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Mujer en colectivo Eurípides Bacantes
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Bacantes Única tragedia de contenido religioso que conservamos. Pese a que hubo varias tragedias del mismo tema, la de Eurípides adquiere tanta importancia que el resto pronto caen en el olvido. Importancia del culto a Dioniso dentro de la creación de la tragedia. Argumento Dioniso, hijo de Zeus y de Sémele, llega a Tebas, acompañado de un coro de bacantes lidias, para introducir su culto en Ia ciudad. El adivino Tiresias y el anciano rey Cadmo han aceptado al nuevo dios, así como las mujeres tebanas, a cuyo frente se hallan las princesas y Ia reina madre Agave. Penteo, que se hallaba en el extranjero, al enterarse a su regreso de los acontecimientos ocurridos en Ia ciudad, se opone a Ia propagación de los que él cree criminales bacanales y a rendir culto y los honores debidos al Extranjero, que dice ser hijo de Zeus y de Ia hermana de su madre, Sémele. Esta obstinada oposición, presentada por Eurípides en el agón entre Dioniso y el rey, conduce a Penteo a su ruina a manos de su propia madre, después de haber caído en Ia trampa preparada por el dios, que consigue vestirlo de bacante con las mismas vestiduras que él mismo criticara momentos antes. La descripción a cargo del mensajero de Io que sucede en el Citerón y el sacrificio de Ia víctima Penteo por las ménades tebanas ponen punto final al relato euripideo, que sólo agrega una escena con el coro, Agave, Cadmo y Dioniso para exponer el desenlace con el triunfo y epifanía del dios y el destierro y ruina de sus adversarios.
Teatro de Dioniso, Atenas
RELIGIÓN DIONISIACA EN ATENAS Los expertos coinciden que esta obra (de madurez) fue escrita en Ia corte de Arquelao y en el ambiente primitivo y bárbaro de Macedonia, en donde debió conocer los ritos orgiásticos en honor a Dioniso todavía en su vigor originario. En el calendario de culto ateniense encontramos varios festivales dionisíacos: Las Dionisias rurales, Ia Fiesta de las Copas, las Leneas… Sólo estas últimas conservaban quizá algo de fervor original, pero en ninguna de ellas se hallaban aquellos rasgos que pudieran haber inspirado las descripciones del autor. El crecimiento de la superstición durante Ia Guerra del Peloponeso, fomentó la acogida de dioses extranjeros, cultos y ritos muy diferentes. Esto no es un hecho insólito en Ia vida cultural griega, que no en pocasiones se vio invadida y enriquecida por nuevas corrientes religiosas procedentes, ante todo, del Asia Menor y del Oriente Próximo. Dioniso, un dios de Ia naturaleza y de Ia orgía, no conservaba en las fiestas a las que anteriormente hemos aludido nada o casi nada de su antiguo rito primitivo, pero Ia llegada de Sabazio, una especie de Dioniso no helenizado y cuyo culto conservaba mucho del llamamiento primitivo y de las promesas de Ia religión dionisíaca: identificación con Ia divinidad y ritos practicados en Atenas en honor a Sabazio muy semejante a los descritos en Ia Párodos de Bacantes. Es como si un pasado ya superado hubiera vuelto
Procesión dionisíaca en un sarcófago de mármol, posiblemente indicativa de que el difunto estuvo iniciado en los misterios.
El controvertido nacimiento de Dioniso tuvo un nacimiento inusual y prematuro. Su madre fue una mujer mortal, Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas, y su padre Zeus. Hera descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba embarazada, con el aspecto de una anciana (o una nodriza), Hera se apareció a Sémele, quien le reveló que Zeus era el auténtico padre de su hijo. Así, Hera sembró la duda en Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Zeus se presentó ante ella con sus truenos, vientos y rayos, y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al embrionario Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo ya crecido de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’).
Nacimiento de Dionisos, fragmento
En la versión órfica dele mito, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone. Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a descuartizarlo tras engañarlo con objetos brillantes (espejo, peonza, muñeca articulada…). Zeus hizo huir (o fulminó, según la fuente) a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado (por Atenea, Rea o Deméter, depende de la fuente). Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue ‘el nacido dos veces’. Otras versiones afirman que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para quedara embarazada. En ambos casos el renacimiento es el principal motivo de adoración en las religiones mistéricas, pues su muerte y resurrección eran sucesos de reverencia mística. De este mito nace también la idea de que Zeus no solo hace huir sino que fulmina a los Titanes, y de sus restos, unidos a los del propio Dioniso, surgen los hombres.
Acratoforo, dador del vino sin mezclar. Acroreites, bajo el que era adorado en Sición. Adoneo, (gobernante), epíteto latino. Bromio (atronador o el que brama). Dendrites (el de los árboles), como poderoso dios de la fertilidad. Dimetor (el de dos madres), relacionado con su “doble nacimiento” Dimorfo, por el hecho que podía mostrarse como bello o como terrible Ditirambo (el de la doble puerta) hace referencia a su prematuro nacimiento. Egóbolo (matador de cabras). Eleuterio (el libertador), también aplicado a Eros. ¿Sabéis que Eneo, como dios de la prensa de vino. Dioniso tiene Enorches (con bolas o quizá ‘en los testículos’, en alusión a Zeus cosiendo al infante Dioniso en su muslo). hasta 22 Esimnetes, (gobernante o señor). Evio, un epíteto que se usa prominentemente en la obra de Eurípides épitetos? Faleno (del falo), garante de la fecundidad. Floios (corteza), como espíritu de ésta. Hierofante, sacerdote del culto. Licnite, (el del bieldo) El bieldo era un instrumento similar a una pala que se usaba para separar la paja del grano. Lieo, (el que desata), como un dios de la relajación y la liberación de las preocupaciones. Omadio, (el que come la carne cruda). Sukites, protector de las higueras. Yaco, le relaciona con los misterios eleusinos, donde era conocido como hijo de Zeus y Deméter.
Bacantes y Ménades No debemos confundir a las ménades con las bacantes, las primeras eran ninfas y las segundas mujeres griegas que participaban de los ritos en honor a Dioniso (por lo general ceremonias reservadas a mujeres). Las bacantes eran matronas y las doncellas que subían en procesión a un monte solitario y durante unos días, sin contacto con hombre alguno, se entregaban al desenfreno. El objetivo era llegar al "entusiasmo" (la posesión por el dios) por medio de alcohol y alucinógenos que eran proporcionados por las mujeres adultas, que ejercían de sacerdotisas ante las más jóvenes. Una de las principales fuentes para conocer este tipo de ceremonias son precisamente Las Bacantes de Eurípides. No obstante en algunas fuentes ménades y bacantes son sinónimos, entendiéndose por bacante la acepción latina de ménade. Penteo desgarrado por Ino y Ágave. Ca. 450 - 425 a. C. Museo del Louvre.
John Collier Sacerdotisa de Baco (1885 -1889) Ágave, Ino, Autónoe y el resto de las Bacantes atacando a Penteo”, fresco, Pompeya, Casa dei Vettii
Sátiros y Bacantes danzando Ágave portando la cabeza de Penteo, escifo campano de figuras rojas, del pintor del tablero de ajedrez, 410 -380 a. C. Boston MFA
Arriba: “Dioniso sentado entre Bacantes y Sátiros”. Abajo: “Bacantes despedazando a Penteo”. Copa ática de figuras rojas 480 a. C. Toronto, Colección E. Borowski
“Ágave a punto de matar a su hijo” Crátera de cáliz apula de figuras rojas, 370 -360 a. C. Ferrara, Museo Nacional
“Penteo muere a manos de las Bacantes”, hidria ática de figura roja, 500 a. C. Berlín, Museo de Antigüedades
Ménades Para protegerlo de la ira de Hera Zeus se llevó al niño Dioniso a Nisa y lo entregó a unas ninfas. Ellas fueron las primeras Ménades. Son divinidades femeninas poseídas por el dios. Se las representa desnudas o semidesnudas, con la cabeza coronada con hojas de vid y llevando en su mano el tirso. En ocasiones en lugar del tirso aparecen con un cántaro en las manos, o con instrumentos musicales como la flauta o el tamboril y casi siempre entregadas a una danza frenética. A veces aparecen con la nébrida, una piel moteada, suelen llevar los cabellos sueltos. Tenían capacidad de dominar las fieras, por lo que en ocasiones se las representa a lomos de panteras o con cachorros de lobo en los brazo. Cuando alcanzaban el éxtasis tenían una fuerza desmesurada que les posibilitaba matar y descuartizar animales que posteriormente devoraban crudos.
Baile de las Ménades, copia romana del original griego. Museo del Prado
Dioniso con Ménades y Sátiros, ánfora griega de figuras rojas
Ménade danzante Copia romana del original de Skopas
Dioniso y dos Ménades Ánfora de pinturas negras. Pintor de Amasis 540 -530 a. C.
John Collier Ménades
El papel femenino “En la Atenas clásica la razón caracteriza a las instituciones de la ciudad, y la locura, definida en oposición a la razón, delimita el mundo de las bestias. De esta manera la pólis, caracterizada por la razón, es el espacio monopolizado por los ciudadanos varones y la naturaleza, como la dimensión de lo irracional y por ende de la locura, es el mundo de las mujeres. Con esta premisa, Eurípides en Bacantes construye la representación de la locura en base a dos recursos: la animalización “bestial” de los personajes femeninos y la elección del ritual báquico como escenario de la manifestación femenina del descontrol”
El personaje femenino en relación con animales: serpientes En el tercer episodio, el mensajero describe: “con la lengua las serpientes limpiaban de su piel las gotas que caían de las mejillas” (vv. 767 -768). De igual manera Dioniso, el conductor de las mujeres, es caracterizado por las serpientes que adornan sus cabellos: “lo coronó con coronas de serpientes, por lo que, desde entonces, las ménades ponen alrededor de sus bucles esta presa devoradora de fieras” (vv. 99104) Además, cuando las mujeres del coro exhortan a que el dios se manifieste, exigen que sea bajo la forma de serpiente de muchas cabezas (v. 1018).
Medusa, Caravaggio (Florencia, Uffizi).
Cabeza de Medusa, Peter Paul Rubens (1618).
El personaje femenino en relación con animales: perras Ágave llama a sus compañeras perras (v. 731) y Dioniso es denominado conductor de la jauría (v. 1145). La referencia a este animal es anudada al mito de Acteón, primo de Penteo. Cadmo dice: “Ves el destino desgraciado de Acteón, al que despedazaron las perras devoradoras de carne cruda que él mismo crió, por haberse jactado de ser mejor en las cacerías que Ártemis, por los bosques sagrados. ¡Que no te pase a ti!” El atributo dado a las perras, devoradoras de carne cruda, remite directamente a un aspecto fundamental de la celebración dionisiaca: la omophagía (v. 139). Se trata de la ingesta de carne cruda como el punto culminante del ritual báquico.
En el caso de Penteo las perras son su madre y las ménades: “Id, veloces perras de Lýssa, id hacia el monte, donde tienen el thíasos las hijas de Cadmo, aguijoneadlas contra el rabioso espía de las ménades con ropa que imita a las mujeres” La referencia al perro aparecerá nuevamente en el diálogo entre el Corifeo y Ágave. Ésta mientras lleva en su tirso la cabeza de Penteo, comenta cómo cazó junto a sus hermanas un léon: “Baco, hábil cazador, excitó hábilmente a las ménades contra esta bestia” (vv. 1189 -1191). El dios excita, como si fuesen perras de caza, a las mujeres para que atrapen a Penteo, confundido con un león, y lo descuarticen. ¿Recordáis quién era Lýssa? Os lo cuento… Es interesante observar que el autor también utiliza este recurso en Heracles. En esa tragedia Eurípides describe a Lýssa con la cabeza llena de serpientes y la mirada que petrifica como Medusa (vv. 883 -884). A su vez produce en el héroe síntomas asociados con la rabia puesto que Heracles arroja espuma como un perro rabioso (vv. 931 -934). En ambas tragedias se repite un modelo: los padres –Ágave y Heracles- asesinan a sus hijos habiendo sido enloquecidos por una divinidad
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