Patologa general de la evaluacin educativa Santos Guerra

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Patología general de la evaluación educativa Santos Guerra, Miguel A. 1995. La evaluación: un

Patología general de la evaluación educativa Santos Guerra, Miguel A. 1995. La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Capítulo 1. Ediciones Aljibe. Málaga. Segunda edición.

Sólo se evalúa al alumno. Se lo examina siguiendo una temporalización determinada. Se le

Sólo se evalúa al alumno. Se lo examina siguiendo una temporalización determinada. Se le dan los resultados, prácticamente inapelables, y, en general, se le considera el único responsable de los mismos. Se evalúan solamente los resultados. No sólo importa lo que se ha conseguido sino el cómo, a qué precio, con qué ritmo, con qué medios, con cuántos esfuerzos, a qué costa, para qué fines… Se evalúan sólo los conocimientos. Existen otra serie de pretendidos logros que no se contemplan debidamente en el proceso evaluador: actitudes, destrezas, hábitos, valores, aprender a aprender … Se evalúa principalmente la vertiente negativa. La escuela suele estar más abierta a los errores que a los aciertos de los alumnos y los equipos de evaluación externa se aprestan más a describir problemas y deficiencias que a resaltar valores y logros.

Sólo se evalúa a las personas. No son sólo los individuos los responsables de

Sólo se evalúa a las personas. No son sólo los individuos los responsables de un proceso o de un resultado. Hay que contemplar cuáles son los medios con los que se cuenta, las condiciones en las que se trabaja y los márgenes de autonomía real con que cuentan. Se evalúa descontextualizadamente. Pretender dar significado a la actuación de un alumno desde la óptica y el código del evaluador, prescindiendo de las claves de interpretación del contexto, es vaciar el contenido de la realidad. (Oates, 1975) Se evalúa cuantitativamente. El peligro de la evaluación cuantitativa no es solamente la imprecisión sino, y sobretodo, la apariencia de rigor. Sin embargo no evidencia cómo aprende el alumno, cómo relaciona lo aprendido, cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados, etc.

Se utilizan instrumentos inadecuados Es preciso plantearse si lo que se incluye en las

Se utilizan instrumentos inadecuados Es preciso plantearse si lo que se incluye en las pruebas, especialmente las objetivas, es lo que el alumno realmente tenía que haber aprendido. Se evalúa de forma incoherente con el proceso de enseñanza aprendizaje. Por ejemplo: un proceso de enseñanza/aprendizaje teóricamente asentado sobre el desarrollo integral del individuo, acaba con una evaluación exclusivamente preocupada por los conocimientos adquiridos. Se evalúa competitivamente. El auténtico significado de un proceso educativo se encuentra en el análisis de todos los elementos que lo integran y que lo circunscriben. Pero no en el contraste, comparación y competencia con otros procesos similares, diferentes o antagónicos. La valoración competitiva es propensa a la comparación y así se desvía la atención del auténtico proceso de aprendizaje de cada individuo.

Se evalúa estereotipadamente. Los profesores repiten una y otra vez sus esquemas de evaluación.

Se evalúa estereotipadamente. Los profesores repiten una y otra vez sus esquemas de evaluación. Cada año los alumnos se preocupan por saber cuál es la costumbre evaluadora de cada uno. En un curso con cinco asignaturas un alumno deberá “someterse” a cinco proyectos diferentes de evaluación. No se evalúa éticamente. La evaluación puede convertirse en un instrumento de opresión. ¿Qué sucedería en las aulas si el profesor estuviese desprovisto del “arma” de la evaluación? Cuando se articula el proceso de enseñanza/aprendizaje sobre el resultado de la evaluación – más que sobre la riqueza y la profundidad del saber – se corre el riesgo de la manipulación y el sometimiento del alumno. La hora de la verdad no es la del aprendizaje sino la de la evaluación. Cuando es el profesor quien lo decide todo respecto a este momento decisivo, todo el poder descansa en sus manos.

Se evalúa para controlar. La evaluación en educación, paradójicamente, no suele ser educativa. No

Se evalúa para controlar. La evaluación en educación, paradójicamente, no suele ser educativa. No repercute en la mejora del proceso. Se cierra sobre sí misma, constituye un punto final. Se habla de calificación final cuando es justamente un momento más en el momento de la mejora. No se puede confundir control con evaluación. Cuando un profesor se niega a explicar a sus alumnos de dónde proceden las calificaciones que les ha atribuido, está desaprovechando un buen elemento de aprendizaje. Se pierde el efecto retroalimentador que la convierte en otra instancia de aprendizaje y en la posibilidad de asumir alternativas de decisión. No se hace autoevaluación. Los alumnos pueden y deben practicar procesos autoevaluadores. El profesor debe poner en sus manos los instrumentos precisos para ello y ha de negociar con ellos el reparto de las cotas de decisión que lleva consigo la evaluación. No se hace metaevaluación. El proceso de evaluación es tan complejo que ha de ser necesariamente evaluado para poder atribuirle un valor. Se hace imprespcindible establecer criterios que permitan evaluar los mecanismos de evaluación. Eso permitirá tomar decisiones eficaces para mejorar su planteamiento, dinámica y modelos.

“La evaluación en la escuela se ha exclusivizado en los alumnos. Sólo ellos son

“La evaluación en la escuela se ha exclusivizado en los alumnos. Sólo ellos son evaluados. Creo que es una realidad reveladora. El alumno, jerárquicamente, es la última pieza en el escalafón del poder. No es casual que sea el único evaluado. Ese carácter descendente de la evaluación revela su lado más oscuro. En esa dinámica se esconden fenómenos de poder, privilegio y dominio. El sentido democrático de la evaluación exige cambiar de perspectiva. En cuanto al ámbito de la evaluación. Todos y todo, y no sólo los alumnos, ha de ser objeto de evaluación, porque todos y todo tiene incidencia en el proceso educativo. En cuanto al control democrático. El propósito fundamental es conseguir la mejora de la práctica y ayudar a las personas que la realizan. En cuanto al modo de realizarla. El proceso ha de ser respetuoso con las personas y con las reglas del ideal democrático”. (1) Santos Guerra, Miguel. La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Ediciones Ajibe. Málaga. 1995