Teoras de la argumentacin Begoa Carrascal Dpto de
Teorías de la argumentación Begoña Carrascal Dpto. de Lógica y Filosofía de la Ciencia UPV/EHU La Laguna, 26 -9 -2005
De la Consecuencia Lógica al Análisis de la Argumentación y del Razonamiento Ordinario Si bien en el ámbito de las ciencias formales el concepto de consecuencia lógica sigue siendo central, se muestra del todo insuficiente cuando el campo de análisis trasciende el ámbito del razonamiento en disciplinas científicas y, especialmente, el del razonamiento lógicomatemático, abarcando los razonamientos ordinarios aplicados a los tópicos más diversos.
La lógica formal, usualmente, ha adoptado una perspectiva ciertamente limitada y parcial en su acercamiento al análisis de la argumentación. Se ha centrado en el estudio de la corrección deductiva de los argumentos (entendidos únicamente como conjuntos estructurados de proposiciones), sirviéndose para ello del concepto asistemático de validez formal cuya contrapartida sistemática la encontramos en la relación de Consecuencia Lógica (Tarski(1936)).
En los razonamientos ordinarios no debemos dar por supuesto que automáticamente tratamos de derivar con validez lógica una tesis (que ejerce de conclusión) a partir de una serie de premisas. Sin embargo si se debe esperar una transferencia de la aceptabilidad de estas a la tesis.
Es por eso por lo que hoy en día, se acepta comúnmente la necesidad de contar con diferentes métodos críticos para evaluar imparcialmente y de manera racional la fortaleza o debilidad de los argumentos que utilizamos ordinariamente en la vida cotidiana con el fin de contribuir a la "normalización" de nuestras prácticas argumentativas.
Se necesita, en consecuencia, un marco teórico para estimar la aceptabilidad de los argumentos que se utilizan en lenguaje natural en distintos contextos. En este marco, se habrían de conjugar, a nuestro entender, principios dialécticos y pragmáticos con los lógico-formales.
Históricamente, el estudio de la argumentación tiene una larga tradición que se remonta hasta la antigüedad griega y manifiesta su pretensión sistemática especialmente en los escritos sobre lógica (demostración), retórica (persuasión) y dialéctica o erística de Aristóteles. En ellos el poder persuasivo (capacidad de cogencia) y el ideal de prueba concluyente se nos muestran como objetivos complementarios que responden a un mismo ideal racional del discurso asociados, respectivamente, a los campos teórico (científico) y práctico (ética y política).
Sin embargo, a lo largo de la historia, y en gran medida por razones ajenas al análisis mismo de la argumentación, se han visto como tareas distintas y hasta incompatibles que han corrido paralelas o, alternativamente, se han identificado sin más, asimilando la eficacia o éxito de la argumentación a su corrección.
Más recientemente por obra de trabajos como La Nouvelle Rhétorique de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1958) y The uses of Argument de Toulmin (1958), se tiende a una convergencia e integración armónica de los ideales persuasivo y demostrativo tradicionales, mediante una dialectización y contextualización del análisis de nuestras prácticas argumentativas. En esta línea es más explícita la aportación de Hamblin (1970) en su crítica del "tratamiento estándar" de las falacias.
Actualmente las modernas teorías de la argumentación intentan dar una visión de la argumentación que va más allá de la lógica formal. Hay un resurgimiento de la retórica que evita una separación radical entre ella, las técnicas actuales de persuasión no basadas en lógica y la dialéctica. Las ideas teóricas centrales se reconcilian por el estudio del uso del lenguaje (pragmática). Se intenta estudiar la argumentación dentro de discursos más amplios (contextualización) y funcionalización (que justifica la inferencia a partir de determinadas bases).
Recientemente, estos trabajos orientados al análisis crítico de la argumentación han desembocado a partir de los años 80 en la construcción de un marco de análisis pragmáticodialéctico de la argumentación de mano de autores como van Emeren y Grotendoorst (1992) o Walton (1989) y Woods y Walton (1982) con la ayuda de conceptos de la teoría de los actos del habla (Searle (1969)) y de la teoría de las implicaturas conversacionales (Grice (1989)).
No podemos dejar de citar a la escuela norteamericana de lógica informal liderada por Blair y Johnson cuyos objetivos serían a grosso modo los mismos que los de los anteriores pero cuyo planteamiento teórico abarca un plano más teórico y conceptual.
El crecimiento espectacular de la producción en el campo de la argumentación hace que ésta se nos muestre como una materia de estudio susceptible de abordajes diversos, caracterizados normalmente por la profusión de propuestas fundadas en principios, modelos argumentativos y taxonomías varias con terminologías heterogéneas. La necesidad de cierta homogeneización y orden en este campo es, a nuestro entender, necesaria si se pretende avanzar en la investigación de los tipos de mecanismos utilizados en razonamientos ordinarios.
No existe hoy en día una teoría de la argumentación comúnmente aceptada y las diferentes escuelas abordan los distintos problemas y definiciones de muy diversas formas tanto a nivel conceptual como de alcance o refinamiento teórico.
Entre los teóricos que provienen del campo de la lógica formal (los lógicos informales), se manifiesta claramente una tendencia a favorecer los aspectos normativos frente a los descriptivos y se abusa de un concepto informal y ciertamente vago de pertinencia que requiere ser precisado a fin de que cuente con verdadero valor explicativo.
Los que provienen del campo de la lingüística, por su parte, tienen mayoritariamente un objetivo descriptivo de las argumentaciones cotidianas. Sus análisis se suelen limitar al estudio del uso de diferentes partículas o formas que aparecen en los diferentes tipos de argumentación.
Entre las aquellas teorías actuales que intentan conjugar los ideales normativos y descriptivos de las diversas teorías, destacaremos las teorías pragmáticas de la argumentación como las de van Eemeren y Walton.
Estas teorías constituyen, sin duda, un marco prometedor para proporcionar una visión funcional e interactiva (dialéctica) de la argumentación entendida como una modalidad de conducta racional sometida a principios de cooperación orientados a la satisfacción de los objetivos persuasivos o demostrativos tendentes, , en última instancia, a resolver una diferencia de opinión.
Teorías argumentativas actuales Pragmadialéctica Lógica informal Walton
Pragmadialéctica La definición de argumentación propuesta por la escuela holandesa y ampliamente difundida (y aceptada) hoy en día es la siguiente La argumentación es una actividad verbal, social y racional cuyo objetivo es convencer a un crítico razonable de la aceptabilidad de un punto de vista o tesis mediante la presentación de un abanico de proposiciones que justifican las proposiciones expresadas en el punto de vista (Van Eemeren et al. 1996).
Pragmadialéctica Una primera consecuencia de esta definición es que en esta perspectiva se considera el uso que los participantes (reales o virtuales: el lector en el caso del texto escrito) en el diálogo razonado hacen de las proposiciones (entendidas como actos de habla) para satisfacer los mencionados objetivos en determinado contexto.
Pragmadialéctica Otra segunda consecuencia es que al argumentar asumimos implícitamente que los participantes en esta actividad se adecuan a un ideal de racionalidad, que debe ser delimitado teóricamente mediante la determinación de los criterios de corrección que una argumentación debe satisfacer para ser considerada aceptable.
Pragmadialéctica En pragmadialéctica este ideal de racionalidad viene delimitado por 10 principios o reglas que todo participante en una argumentación debe respetar. Son reglas que intentan reflejar los principios lógicos, pragmáticos y dialécticos que toda discusión argumentativa debe respetar si queremos que sea razonable. Cuando se viola alguna de estas reglas tenemos un argumento falaz.
Lógica informal Los teóricos de la argumentación que integran esta corriente partieron de una insatisfacción con la enseñanza clásica de la lógica formal. Plantean que, si la lógica es de alguna manera el estudio filosófico del razonamiento, la lógica informal no es más que una rama de ésta. La orientación de los integrantes de esta corriente es filosófica, tratando de definir conceptualmente y normativamente los principios que guían la argumentación en lenguaje natural.
Lógica informal Su análisis parte de los razonamientos hechos en lenguaje natural e utilizados en la argumentación cotidiana. Los argumentos son considerados como fenómenos sociales, dialécticos y pragmáticos. Fenómenos sociales: los argumentos son consecuencias de la práctica social. Son consecuencia de los significados valores, problemas y controversias compartidos por las personas humanas.
Lógica informal Dialécticos: los argumentos normalmente se dan en el seno de una conversación en la que hay un intercambio de argumentos y contraargumentos. Pragmáticos: sus significados están en funciópn del contextos en el que se dan.
Lógica informal En consecuencia, además de los criterios lógico-formales para el análisis y evaluación de los argumentos consideran modelos normativos basados en reglas dialécticas que tratan de dar cuenta no sólo de la corrección de los argumentos sino de su pertinencia, suficiencia y aceptabilidad atendiendo al contexto argumentativo.
Lógica informal Su método de análisis propone siete pasos: 1. Clarificar el significado (el del propio argumento y el de sus componentes) 2. Identificar las tesis (explícitas o implícitas) 3. Identificar la estructura del argumento. 4. Formular lo supuesto (explicitar lo implícito) 5. Crítica (de las premisas y la consecuencia por un lado y la de la inferencia por otro) 6. Añadir nuevos argumentos relevantes. 7. Volver a evaluar el argumento teniendo en cuenta los pasos anteriores.
Lógica informal A partir de estas bases, tratan de elaborar procedimientos, estándares y puntos de vista que nos sirvan para la interpretación, evaluación, crítica y producción de argumentos basándose en los méritos lógicos o en la fuerza de éstos. Entre los temas recurrentes entre estos teóricos de la argumentación tenemos entre otros la separación deducción /inducción, justificación de creencias y compromisos, aceptabilidad del razonamiento analógico etc. Consideran que no todas las inferencias son o pueden formalizarse mediante un modelo deductivo.
Teoría de la argumentación de Walton Un diálogo es un juego lingüístico en el que dos o más participantes intercambian mensajes o actos de habla. Cada diálogo tiene una finalidad y para que se cumpla, es necesaria la cooperación de los participantes. Cada participante tiene que trabajar para que se cumpla su objetivo particular y coopera para que los otros participantes consigan los suyos. Un argumento que se aparta de estas obligaciones se puede considerar como una falacia informal.
Walton Hay varios tipos de diálogo argumentativo dependiendo de los contextos en que se produce. Walton (1989): • Disputa personal • Debate • Negociación • Diálogo de persuasión o discusión crítica • Investigación Un diálogo argumentativo es únicamente una discusión crítica o una investigación.
Walton propone un sistema de reglas que deberían ser seguidas en todo diálogo argumentativo. Estas reglas representarían, como en el caso de la Pragmadiléctica, el ideal de racionalidad que se supone debe guiar este tipo de discusiones.
Las reglas no suponen, sin embargo, una enumeración exhaustiva de todas las reglas que se siguen en este tipo de diálogos. Por otra parte, la aplicación de ellas tiene que ser relativa al contexto específico del diálogo. De todas formas, si en algún momento se produce una falacia es, en opinión de Walton, porque se ha dejado de seguir alguna de las reglas anteriores que permiten que el diálogo argumentativo sea una actividad coherente y racional.
Regla de relevancia: No apartarse del tema sujeto a discusión. Regla de cooperación: Responder a las preguntas cooperativamente. Regla de información: Proporcionar la información necesaria para convencer a los interlocutores, pero no más.
También hay una serie de reglas negativas: Relativas a la etapa de apertura: 1) No pasar sin autorización de un tipo de diálogo a otro. Relativas a la etapa de confrontación: 2) No cambiar, sin autorización, la agenda o el orden del día de la discusión. 3) No pasar a la etapa de la argumentación si no hay acuerdo en el orden del día.
Etapa de argumentación. 4) No evitar esfuerzos en el cumplimiento de las obligaciones: llevar la carga de la prueba cuando corresponda y defender el punto de vista cuando se le requiera. 5) No hacer que sea el interlocutor el que lleve la carga de la prueba si no le corresponde. 6) No utilizar premisas no admitidas por la otra parte cuando se pretende probar algo. 7) No apelar a fuentes externas de prueba que no apoyen su argumento.
8) No ser irrelevante: no aportar tesis falsas; no apartarse del tema; no responder a preguntas incorrectas. 9) No dejar de plantear preguntas apropiadas y no plantear preguntas inapropiadas. 10) No dejar de contestar apropiadamente a las preguntas que se hagan. 11) No dejar de definir, clarificar o justificar el significado de los términos cuando se lo pide el interlocutor.
Etapa de clausura 12) No intentar forzar prematuramente la clausura del diálogo.
Conclusiones n No hay consenso entre las diferentes teorías sobre un único modelo teórico para la argumentación cotidiana. n Hay diferencias a la hora de considerar los modelos inferenciales subyacentes a los distintos tipos de argumentos. n Hay diferencias a la hora de dilucidar el modo de evaluación de los argumentos. n Hay diferentes grados de profundidad a la hora de definir los diferentes conceptos. n El campo marcado por las nuevas teorías que conjugan principios lógicos, pragmáticos y dialécticos parece adecuado para un análisis de la argumentación cotidiana.
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Bibliografía n n VAN EEMEREN F. H. AND GROOTENDORSDT R. (1992). Argumentation Communication and Fallacies: A Pragma-Dialectical Perspective. New Jersey. LEA Publishers WALTON, D. N. (1989), Informal logic: A handbook for critical argumentation, Cam. : Cambridge University Press
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