LAS VIRTUDES TEOLOGALES 44 Catequesis sobre la fe
LAS VIRTUDES TEOLOGALES 44 Catequesis sobre la fe Mons. Esteban Escudero Obispo de Palencia
Las virtudes teologales, don de Dios Las virtudes teologales son tres: • La fe, la esperanza y la caridad. Son infundidas por Dios en el alma de los bautizados • Para hacerlos capaces de vivir una relación singular con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las virtudes teologales son gracia o don de Dios para el cristiano, ya que ningún ser humano merecería tener esa relación de hijo de Dios, • Que las virtudes teologales posibilitan y que le hacen ser heredero de la vida eterna. Las virtudes teologales • Son el principio y el fundamento de la vida cristiana.
La fe Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que él nos ha revelado y que la Iglesia nos propone para ser creído. El primer aspecto es escuchar a Dios y confiar en su palabra: “habla, Señor, que tu siervo escucha”, sería el modelo de apertura a la palabra de Dios. La fe cristiana tiene dos aspectos que son inseparables: • Creer en Dios • Y creer en lo que él nos ha revelado. El ejemplo más claro de esta actitud es la Virgen María. Ella escuchó lo que el Señor le hablaba por medio del ángel Gabriel y aceptó lo que se pedía de ella.
La fe revelada La fe tiene también un contenido concreto: Lo que se nos revela en la Sagrada Escritura El resumen más importante de la fe revelada Es el Credo o símbolo de la fe. La explicación auténtica de la fe de la Iglesia se da en los catecismos, el más reciente de los cuales es El Catecismo de la Iglesia Católica Y su Compendio, Y en la Tradición de la Iglesia. • Que es una síntesis fiel y segura del mismo.
La esperanza El mensaje de Jesús es un mensaje de esperanza en cuanto que es la proclamación del futuro reino de Dios. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo. El Dios que nos ha revelado Jesús es "el Dios de la esperanza". Nada ni nadie de este mundo puede dar plenitud de vida, venciendo la caducidad y la muerte. Dios puede dar esperanza porque posee la plenitud de la vida. La actitud de la esperanza es tan fundamental en la vida del cristiano que San Pablo puede designar a los cristianos como los que viven alegres por la esperanza (Rom 12, 12), mientras que los paganos son los que "no tienen esperanza" (1 Tes 4, 13).
Anhelo de felicidad La virtud de la esperanza se corresponde con el anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre. Por ella podemos esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman y cumplen su voluntad. Sólo con la esperanza la vida humana tiene plenitud de sentido.
La caridad como amor a Dios La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Ya en el Antiguo Testamento se nos dice que Dios ama al hombre. Los profetas proclaman ese amor y explican las relaciones entre Dios e Israel como un pacto matrimonial. El Dios que ama, espera como contrapartida el amor de Israel. Por eso el gran mandamiento para el pueblo es "Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas" (Dt 6, 5).
La mayor de todas • Para San pablo, la caridad está por encima de todas las demás virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: "Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad" (1 Cor 13, 13). • San Juan, igualmente, fundará el deber de amar a Dios en que fue él quien nos amó primero. Dios es el comienzo del amor: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10).
La caridad como amor al prójimo A la pregunta de cuál es el mayor de los mandamientos Jesús responde: La caridad para con Dios tiene como consecuencia El amor al prójimo. "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a tí mismo” (Mc 12, 29 -31).
El auténtico amor a Dios Para el Nuevo Testamento, el amor a Dios sólo es auténtico cuando se demuestra con el amor al prójimo. San Juan nos advierte: "Si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? " (1 Jn 3, 17).
• En la parábola del buen samaritano (Lc 10, 29 -37) y en la del juicio final (Mt 25, 31 -46) se nos muestra claramente cómo ha de cumplirse este mandamiento y la importancia decisiva que tiene esta actitud del cristiano a los ojos de Dios.
ORACIÓN Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por N. S. J. Amén.
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