Lectio divina Domingo XXII T O Ciclo B
Lectio divina Domingo XXII T. O. Ciclo B. 2 Septiembre 2018 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Excerpt Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
Oración inicial Mi corazón, Señor, necesita revisión, curación. Me acerco hasta Ti, como tantos enfermos que sanaste, para que también cures mis fallos e hipocresías. Necesito purificar mis intenciones, corregir mis apatías y perezas, erradicar mi orgullo, soberbia… y desprecio al que no piensa como yo. ¡Tantos pecados, tanto desamor debo eliminar de mi conciencia…!
TEXTO BÍBLICO Mc. 7. 1 -8. 14 -15. 21 -23 Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras? » . Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» .
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre» . Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro» .
lectura ¿Qué dice el Texto?
Observado el comportamiento de los discípulos, los fariseos y los escribas preguntan a Jesús. Pregunta que está cargada de reproche. Ésta actitud de estos hombres es la que va a motivar la respuesta de Jesús, que se sintetiza en una única palabra: hipocresía. Estos fariseos y escribas son unos hipócritas, porque ellos están denunciando sólo la inobservancia de una norma externa y sin embargoen sus vidas todo es apariencia y falsedad.
La profecía de Isaías que Jesús cita en su respuesta describe la situación: quieren dar la apariencia de que cumplen la Ley pero no cumplen ni el mandamiento más importante de esa misma Ley que es el del amor a Dios y también al prójimo.
La escena acaba ampliando el auditorio. Ahora Jesús ya no solo se dirige a los fariseos y escribas sino que ha llamado a la gente, porque este mensaje es importante… El Señor, de nuevo, desvela la realidad de las cosas. No son los alimentos los que hacen impuros al hombre sino que lo malo (las malas actitudes, las malas obras) del hombre, sale de su propio corazón.
El mensaje de Jesús está claro: a los fariseos, a los escribas, a sus discípulos y a todos nosotros. No podemos dar la impresión de ser unos hombres religiosos por fuera y no serlo también por dentro. La culpa de las cosas que pasan no es siempre de los demás.
No es justo que estemos siempre desviando la mirada hacia los otros, hacia el mundo o hacia las instituciones como si solo ellos fueran los responsables de que el mundo esté como está. Quizás también tengamos que preguntarnos qué parte de responsabilidad es nuestra.
Luchar en nuestra vida diaria por ser auténticos, sinceros, transparentes y rechazar cualquier atisbo de hipocresía, esto también es un acto de amor a Jesús.
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
La respuesta de Jesús (a los escribas y fariseos) tiene la fuerza de un pronunciamiento profético: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios – dice- para aferraros a la tradición de los hombres» . Son palabras que nos llenan de admiración por nuestro Maestro: sentimos que en Él está la verdad y que su sabiduría nos libra de los prejuicios.
Como entonces para los fariseos, existe también para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o mejores que los demás por el sólo hecho de observar las reglas, las costumbres, aunque no amemos al prójimo, seamos duros de corazón, soberbios y orgullosos. Jesús quiere ponernos en guardia también a nosotros, hoy, de pensar que la observancia exterior de la ley sea suficiente para ser buenos cristianos.
La observancia literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su Palabra, buscar la justicia y la paz, socorrer a los pobres, a los débiles, a los oprimidos.
Esto es lo que Jesús condena porque es un antitestimonio cristiano. Todos sabemos, en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros barrios, cuánto daño hacen a la Iglesia y son motivo de escándalo, las personas que se dicen muy católicas y van a menudo a la iglesia, pero después, en su vida cotidiana, descuidan a la familia, hablan mal de los demás, etc.
De esta manera subraya el primado de la interioridad, es decir, el primado del «corazón» : no son las cosas exteriores las que nos hacen o no santos, sino que es el corazón el que expresa nuestras intenciones, nuestras elecciones y el deseo de hacerlo todo por amor de Dios. «Nada que entra de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre» .
Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos decidido en el corazón: con actitudes exteriores, si el corazón no cambia, no somos verdaderos cristianos. La frontera entre el bien y el mal no está fuera de nosotros sino más bien dentro de nosotros.
Es el corazón el que debe ser purificado y convertirse. Sin un corazón purificado, no se pueden tener manos verdaderamente limpias y labios que pronuncian palabras sinceras de amor —todo es doble, una doble vida—, labios que pronuncian palabras de misericordia, de perdón. Esto lo puede hacer sólo el corazón sincero y purificado.
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
Mi Dios, cercano y amigo, que habitas en mi corazón, cada día sigo en tu búsqueda.
Sé que cualquier rincón del camino es bueno para el encuentro, que en cualquier ser humano me sales al paso, que en cualquier instante te dejas ver y me das la gran sorpresa. Todo tiene tu rostro, tu voz, tu nombre. Eres el tesoro de la vida, el tesoro de mi vida.
A veces te busco en las nubes o en la letra de los libros, y no encuentro más que palabras que se lleva el tiempo. A veces te busco en las estrellas y más allá, pero tú estas siempre más acá, tan cerca de mí que no te distingo.
Estás allí donde hay un corazón que sufre, un amigo que se halla en problemas, una historia humana que necesita ser reconstruida, un niño que llora cuando debía sonreír, un anciano que mendiga compañía.
Ayúdame a buscarte donde tú vives, a reconocer que mi mundo es tu mundo, que tu cielo está aquí entre nosotros, que nuestra esperanza es para el más allá pero se realiza en el tiempo presente.
Mi Dios, cercano y amigo, con quien voy construyendo un mundo de esperanza, que acepte tu voz de Padre en mis hermanos, que sienta tu mano de amigo en mis proyectos, que viva tu realidad de Dios en la cercanía de los que amo. Porque tú eres familia, eres comunidad, eres parroquia.
Gracias, mi Dios, cercano y amigo, tan divino que, en Jesús, te has hecho hombre como nosotros. Gracias, mi Dios, cercano y amigo para siempre.
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
Contempla a Jesús, que responde a las acusaciones de los maestros de la Ley por desfigurarla e imponer preceptos que nada tienen que ver con el mandamiento fundamental: amor a Dios y amor al prójimo. Y a ti mismo, que con frecuencia te justificas y no pones la atención y el interés en tu arrepentimiento y conversión.
Este texto evangélico te invita a mirar y examinar tu conciencia con detenimiento y sinceridad. Pregúntate: ¿qué intenciones son las que te motivan y guían para hacer el bien o para no hacerlo?
La conversión que nos pide Jesús es la del corazón. ¿Qué sentimientos, valores, actitudes brotan de tu interior? ¿Por qué trabajas, te mueves, te afanas? ¿Buscas intereses personales: fama, éxito, aprecio, dinero…?
El reino de Dios está llegando. “Convertíos y creer en el Evangelio”. La Palabra de Dios siempre llama al arrepentimiento y a la conversión.
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí…» . ¿Se genera en tu vida incoherencia entre la fe que proclamas con los labios, y la que vives o practicas? ¿Al reconocerlas, que haces? Un cristiano que vive con coherencia su fe, se convierte en un fuerte motor evangelizador.
Jesús no ha venido a esclavizar sino a liberarnos de leyes injustas. El amor a las personas y, en consecuencia, hacerles todo el bien posible, es el criterio del amor a Dios.
acción ¿A qué me comprometo?
Jesús les dijo: «Escuchad y entended todos: lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre» . Es un buen momento para medir tus palabras, pensamientos… proponte evitar todo mal que sale de tú interior.
Revísate a la luz de la Palabra para purificar y corregir tus errores.
Comprométete a renunciar a actitudes y comportamientos que no te ayudan a hacer tu corazón semejante al de Jesús.
Proponte renunciar a algo propio para ofrecérselo a Dios, puede ser tiempo de descanso para ir al encuentro de quienes están solos, tienen carencias físicas o espirituales…, o algo que estés dispuesto a regalar.
Lo impuro sale del corazón del hombre, ¿qué debes purificar en tu vida? , ¿qué debes cambiar para vivir como el Señor espera de ti?
Detente a pensar las consecuencias de tu actuar cuando en tu corazón hay malos sentimientos.
Durante esta semana, al final de cada día haz examen de conciencia para identificar los sentimientos que mueven tu actuar.
Revisa tu interior para ser más consiente de cómo actúas con los demás.
Sé sincero contigo mismo, siendo trasparente y no intentando aparentar. Evitando en tu vida todo lo que es apariencia y falsedad. FIN
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