MiguelA La anciana y el banquero Una anciana
Miguel-A. “La anciana y el banquero”
Una anciana entró en el Banco Japonés en Nueva York para abrir una cuenta de ahorro, y pidió ser atendida directamente por el Director de la entidad bancaria. - El Señor Director está en una reunión -respondió el empleado. Entonces, la anciana mostró, disimuladamente, un maletín repleto de dinero, y el empleado cambió de opinión, y llamó enseguida al Director. El Director contó el dinero del maletín. Allí había 260. 000 dólares.
- Señora -dijo el Director-, yo veo todos los días grandes cantidades de dinero en el banco, pero todas las personas utilizan cheques bancarios y tarjetas de crédito. No es frecuente tener tanto dinero en moneda. ¿Podría usted decirme cómo lo ha conseguido? . - Hago apuestas -contestó la anciana. - ¿Qué clase de apuestas? . - Por ejemplo, yo le apuesto a usted 25. 000 dólares a que tiene los testículos de forma cúbica. - ¡¡¡Que yo tengo los testículos de forma cúbica!!! -exclamó el Director -. Acepto esa apuesta de 25. 000 dólares.
- Bien -dijo la anciana-, que el empleado ponga la apuesta en escritos duplicados, luego firmamos. Y mañana vengo con dos abogados para comprobar si he ganado, o he perdido. Al día siguiente, la anciana volvió con dos abogados. El Director, para realizar la comprobación, se bajó los pantalones. - Bueno -dijo la anciana-, creo que he perdido esta apuesta. Estos testículos parecen ser normales. ¿Pero podría comprobarlo con el tacto? . - Por supuesto, señora. 25. 000 dólares es mucho dinero para juzgar a la ligera. . .
La anciana tocó con sus manos los testículos del Director. Al tiempo, los abogados comenzaron a palidecer hasta casi desmayarse. - ¿Pero qué les ocurre a éstos? -preguntó el Director. - ¡Nada! Que ayer aposté 100. 000 dolares con cada uno de ellos a que hoy a la 10 horas tendría al Director del Banco Japonés en Nueva York cogido por los cojones -respondió la anciana.
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