárselo a otro para disipar dudas y miedos. Pidamos para que el Señor suscite acompañantes en el discernimiento vocacional que sepan orientar hacia Jesús. Y en los momentos de pesar sepan hacer ver a Cristo con los signos de su pasión en su carne resucitada. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

VI ESTACIÓN: JESÚS SE APARECE A OTROS DISCIPULOS EN EL CAMINO DE EMAÚS. Esperanza V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. Nos cuenta San Pablo que Jesús se apareció a más de quinientos hermanos (1ª Cor. 15, 6) pero solo tenemos el relato de dos discípulos que iban camino de Emaus. Nos cuenta Lucas (Lc 24, 13 -31) que dos discípulos se volvían, lo dejaban, abandonaban. Ellos esperaban que Jesús fuera el liberador de Israel pero ya están en el tercer día que sucedió la muerte de Jesús, ya no había nada que hacer ni que esperar. Jesús tuvo que caminar con ellos y explicarles las Escrituras para devolverles la fe y la esperanza. Una vez que se fracasa, que es la ruina, la muerte, volver a empezar ¡qué duro!. En el camino vocacional tenemos que aprender no a buscar éxitos sino a saber ser fieles, aunque haya que empezar otra vez. Tendremos proyectos, planes, objetivos, lo contrario sería una actitud contra a la esperanza pero si lo que esperamos se queda corto nos defraudara. Nuestra esperanza tiene que soñar con Jesús resucitado. Recemos de manera especial en estación por todos los que enseñan la Escritura y el mensaje cristiano. Pensamos en todos los ministerios dentro de la Iglesia, concretamente los catequistas. Para que nos mantengamos fieles en el servicio eclesial, a pesar las dificultades o de los pocos frutos, sabiendo que lo que aportamos con amor nunca se pierde. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

VII ESTACIÓN: JESÚS SE APARECE A PEDRO Y CONFIRMA SU MINISTERIO. Confirmación V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. El evangelio de San Lucas confiesa: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón” (Lc 24, 35) y San Pablo confirma “que resucitó al tercer día, según las escrituras, y que se apareció a Cefas y más tarde a los doce” (1 Cor. 15, 4 -6). La aparición a San Pedro alcanza un relieve de máxima importancia en la proclamación de la fe en Cristo resucitado. Todo ello es concorde con la primacía que tiene San Pedro en el grupo de los doce. La cual es confirmada en los relatos de la resurrección en el evangelio de San Juan cuando Jesús se aparece en Galilea a los apóstoles y, a Pedro, después de preguntarle por su amor a él, le manda: “pastorea mis ovejas”. Toda vocación de especial servicio eclesial debe ser de algún modo confirmada por la Iglesia. Es una necesidad de la certeza de la vocación. Llega un momento que hay que dejar el juicio a otro para evitar un autoengaño. Si bien la vocación viene del amor de Dios ha de ser reconocida y confirmada por la llamada de la Iglesia. Recemos en especial por los obispos a quienes les toca reconocer e impulsar en la Iglesia los nuevos carismas, espiritualidades y caminos vocacionales. Para que siempre sepan guiar con sabiduría y santidad a la Iglesia y en especial en los momentos de desolación animar la caridad y misericordia cristiana. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

VIII ESTACIÓN: JESÚS DA PODER PARA PERDONAR PECADOS. Misericordia V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. “Al anochecer de aquel día, el primero de la semana estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por medio a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseño las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. ” (Jn 20, 19 -23) Seguir a Jesús es llegar a tener sus mismos sentimientos, su mismo corazón. Su paz que él nos da y su misericordia. Nunca nos agradecerán todo lo que hacemos e incluso nos criticarán. Esto nos escandalizará si no tenemos un corazón misericordioso que se compadece del que sufre, que ayuda al indigente, que ama al pecador. Por el contrario el misericordioso verá a Dios. Sin la misericordia tenemos el peligro de caer en una espiritualidad mundana. Lo hacemos todo muy bien e incluso con motivaciones religiosas hacemos grandes sacrificios pero no hemos entendido que el mayor sacrificio y el único es la misericordia. Llamados a tener el corazón del Padre, rico en misericordia. Pidamos por las vocaciones sacerdotales para que aumenten en nuestra diócesis y sean imagen del buen pastor, que da la vida por las ovejas, y testigos de su misericordia para así conseguir que las personas humanas nunca sean indiferentes al dolor y a los problemas ajenos. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

Jesús se apareció a los discípulos en Galilea una vez mientras estaban pescando. “Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. orilla; pero los discípulos no sabían que era Aleluya, Aleluya. Jesús les dice: “Muchachos, ¿tenéis R/ Como lo anunciaron las Escrituras. pescado? ” Ellos contestaron: “No”. Él les dice: Aleluya, Aleluya. “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”. La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: “Es el Señor”. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. ”(Jn 21, 4 -7). Después nos cuenta el evangelio que estuvieron pasando un buen rato almorzando con Jesús. La amistad con Jesús reconoce su señorío. La obediencia no tiene solo como fruto la abundancia de pesca sino sobre todo la consolidación de la amistad con Jesús. “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. El Señor nos manda amar como él nos ama. Eso solo es posible desde el encuentro alegre con Cristo. No somos siervos sino amigos que recibimos su afecto, su agradecimiento, su intimidad. Esto nos da la alegría del agradecido, del que da generosamente, del que ama. En medio de las vicisitudes de la vida la paz y la alegría son un buen termómetro de la amistad con Cristo. Por contrario la tristeza mantenida augura siempre la traición a la propia vocación. Pidamos por todas las vocaciones seglares que están en el mundo para que en su dedicación a ordenar las cosas temporales no sean mundanos, no se dejen llevar por las apariencias, por el triunfo, por la ganancia, por el poder sino que teniendo competencia sepan con alegría sembrar paz y servir al bien común de la sociedad. GLORIA IX ESTACIÓN : JESÚS SE APARECE EN GALILEA. Amistad Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

X ESTACIÓN: JESÚS ENVÍA A SUS DISCÍPULOS. Misión V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. Jesús se aparece y encomienda una tarea, una misión. Así lo vemos en el mandato misionero con el que acaba el evangelio de Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo del Espíritu Santo; ensenándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos. ” (Mt 28, 19 -20) “Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad”. “Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio” (GE 19) Pidamos por las vocaciones misioneras que son un paradigma de la vocación cristiana y un signo de la vitalidad de la Iglesia. La radicalidad de dejarlo todo e ir a otro lugar para anunciar el Evangelio nace de vencer el miedo a perder lo que uno tiene y, sobre todo, a tener la esperanza de ganarlo todo en Cristo. Fijémonos en estas vocaciones misioneras pues todos necesitamos concebir la totalidad de nuestra vida como una misión” (Cfr. GE 23) Rezamos por aquellos lugares de misión donde confinarse resulta imposible por la pequeñez de las casas, por la falta de distribución alimentaria, por vivir al día. La necesidad de confinarse provoca un éxodo masivo a veces sin medios alguno de las zonas urbanas a las rurales. Nunca nos olvidemos de ayudar a los que están peor que nosotros. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

XI ESTACIÓN: LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS. Consagración V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. que misionero, verdadero “El “Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. ” (Mc 16, 19) sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie. ” (EG 266). La ascensión no significa que Jesús nos deja. Ya se percibía en las apariciones que la relación con Jesús no podían ser como antes: se aparece, no le reconocen, e incluso a María Magdalena le dice “no me retengas, que todavía no he subido al Padre” (Jn 20, 17). Sí, él permanece cerca del discípulo-misionero pero de otra manera desde su ser en la gloria de Dios. Pidamos por las vocaciones consagradas de institutos religiosos y seculares tan necesarias para la santidad de la Iglesia. Los consagrados no se desentienden del mundo al contrario nos ayudan a vivir en él de un modo nuevo, no materialista, a darnos cuenta de lo verdaderamente importante en la vida y a recordarnos nuestra bendición bautismal. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

XII ESTACIÓN: PENTECOSTÉS. Espíritu V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. ” (Hc 2, 1 -4) ¿De qué sirve una piscina sin agua o una botella vacía? Probablemente para algo pero no para lo que se hizo lo mismo podemos preguntarnos ¿De qué sirve un cristiano sin Espíritu? Igualmente probablemente para algo pero no para su vocación cristiana. Con confianza en la Palabra de Dios: “Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijo, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden? ” (Lc 11, 13) pidamos el Espíritu del Señor. Para vivir la vocación en plenitud debemos acoger los dones y carismas del Espíritu. Recemos por las vocaciones contemplativas ellas nos invitan “si te atreves a adentrarte con tu propio silencio, si con valentía y sin miedo avanzas en la soledad de tu propio corazón, y si corres el riesgo de compartir esa soledad con el otro, también solitario que busca a Dios a través de ti y contigo, entonces de verdad recuperarás la luz y la capacidad de entender lo que está más allá de las palabras” (Tomás Merton). GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

XIII ESTACIÓN: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN EN CUERPO Y ALMA A LOS CIELOS. Maternidad V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. María Icono de la Iglesia, signo de esperanza, modelo de fidelidad. Para entender la maternidad de la Iglesia en nuestra vocación tenemos la cercana maternidad de María “es la madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización” (EG 284) “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes” (EG 288) Rezamos por la vocación a la familia, al matrimonio, a la maternidad. Hacer del mundo un hogar donde se pueda vivir. De la Iglesia una familia donde compartir. La vocaciones femeninas dan ese toque necesario para realizarlo. GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

XIV ESTACIÓN: LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO. Conversión. V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, Aleluya. R/ Como lo anunciaron las Escrituras. Aleluya, Aleluya. A San Pablo una luz le cegó y unas palabras oyó para su conversión. Era Jesús que le preguntaba: ¿Por qué me persigues? San Pablo se siente el último al que el Señor se apareció. Es el encuentro con Cristo lo que hace cristianos. Un encuentro que pide conversión. No pensemos que hemos terminado el proceso de conversión. Convertirse a la cruz de Cristo lo hemos de acometer desde la luz pascual de la resurrección. “Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa”. (Mt 5, 11) San Pablo fue un gran apóstol que llevo el Evangelio a otra cultura pero no fue un francotirador solitario de anuncios de Cristo. El se incorporó a la Iglesia y trabajó en equipo con otros apóstoles, creo comunidades. En nuestra labor debemos también convertirnos al trabajo en comunión. Rezamos por las vocaciones nativas, que necesitan nuestra oración y colaboración, pedimos al Señor que suscite todo tipo de vocaciones con sus carismas en las tierras de misión para que: todo lo que la Iglesia ofrece se encarne “de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse” (Querida Amazonía 6). GLORIA Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

REGINA COELI Reina del cielo, alégrate, Aleluya. Porque el que mereciste llevar en tu seno, Aleluya. Resucitó, según su palabra, Aleluya. Ruega por nosotros a Dios, Aleluya. Gózate y alégrate, Virgen María, Aleluya. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. Dirección Diocesana de Obras Misionales Pontificias y Delegación Episcopal de Misiones de Zaragoza

Autor Via Lucis: D. Alfonso Palos Estaún
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