Lectio divina Domingo XXXII T O Ciclo B
Lectio divina Domingo XXXII T. O. Ciclo B. 11 Noviembre 2018 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: del vídeo “Mtos de Paz” 03 P. 3 Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
Oración inicial Señor Jesús: perdona por las veces que he querido vanagloriarme y he pasado frente a mi prójimo ignorando sus necesidades. Porque muchas veces, no haciendo caso a tu llamada, te he respondido solo en el tiempo que me sobra. Dame fuerza, Señor, mi vida entera pongo en tus manos. Aquí estoy con lo que tengo y soy.
TEXTO BÍBLICO Mc. 12. 38 -44 Y él, instruyéndolos, les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa» . Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante. Llamando a sus discípulos, les dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» .
lectura ¿Qué dice el Texto?
Ante sus ojos aparecen los letrados y fariseos, esa gente importante, reconocida y mandamás, autorizadísimos por sus propias leyes, que iban y venían al Templo dándose una importancia arrogante. Jesús señala… también el abuso injusto que ellos practicaban aprovechándose de las capas más bajas de aquella sociedad, como eran las viudas. Jesús observa lo que está ocurriendo en los aledaños del Templo de Jerusalén, y hace de su observación una hermosa enseñanza.
Y junto a este grupo… el Señor observa precisamente a una viuda que llega al Templo sin alarde ni presunción, y allí frente al cepillo ella contrastaba con otra gente rica y principal que echaba en abundancia. Aquella pobre mujer no: tan sólo echó dos reales.
Jesús la vio, y la ensalzó hasta el punto de colocarla como ejemplo. Exactamente igual que vio a los letrados y los puso de contraejemplo. Nada escapa a la mirada de Dios.
¿Qué es lo que Jesús vio en esta viuda? Que lo había dado todo. Por poco que fuera, eso era cuanto tenía. El premio de esta mujer estaba en la paz y en la falta total de agobio asfixiante, de zozobra angustiosa, porque vivía en la libertad de quien nada tiene que defender porque todo lo ha entregado ya.
Curiosamente, los que viven así tienen esa felicidad que imposiblemente pretenden alcanzar aquellos que se resisten a darlo todo. Y aquí resalta la paradoja evangélica: quien entrega, tiene, quien retiene se quedará sin nada.
Darlo todo, gratuitamente, como gratis lo hemos recibido, y también nosotros experimentaremos que las promesas de Jesús no son vacías. Somos lo que somos ante Dios y nada más.
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
El episodio del Evangelio de este domingo se compone de dos partes: en una se describe cómo no deben ser los seguidores de Cristo; en la otra, se propone un ideal ejemplar de cristiano.
En la primera parte, Jesús señala tres defectos que se manifiestan en el estilo de vida de los escribas, maestros de la ley: soberbia, avidez e hipocresía. …Pero, bajo apariencias solemnes, se esconden la falsedad y la injusticia. Por último, los escribas «aparentan hacer largas oraciones» . Mientras se pavonean en público, usan su autoridad para «devorar los bienes de las viudas» , a las que se consideraba, junto con los huérfanos y los extranjeros, las personas más indefensas y desamparadas.
También hoy existe el riesgo de comportarse de esta forma. Por ejemplo, cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que se ama a Dios y, sin embargo, se antepone a Él la propia vanagloria, el propio provecho.
La segunda parte del Evangelio de hoy va en esta línea. La escena se ambienta en el templo de Jerusalén. . . Hay muchos ricos que echan tantas monedas, y una pobre mujer, viuda, que da apenas dos pequeñas monedas. Jesús observa atentamente a esa mujer e indica a los discípulos el fuerte contraste de la escena. Los ricos han dado, con gran ostentación, lo que para ellos era superfluo, mientras que la viuda, con discreción y humildad, ha echado «todo lo que tenía para vivir» ; por ello —dice Jesús— ella ha dado más que todos.
Debido a su extrema pobreza, hubiera podido ofrecer una sola moneda para el templo y quedarse con la otra. Pero ella no quiere ir a la mitad con Dios: se priva de todo. En su pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, lo tiene todo; se siente amada totalmente por Él y, a su vez, lo ama totalmente.
Jesús, hoy, nos dice también a nosotros que el metro para juzgar no es la cantidad, sino la plenitud. Hay una diferencia entre cantidad y plenitud. Tú puedes tener tanto dinero, pero ser una persona vacía. No hay plenitud en tu corazón. Pensad esta semana en la diferencia que hay entre cantidad y plenitud. No es cosa de billetera, sino de corazón… Amar a Dios «con todo el corazón» significa confiar en Él, en su providencia, y servirlo en los hermanos más pobres, sin esperar nada a cambio.
Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.
Pidamos al Señor que nos admita en la escuela de esta pobre viuda, que Jesús, con el desconcierto de los discípulos, hace subir a la cátedra y presenta como maestra de Evangelio vivo. Por intercesión de María, la mujer pobre que ha dado toda su vida a Dios por nosotros, pidamos el don de un corazón pobre, pero rico de una generosidad alegre y gratuita.
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
Señor Jesús, ayúdanos a comprender y valorar la actitud de esa viuda que dio más que todos los demás, porque dio todo lo que tenía.
Danos Señor, la gracia de saber dar todo de nosotros para ayudar a los que nos necesitan. Ayúdanos a saber ser generosos contigo y con los demás, no dejando nada para nosotros, sino colocando todo a tu servicio.
Dándonos totalmente, esperando siempre en ti, confiando en tu amor y en tu providencia, sabiendo que teniéndote a ti, todo lo tenemos y que solo Tú puedes saciar nuestras ansias más profundas. Que así sea.
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
Contempla como Jesús observa a los escribas que viven para el público y a la viuda pobre que pone amor en lo que da. También te mira a ti, en tu interior, en tu modo de hacer y pensar… ¿Qué espera de ti?
Comparte con el Señor tus sentimientos, tus deseos, tus dificultades, qué quieres mejorar. . . Cuéntale tus cosas. Confía y espera. Habla con Él desde lo leído.
Céntrate en Jesús. Mira qué dice, qué hace, qué dicen de Él… y mírate a ti mismo/a. ¿Tú también dedicas a la oración el tiempo que te sobra? ¿También entregas en la Iglesia, en tu comunidad el tiempo y el dinero cuando te sobra? ¿Qué significa para ti eso de “ha echado todo lo que tenía para vivir?
Comparte con el Señor en oración tus pobrezas y necesidades. Cómo te llevas con tus defectos, errores y limitaciones: ¿te escandalizan, los aguantas, te angustian… se los entregas a Jesús?
acción ¿A qué me comprometo?
Proponte hacer una revisión de vida, preguntándote ¿qué estoy dando al Señor?
Concreta cuáles son tus “dos mejores monedas” que quieres entregar hoy para construir el Reino de Dios.
Ten cuidado: A veces, nos buscamos a nosotros mismos, diciendo que buscamos a Dios. Ten cuidado con el virus de la hipocresía, la fama, las apariencias… Ten cuidado con los primeros puestos en tu casa, en tu familia, en tu parroquia, con las personas que tratas cada día…
Invita a tu familia, a tu comunidad o grupo de fe… a hacer un acto de generosidad con personas necesitadas que medio de nuestra crisis, tienen más carencias que tú y necesitan de tu generosidad.
Sigue el ejemplo de Jesús. Valora, reconoce, admira… a las personas que ejercen la caridad desde la sencillez y hazles ver que están en sintonía con Jesús, aunque ellos no lo sepan.
Haz realidad en tu vida la invitación del Papa Francisco: “Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo”.
Plantéate como distribuyes tu tiempo: trabajo, oración, dedicación a los necesitados, pastoral… bienes materiales. FIN
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