Pasajes evanglicos Lc 7 36 8 3 La

Pasajes evangélicos (Lc 7, 36 -8, 3) (La pecadora perdonada)

Es un relato clave en los evangelios, porque nos demuestra la actitud de Jesús para con los pecadores.

Pero también la actitud de aquellos fariseos, que no eran capaces de ver más allá de sus narices o mejor, más allá de lo que manda la Ley.

Los fariseos identificaban al pecador con su pecado.

Jesús ve el valor de la persona humana más allá de sus fallos.

La clave está en analizar con cuidado los personajes que manifiestan sus actitudes a través del relato.

La pecadora, Jesús, los fariseos y en los otros evangelistas, los apóstoles (Judas), que desde la superficialidad y raquitismo, desde la que solemos operar la mayoría de los mortales, no se enteran de nada y hablan, de despilfarro y de los pobres.

La pecadora, Jesús, los fariseos y en los otros evangelistas, los apóstoles (Judas), que desde la superficialidad y raquitismo, desde la que solemos operar la mayoría de los mortales, no se enteran de nada y hablan, de despilfarro y de los pobres. Pero no debemos olvidar, que el verdadero protagonista es Dios o mejor, las ideas sobre Dios.

Dios es perdón, porque Dios es amor.

Los judíos no fueron capaces de encajar el tema del perdón tal como lo predicaba Jesús.

Los judíos no fueron capaces de encajar el tema del perdón tal como lo predicaba Jesús. Después de dos mil años, seguimos sin aceptar el perdón que predicó Jesús

Tus pecados están perdonados Jesús no dice: Yo te perdono.

Tus pecados están perdonados Jesús no dice: Yo te perdono. Sabe muy bien, que ni él ni Dios tienen nada que perdonar. La actitud de Dios es siempre la misma. Eternamente será amor.

El descubrir que Dios sigue amándote, a pesar de tus fallos, tiene que llevarte a una confianza absoluta y total en Él.

Sin esa confianza, el futuro se oscurece definitivamente.

Basta tomar conciencia de que alguien me ama para que todo cambie a mi alrededor

La mujer del evangelio mostraba un agradecimiento tan grande, porque era consciente de que el perdón que había recibido era signo de un gran amor.

El amor es una realidad tan profundamente humana que nadie, que se sienta querido de verdad, puede seguir indiferente.

El amor es una realidad tan profundamente humana que nadie, que se sienta querido de verdad, puede seguir indiferente. Es más, solo si uno se siente amado, podrá descubrir su capacidad de amar.

Tu fe te ha salvado. No es lo que ha dicho Jesús lo que salva. Es el cambio de actitud de la mujer, reconociendo su pecado.

Es reconocer que Dios, que me conoce mejor que yo mismo, me acepta como soy.

Es reconocer que Dios, que me conoce mejor que yo mismo, me acepta como soy. Aquí “fe” significa confianza. La confianza salva siempre, porque no tiene en cuanta la calidad ni la cantidad de los fallos sino la calidad del amor de Dios

Dios nos ama por lo que Él es, no por lo buenos que somos.

Texto: Fray Marcos Dominico Orden de Predicadores http: //www. granosdemaiz. com