ngel Gonzlez Sara Balsa Lourido Boris Rodrguez Gmez
Ángel González Sara Balsa Lourido Boris Rodríguez Gómez
Biografía y trayectoria poética Poeta y profesor de literatura, pertenece al grupo conocido como -Generación de los 50 -. Dueño de una poesía humanamente comprometida, teñida de ironía y humor. Nació en Oviedo y su infancia estuvo marcada por la sombra de la guerra civil y por la muerte prematura de su padre. Miembro de la Real Academia Española, fue galardonado, entre otros, con el Premio Antonio Machado en 1962, el Premio Príncipe de Asturias en 1985, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996 y el Primer Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada en el año 2004. La poesía inicial de Ángel González, situada en ambientes urbanos más que rurales, evoca sucesos y lugares particulares, presentados en un lenguaje directo. A pesar de que González trata principalmente temas no sociales, ofreció cuadros críticos de la vida y de la sociedad española modernas. Sus poemas de tendencia social emplean la ironía, el juego de tonos y la alusión para forjar experiencias más ricas y abiertas a la participación del lector. El cambio de actitud en poesía ejemplificada por los Novísimos marcó la poesía de González en la década de los setenta. En esta década se produjo una pérdida de esperanza en los efectos prácticos de la escritura, énfasis en las técnicas y en los poemas que surgen debido a raíz de problemas estructurales y no de experiencias personales. En ocasiones también satiriza el esteticismo de los Novísimos. En los ochenta González olvida la vertiente meta poética y en algunos de sus libros domina el paso del tiempo
Biografía y trayectoria poética La experiencia de la guerra aparecerá en su primer libro, Áspero mundo (1956). En él se ordenan una serie de vivencias originadas por el trauma de la guerra civil española reflejadas en la contraposición de dos mundos irreconciliables: el de la infancia, sensación casi nube y la cruel realidad, de duros y agrios perfiles. Al escribir en 1961 Sin esperanza, convencimiento, incluye un análisis social de las causas de la derrota y pasa a ser clasificado en el grupo de los poetas sociales. Ángel González abandona más adelante esta actitud para dedicarse a una poesía en la que testimonia su propia experiencia de la realidad y donde hay una preocupación por la palabra en sí misma, por la expresión justa, precisa, casi imprescindible. El paso del tiempo, la temática amorosa y cívica, son tres obsesiones que se repiten a lo largo y ancho de sus poemas. Su lenguaje es siempre puro, accesible y transparente. González también colaboró con el cantautor Pedro Guerra en el libro-disco La palabra en el aire (2003) y con el tenor Joaquin Pixán, el pianista Alejandro Zabala y el acordeonista Salvador Parada en el álbum Voz que soledad sonando (2004). Fallece en el 2008. Otros de sus libros son: Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), Procedimientos narrativos (1972), Muestra de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan (1976) y Prosemas o menos (1984).
Obras y poemas destacados ÁSPERO MUNDO En Áspero mundo (1956) Ángel González nos muestra el camino del individuo como un sendero paralelo al que sigue la historia. Estos dos conceptos -individuo e historia- en este libro aparecerán estrechamente unidos con el propósito de que el poeta se dé a conocer a sí mismo y al mismo tiempo aprenda a entender a los «otros» . Los poemas están marcados por un pesimismo que en un principio se refleja en la voz del poeta y finalmente se extiende a un colectivo. En Áspero mundo la poesía social aún no aparece de una forma totalmente manifiesta o directa, este primer libro mantiene una presencia más existencialista e interior del autor. Algunos de sus poemas más destacados son: olvido gaviotas, amor A qué mirar, a qué permanecer Muerte en el Son las
Obras y poemas destacados GRADO ELEMENTAL (1962) El título de este poemario nos evoca la imagen de los viejos libros escolares de posguerra, que Ángel González conocía tan bien, gracias al que fue su empleo durante un tiempo como maestro nacional. De este modo el poeta nos advierte de la intención didáctica que acaparara la totalidad del libro. Sin embargo esta intención se contrapone a lo aludido en el título, es decir, a la enseñanza tradicional de aquel periodo, ya que lo que persigue realmente es dar un nuevo efecto a esos textos escolares con el fin de producir un resultado humorístico o paródico. Algunos de sus poemas son: Nada es lo mismo Elegido por aclamación
Obras y poemas destacados PALABRA SOBRE PALABRA (1965) Este libro se compone en su mayor parte de poemas de temática amorosa. La visión del amor de Ángel González es fruto, como su poesía, de la interacción producida cuando el poeta se aferra a tener esperanza en algo (en este caso amor) y al mismo tiempo se despliega un pesimismo interior. De nuevo el autor nos ofrece una imagen muy fiel de sí mismo en estos poemas, tal y como ocurría en Áspero mundo. Algunos de sus poemas son: Me basta así En ti me quedo
Obras y poemas destacados TRATADO DE URBANISMO(1967) Con esta obra Ángel González se anexa a los poetas que en la década de los 60 hacían poesía social. En Tratado de urbanismo la actitud crítica del poeta frente a las injusticias sociales e históricas va incrementándose y muestra una disposición solidaria con los desfavorecidos. Ángel González, ideológica e históricamente, siente la necesidad de dar su testimonio particular de la época que le ha tocado vivir. El título de nuevo nos descubre las intenciones didácticas del poeta, aunque esta vez se inclina por instruirnos en materias más complejas, de ahí el uso de la palabra «Tratado» . Algunos de sus poemas más destacados son: Inventario de lugares propicios al amor Ciudad cero Canción de invierno y de verano
Obras y poemas destacados PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS ( 1972) La tendencia a experimentar en este poemario se intensifica notablemente. Por esta razón en este libro se puede encontrar ya uno de los rasgos que más caracterizará la poesía última de Ángel González, que es el de parodiar las fórmulas literarias más tradicionales. Este aspecto se puede apreciar en poemas como «Égloga» , «Monólogo interior» o «Fábula y moraleja» . Entre sus poemas destaca: Final conocido BREVE MUESTRA DE ALGUNOS PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS Y DE LAS ACTITUDES SENTIMENTALES QUE HABITUALMENTE COMPORTAN (1976) Este libro se responde a la necesidad de Ángel González de buscar, una vez alcanzada su madurez literaria, una forma de multiplicar su voz poética y evitar resultar monocorde. De ese modo el poeta consigue distanciarse de sí mismo a través del establecimiento de una serie de heterónimos. Entre sus poemas destaca: Poética
Obras y poemas destacados PROSEMAS O MENOS (1983) En este poemario aparece un amplio abanico de temas: la parodia de algunas pautas literarias, los homenajes literarios, las poéticas, las notas de viaje y una dolorosa imagen del paso del tiempo para la que el poeta adopta un marcado tono elegíaco. La aglomeración de percepciones que despiertan todos estos asuntos buscan como receptor a un lector que se ve biográfica o ideológicamente identificado con el poeta. Poema a destacar: Crepúsculo, Albuquerque, invierno
Obras y poemas destacados DEIXIS EN FANTASMA (1992) De nuevo, bajo este título, Ángel González regresa a la poesía de corte más personal. La sensación dolorosa del paso del tiempo, la nostalgia y la autocrítica que se extiende por estos versos nos proyectan a un individuo sumido bajo una dura crisis personal. El poeta de nuevo empleará el tono auto irónico. Poema a destacar: Ya nada ahora. 101+19=120 Poemas (2000) Esta obra consiste en una suma de 19 nuevos poemas a la antología de 101. Estos inéditos poemas, recuerdan el pasado con añoranza, hablan del amor, experimentan con nuevas fórmulas y recuperan el humor que siempre se le ha asociado a nuestro poeta. Poema a destacar: El otoño se acerca
Obras y poemas destacados Otoños y otras luces (2001) En esta obra, aparecen temas que ya aparecieron en obras anteriores. Se hace en esta publicación un homenaje a su compañero Claudio Rodríguez. Este es el libro más esperado de nuestro poeta y con el cual se confirma que estamos ante uno de los poetas mayores de la literatura española contemporánea
Mientras tu existas Mientras tú existas, mientras mi mirada te busque más allá de las colinas, mientras nada me llene el corazón, si no es tu imagen, y haya una remota posibilidad de que estés viva en algún sitio, iluminada por una luz cualquiera. . . Mientras yo presienta que eres y te llamas así, con ese nombre tuyo tan pequeño, seguiré como ahora, amada mía, transido de distancia, bajo ese amor que crece y no se muere, bajo ese amor que sigue y nunca acaba.
Son las gaviotas amor Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas. Mar de invierno. El agua gris mancha de frío las rocas. Tus piernas, tus dulces piernas, enternecen a las olas. Un cielo sucio se vuelca sobre el mar. El viento borra el perfil de las colinas de arena. Las tediosas charcas de sal y de frío copian tu luz y tu sombra. Algo gritan, en lo alto, que tú no escuchas, absorta. Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas.
Me basta así http: //es. youtube. com/watch? v=ijh. FXU 8 RQfo Si yo fuera Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño -de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso; entonces, si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar que si yo fuese Dios, haría lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día, a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra, Lázaro alegre, yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando -luego- callas. . . (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta. )
Empleo de la nostalgia Amo el campus universitario, sin cabras, con muchachas que pax pacem en latín, que meriendan pasa pan con chocolate en griego, que saben lenguas vivas y se dejan besar en el crepúsculo (también en las rodillas) y usan la cocacola como anticonceptivo. Todo eso será un día materia de recuerdo y de nostalgia. Volverá, terca, la memoria una vez y otra vez a estos parajes, lo mismo que una abeja da vueltas al perfume de una flor ya arrancada: inútilmente. Pero esa luz no se extinguirá nunca: llamas que aún no consumen. . . ningún presentimiento puede quebrar ]as risas que iluminan las rosas y ]os cuerpos Ah las flores marchitas de los libros de texto y cuando el llanto llegue finalizando el curso como un halo deshojadas los escombros cuando la primavera la descomposición se instala que los preserva entre las en el culto jardín del rectorado sombras por manos todavía adolescentes puros y roza con sus rosas no prevalecerán manchadas de bolígrafo y de tiza serán más ruina el rostro ciego del poeta absortos en sí mismos transustanciándose en un olor agrio y sólo erguidos quedarán intactos a naranjas todavía más brillantes Homero ignorantes de sí esos gestos de amor. . . o semen sin ver más nada.
Canción de amiga Nadie recuerda un invierno tan frío como éste. Las calles de la ciudad son láminas de hielo. Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo. Las estrellas tan altas son destellos de hielo. Helado está también mi corazón, pero no fue en invierno. Mi amiga, mi dulce amiga, aquella que me amaba, me dice que ha dejado de quererme. No recuerdo un invierno tan frío como éste.
Deixis en fantasma Aquello. No eso. Ni -mucho menos- esto. Aquello. Lo que está en el umbral de mi fortuna. Nunca llamado, nunca esperado siquiera; sólo presencia que no ocupa espacio, sombra o luz fiel al borde de mí mismo que ni el viento arrebata, ni la lluvia disuelve, ni el sol marchita, ni la noche apaga. Tenue cabo de brisa que me ataba a la vida dulcemente. Aquello que quizá hubiese sido posible, que sería posible todavía hoy o mañana si no fuese un sueño.
Muerte en el olvido http: //www. palabravirtual. com/bio. php? ir=ver_voz. php&wid=1001 Yo sé que existo porque tú me imaginas. Soy alto porque tú me crees alto, y limpio porque tú me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo y bondadoso. Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre -oscuro, torpe, malo- el que la habita. . .
A veces un cuerpo puede modificar un nombre http: //www. palabravirtual. com/bio. php? ir=ver_voz. php&wid=1173 A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos. Sin embargo, cuando pienso tu nombre, eres tú quien le da a la palabra color, aroma, vida. ¿Qué sería tu nombre sin ti? Igual que la palabra rosa sin la rosa: un ruido incomprensible, torpe, hueco.
Geografía humana Lúbrica poesía de lunares en la pulida mar de tu cadera. Trópico del tabaco y la madera mecido por las olas de tus mares. En los helados círculos polares toda tu superficie reverbera. . . Bajo las luces de tu primavera, a punto de deshielo, los glaciares. Los salmones avanzan por tus venas meridianos rompiendo en su locura. Las aves vuelan desde tus colinas Terreno fértil, huerto de azucenas: tan variada riqueza de tu hermosura pesa sobre tus hombros, que te inclinas.
Ciudad Brillan las cosas. Los tejados crecen sobre las copas de los árboles. A punto de romperse, tensas, las elásticas calles. Ahí estás tú: debajo de ese cruce de metálicos cables, en el que cuaja el sol como en un nimbo complementario de tu imagen. Rápidas golondrinas amenazan fachadas impasibles. Los cristales transmiten luminosos y secretos mensajes. Todo son breves gestos, invisibles para los ojos habituales. Y de pronto, no estás. Adiós, amor, adiós. Ya te marchaste. Nada queda de ti. La ciudad gira: molino en que todo se deshace
Inventario de lugares propicios al amor Son pocos. La primavera está muy prestigiada, pero es mejor el verano. Y también esas grietas que el otoño forma al interceder con los domingos en algunas ciudades ya de por sí amarillas como plátanos. El invierno elimina muchos sitios: quicios de puertas orientadas al norte, orillas de los ríos, bancos públicos. Los contrafuertes exteriores de las viejas iglesias dejan a veces huecos utilizables aunque caiga nieve. Pero desengañémonos: las bajas temperaturas y los vientos húmedos lo dificultan todo. Las ordenanzas, además, proscriben la caricia (con exenciones para determinadas zonas epidérmicas -sin interés algunoen niños, perros y otros animales) y el «no tocar, peligro de ignominia» puede leerse en miles de miradas. ¿A dónde huir, entonces? Por todas partes ojos bizcos, córneas torturadas, implacables pupilas, retinas reticentes, vigilan, desconfían, amenazan. Queda quizá el recurso de andar solo, de vaciar el alma de ternura y llenarla de hastío e indiferencia, en este tiempo hostil, propicio al odio.
Jardín público con piernas particulares. . . y las muchachas andan con las piernas desnudas: ¿por qué las utilizan para andar? Mentalmente repaso oficios convincentes para ellas -las piernas-, digamos: situaciones más útiles al hombre que las mira despacio, silbando entre los dientes una canción recuperada apenas -ese oficio no me gusta…en el acantilado del olvido. Si bien se mira, bien se ve que todas son bellas: las que pasan llevando hacia otro sitio cabellos, voces, senos, ojos, gestos, sonrisas; las que permanecen cruzadas, dobladas como ramas bajo el peso de la belleza cálida, caída desde el dulce abandono de los cuerpos sentados; las esbeltas y largas; las tersas y bruñidas; las cubiertas de leve vello, tocadas por la gracia de la luz, color miel, comestibles y apetitosas como frutas frescas; y también -sobre todo- aquellas que demoran su pesado trayecto hasta el tobillo en el curvo perfil que delimita las pueriles, alegres, inocentes, irreflexivas, blancas pantorrillas. Pensándolo mejor, duele mirarlas: tanta gracia dispersa, inaccesible, abandonada entre la primavera, abruma el corazón del conmovido espectador que siente la humillante quemadura de la renuncia, y maldice en voz baja, y se apoya en la verja del estanque, y mira el agua, y ve su propio rostro, y escupe distraído, mientras sigue con los ojos los círculos que trazan en la tensa superficie su soledad, su miedo, su saliva.
Colegiala De besos y abrazos no nacen muchachos, pero tocan a vísperas. Como avispas: picantes y enojosas enaguas blancas entre negro y negro (y rosa muslos hacia el alba casi azul de tus ingles), cuando corres. ¡Aire! (El viento frío y azul la tarde. ) Dicen que te dejas besar en los portales y abrazar la cintura. ¡Aire! Me callaré tu nombre, pero escucha: de besos y abrazos no nacen muchachos, porque no eran los míos.
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