No permitas que el cuarto de san Alejo

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No permitas que el cuarto de san Alejo te aleje de las necesidades de

No permitas que el cuarto de san Alejo te aleje de las necesidades de los demás Cierto día, en un programa de televisión el presentador informó al director: “hay una niña discapacitada que vive con su tía en un tugurio, en condiciones infrahumanas, y necesita una silla de ruedas". Quien dirigía el programa contó el caso de la niña y habló de la importancia del servicio amoroso y de dar sin esperar retribución. Dijo, también, enfáticamente: aquellas cosas inutilizadas por más de seis meses ya no son propias y, por lo tanto, deben darse a alguien que las necesite.

Explicó con claridad que los “cuartos de san Alejo” donde se guardan cobijas, herramientas,

Explicó con claridad que los “cuartos de san Alejo” donde se guardan cobijas, herramientas, cuadros, bicicletas, etcétera, no deberían existir. Al final del programa llamaron muchas personas, todas, a excepción de una sola, dijeron que también necesitaban silla de ruedas. Una señora ofreció una silla e indicó que podían pasar a recogerla en cualquier momento. Le hicieron ver que sería una buena idea que ella misma fuera con la silla al estudio de televisión para que juntos se la entregara a la niña, que vivía en un sitio muy pobre.

La señora respondió que confiaba en el director del programa y que no había

La señora respondió que confiaba en el director del programa y que no había problema en que recogieran la silla. Le dijeron que no era cuestión de confianza sino de sentir la satisfacción de entregarla personalmente: El mismo director le dijo: "Yo quiero que usted me acompañe y experimente el placer tan grande que es dar, y la felicidad que se siente al servir. Usted no tiene la menor idea de lo rico que es tener esta experiencia".

Le explicaron, entonces, que una cosa es conocer a fondo una manzana, su textura,

Le explicaron, entonces, que una cosa es conocer a fondo una manzana, su textura, su color y su forma, y otra darle un buen mordisco y experimentar su sabor. Después de un largo diálogo, la señora que donaba la silla, accedió. Llevó la silla hasta los estudios del canal de televisión y de allí salieron con el director hacia el sitio llamado “del ahorcado”, lugar a donde algunas veces la gente sube para ahorcarse debido a la desesperación. El alcantarillado iba por fuera y rodaba por un canal enclavado en la pendiente. Al sentir el frío y la podredumbre del ambiente la señora quiso devolverse, pero finalmente llegaron al cuarto oscuro y denso donde se encontraba aquella un niñita de doce años. Según contaron, los senos incipientes de la niña estaban totalmente estropeados por los callos y las llagas, pues llevaba gran parte de su vida arrastrándose por el piso como un reptil. Al levantarla de la cama sintieron un olor peor que el de las alcantarillas. Entonces la sentaron en la silla de ruedas y fueron a dar una vuelta.

En cuanto la niña salió a la luz del sol y vio la montaña

En cuanto la niña salió a la luz del sol y vio la montaña empezó a dar unas risotadas exageradas. Por un momento creyeron que era retrasada mental, pero lo que sucedía realmente era que nunca había salido a dar un paseo y no había visto un bus. Continuaron su paseo hasta llegar a una esquina donde estaban preparando una carne asada y decidieron probar. Mientras comían, la señora que había regalado la silla de ruedas, lloraba y lloraba. Le preguntaron por qué lloraba tanto y les respondió: "ustedes no tienen la menor idea del motivo por el que estoy llorando".

Le dijeron que, en efecto, ella debía sentirse feliz al haber hecho tan buena

Le dijeron que, en efecto, ella debía sentirse feliz al haber hecho tan buena obra por aquella niña. Y entonces les miró y les dijo con la voz entrecortada: "Lloro, porque tuve esta silla de ruedas en el garaje de mi casa por más de ocho años. Lloro de pensar que esta niña se arrastró como un reptil durante todos estos años, mientras esa silla se oxidaba y dañaba por falta de uso. Ella nunca pudo dar un paseo como el que está dando ahora. Lloro por las oportunidades que tuve para ayudar a otros y por no haber hecho nada". Así, pues, el dolor se produce cuando no actuamos. Dios quiera que este mensaje sea de tu agrado y lo puedas poner en práctica en tu vida. No guardemos nada en el “cuarto de san Alejo”, alguien lo está necesitando. (Adaptación del original de Jaime Jaramillo)