Profundizar en la enseanza de los participantes sobre
Profundizar en la enseñanza de los participantes sobre los dos mayores mandamientos enseñados por Jesús, resaltando cuál debe ser nuestra actitud para, verdaderamente, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. 2
El mayor mandamiento 4. Cuando los fariseos se enteraron de que Él había tapado la boca a los saduceos, se reunieron. Y uno de ellos, que era doctor de la ley, le hizo esta pregunta, para tentarlo: “Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la ley? ” Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; este es el mayor y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a ese: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los profetas se hallan contenidos en esos dos mandamientos”. (San Mateo, 22: 34 a 40. ) 5. Caridad y humildad, ese es el único camino a la salvación. Egoísmo y orgullo, ese es el de la perdición. Este principio se halla formulado en términos precisos en las siguientes palabras: “Amarás a Dios con toda tu alma, y a tu prójimo como a ti mismo; toda la ley y los profetas se hallan contenidos en esos dos mandamientos”. Y para que no haya
Jesús agrega: “Y aquí está el segundo mandamiento, que es semejante al primero”, es decir, que no se puede verdaderamente amar a Dios sin amar al prójimo, ni amar al prójimo sin amar a Dios. Por consiguiente, todo lo que se haga en contra del prójimo equivale a hacerlo contra Dios. Como no se puede amar a Dios sin practicar la caridad para con el prójimo, todos los deberes del hombre se hallan resumidos en esta máxima: FUERA DE LA CARIDAD NO HAY SALVACIÓN.
LEER EL ÍTEM 4 1. - ¿Cómo se puede sistematizar la respuesta de Jesús al doctor de la Ley, cuando este le preguntó: “cuál es el mayor mandamiento de la Ley”?
R: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. “Jesús le respondió: Amarás al Señor tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma, de todo tu espíritu. Ese es el primer mandamiento. – He aquí el segundo, que es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
2. - ¿Qué se entiende por “amar a Dios de todo tu corazón, alma y espíritu?
R: Ama a Dios de esa manera, aquél que lo reconoce como Padre misericordioso; que comprende la vida como dádiva de su amor en beneficio de nuestro progreso; y que hace de la propia vida un viaje hacia su dirección, por la observación de sus leyes. Amar a Dios sobre todas las cosas es reconocer la Naturaleza como obra de su bondad. Es agradecerle diariamente por todo lo que nos concede. Amar a Dios sobre todas las cosas es recurrir a Él como amparo de nuestra flaqueza; es alabarlo a cada instante, como fuente de nuestro valor y alegría.
3. - Y por “amar al prójimo como a nosotros mismos”, ¿qué podemos entender?
R: Que debemos dispensar a nuestro hermano el mismo tratamiento que nos gustaría recibir, en el caso de que estuviésemos en su lugar; desearle todo lo que deseamos para nosotros, regocijarnos con sus alegrías y consolarlo en sus dolores y aflicciones. Debemos ponernos en el lugar del prójimo y procurar dispensarle las mismas atenciones que nos gustaría recibir, si nos encontrásemos en igual situación.
4. - ¿Qué enseñanza podemos extraer de la frase de Jesús: “Toda la ley y los profetas se hallan contenidos en esos dos mandamientos”?
R: Que todos los preceptos religiosos, todas las enseñanzas de los profetas, todas lecciones de los libros sagrados, pueden ser resumidos en dos mandamientos: Amar a Dios por encima de todo y al prójimo como a nosotros mismos. Jesús nos enseñó verdades eternas. Por tanto, ayer, como hoy, estos dos mandamientos contienen todo lo que necesitamos para la salvación del espíritu.
5. - ¿Es posible amar a Dios sin amar al prójimo?
R: No. Aquél que, verdaderamente, trae dentro de sí el deseo de amar a Dios y observar sus mandamientos, extiende ese amor a todas las personas, por reconocer en ellas criaturas creadas por Él y hermanos suyos. No se puede amar a Dios despreciando al prójimo. Por el contrario: es por el bien que hacemos al prójimo que demostramos nuestro amor a Dios.
6. - ¿Qué conclusión práctica podemos extraer de esta lección?
R: Que fuera de la caridad no hay salvación, ya que la caridad es la concretización del amor. Es la forma por la cual el amor se realiza. El camino de la salvación pasa, obligatoriamente, por el amor al prójimo.
LEER EL ÍTEM 5 7. - ¿Qué virtudes debemos cultivar, para conseguir observar estos mandamientos?
R: Debemos cultivar la caridad y la humildad, pues la primera nos enseña el olvido de nosotros mismos a favor de nuestro prójimo; y la segunda nos libera de las vanidades humanas, aproximándonos a todos en la condición de hermanos. Por la práctica de la caridad combatimos el egoísmo; por el ejercicio de la humildad nos liberamos del orgullo.
8. - ¿Debemos practicar la caridad, incluso siendo el prójimo nuestro enemigo?
R: Ciertamente que sí. En estos casos debemos amarlo y perdonarlo, deseándole todo el bien que nos gustaría recibir, sin despreciar oportunidad de reconciliación. Si, incluso actuando así, no fuéramos comprendidos por nuestros hermanos, Dios, que todo lo ve y preside, sabrá reconocer nuestro esfuerzo.
Debemos de amar a Dios sobre todas las cosas, colocándolo en el centro de nuestra vida, observando sus mandamientos y percibiendo las manifestaciones de su amor infinito. Amar al prójimo como así mismo es hacer para los otros todo el bien que desearíamos para nosotros. El amor al prójimo es la más auténtica manifestación de amor a Dios.
8 9 ¡No pierdas la calma! La rabia perjudica la salud, el rencor daña el hígado, la amargura envenena el corazón. Controla tus emociones. Sé dueño de ti mismo. No eches leña en el fuego de tu aburrimiento. Olvida y continúa la marcha para no perder la paz. Piensa, antes de hablar, no cedas a tus impulsos.
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