Leccin 12 para el 18 de junio de

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Lección 12, para el 18 de junio de 2011

Lección 12, para el 18 de junio de 2011

“Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y

“Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz” (Lucas 8: 43 -48)

Con la pregunta “¿quién ha tocado mi manto? ” Jesús quería que la mujer

Con la pregunta “¿quién ha tocado mi manto? ” Jesús quería que la mujer supiera que su sanamiento no se había producido por ningún acto mágico, sino por la fe en Aquel que llevaba el manto: Jesús. “La muchedumbre maravillada que se agolpaba en derredor de Cristo no sentía la manifestación del poder vital. Pero cuando la mujer enferma extendió la mano para tocarle, creyendo que sería sanada, sintió la virtud sanadora. Así es también en las cosas espirituales. El hablar de religión de una manera casual, el orar sin hambre del alma ni fe viviente, no vale nada… La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es una transacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor, una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia vencedora” Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes , pp. 312 -313

“[Jesús] se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una

“[Jesús] se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido” (Juan 13: 4 -5)

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 5 -8) Los discípulos discutían entre sí quién tendría el lugar más elevado en el Reino. Judas había planeado su traición y actuaba como si no pasase nada. ¿Quién de ellos estaba dispuesto a realizar el trabajo del sirviente, lavando los pies a los demás? Siendo el Maestro –el Hijo de Dios mismo– Jesús se quitó su manto, se humilló a sí mismo y se rebajó a ocupar el lugar del siervo.

“Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios

“Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia” (Mateo 26: 63 -65)

Al rasgar sus vestiduras, Caifás rechazaba a Jesús como Hijo de Dios y se

Al rasgar sus vestiduras, Caifás rechazaba a Jesús como Hijo de Dios y se condenaba a sí mismo, puesto que la ley prohibía que el Sumo Sacerdote rasgase sus vestidos (Levítico 21: 10) Este acto de Caifás era un símbolo del fin del sistema sacerdotal levítico. A partir de ahora, Jesús sería el Sumo Sacerdote que ministraría en el Santuario Celestial.

“Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de

“Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!” (Mateo 27: 27 -29)

Poniéndole un viejo manto escarlata, una corona de espinas y una caña como cetro,

Poniéndole un viejo manto escarlata, una corona de espinas y una caña como cetro, los soldados romanos se mofaron de Jesús, el “rey de los judíos”. El que había venido a vestir a los hombres con su manto de justicia, recibía de los hombres un burlesco manto. Jesús, por amor a cada uno de nosotros, soportó toda esta humillación y permitió ser llevado hasta la misma muerte. ¿Estamos nosotros dispuestos a soportar la humillación y el escarnio por amor a Jesús?

“Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes,

“Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados” (Juan 19: 23 -24)

REPARTIR LOS VESTIDOS Jesús crucificado Jesús pudo ver en sus momentos de agonía cómo

REPARTIR LOS VESTIDOS Jesús crucificado Jesús pudo ver en sus momentos de agonía cómo los soldados romanos cumplían lo anunciado por el profeta David al repartirse sus ropas, echando suertes sobre su túnica (Salmo 22: 18) Al verse cumplida la profecía en este acto, Jesús tomó fuerzas para soportar lo que estaba sufriendo en esa cruz. Su obra no iba a ser en vano. Igual que se cumplía esta profecía se cumplirían las demás profecías que mostraban cómo su sacrificio salvaría a millones de personas atrapadas en este mundo de pecado.

REPARTIR LOS VESTIDOS Jesús crucificado, predicho, Salvador QUITAR EL MANTO Jesús servidor, humilde y

REPARTIR LOS VESTIDOS Jesús crucificado, predicho, Salvador QUITAR EL MANTO Jesús servidor, humilde y amante TOCAR EL MANTO Jesús sanador, poderoso y solícito RASGAR LOS VESTIDOS Jesús rechazado, paciente y sereno PONER EL MANTO DE BURLA Jesús humillado, ridiculizado e incomprendido