Las Obras de Misericordia Espirituales Corregir al que
Las Obras de Misericordia Espirituales
Corregir al que se equivoca ------Perdonar las injurias
3) CORREGIR AL QUE SE EQUIVOCA “Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida”. Ez. 33, 8 -9
“Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida” (Mt 18, 15 -17)
El primer paso para tener en cuenta a Dios es escuchar su Palabra, la que despierta la conciencia dejando en el corazón el deseo de conversión. La delicadeza evangélica con las faltas de nuestros hermanos exige llamarlos a solas, más que frente a frente, corazón a corazón, "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia". Timoteo 3: 16 con discreción y delicadeza.
Muchas veces nos enojamos o reímos cuando vemos a algún hermano equivocarse, olvidándosenos que no somos perfectos e inevitablemente nos equivocaremos también. Hemos de corregir al que yerra, con la advertencia oportuna, con caridad, sin que le ofenda.
La corrección fraterna es una obra de misericordia, pero cuando se hace desde la humildad y desde el amor. Desde la humildad, reconociendo que también nosotros nos equivocamos. No queramos sacar la paja en el ojo ajeno, sin darnos cuenta de nuestra viga. Desde el amor, no para herir al hermano sino para salvarle. Y hacerlo además cariñosa, delicada y amablemente.
LA CORRECCION SANA EL PREJUICIO La corrección implica también circunscribirla al error cometido sin generalizarla, para no ir a reprobar todas las acciones y actitudes de la persona. Por una falta no se puede condenar toda la vida, porque entonces la corrección no daría ánimo sino que desmoralizaría, y ese no es el objetivo del llamado de atención. El evangelio mira esta situación diciendo “si tu hermano peca. . . ” procura mantener su nombre y su imagen “repréndelo a solas entre los dos”, así se da la posibilidad a la otra parte de explicar y defenderse. Esto no se puede dar cuando ya el hecho es conocido públicamente; la finalidad es ganarse un hermano.
La corrección fraterna completa no es sólo corregir sino también dejarse corregir; sólo quien se ha dejado corregir tiene la madurez de corregir a otros. Por ello la corrección fraterna incluye otro aspecto enfatizado por Jesús. “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? ” (Lc 6, 41 -42).
Vale la pena vivir la vida, por eso hay que rectificar al hermano que está en mala condición, al hermano que sufre. Hay que ayudarle para que no sufra. Hay que ayudarle para que rectifique el error. Hay que ayudarle para que vuelva al camino de la alegría, del gozo, de la paz. Hay que ayudarle para que se acerque más a Dios y, así, descubra qué hermosa es la vida. La corrección fraterna es la ayuda al hermano. Nuestro mundo vive en una frecuente agresión y nuestro mundo necesita ver que hay hombres y mujeres que no agreden. Nuestro mundo necesita ser salvado, necesita recuperarse a sí mismo porque se ha perdido. Pero no se recuperará si no hay hombres y mujeres que en lugar de agredir, se aman, se ayudan y se sirven mutuamente unos a otros con amor.
4) PERDONAR LAS INJURIAS “Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿hasta siete veces? Jesús le contestó: No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete”. (Mt 18, 21 -22)
El cristiano tiene que perdonar de corazón las injurias que se le hacen, "no siete veces, sino setenta veces siete”; es decir, SIEMPRE. Igualmente ha de saber pedir perdón de las ofensas que él pueda hacer a los demás; no es ninguna humillación, sino demostrar con obras que se tiene un corazón grande.
Cuando somos propensos a la venganza y el resentimiento, nos es mas difícil perdonar, por eso Jesús nos dio un ejemplo maravilloso, y nos cogió la palabra en la oración que puso en nuestros labios. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase Señor, tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Lc. 11, 2 -4
Esta es una de las obras de misericordia más cristiana. Perdona, aunque la ofensa te duela mucho. Perdona setenta veces siete. Perdona, si puedes, hasta olvidar. Perdona y ama. Y perdónate también a ti mismo.
Podemos aprender a perdonar al que nos ofende, sabiendo disculparle con comprensión
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". (Mt 5, 7)
Que la iglesia, consciente de su identidad misionera , se esfuerce en seguir fielmente a Cristo y proclamar su Evangelio a todos los pueblos. SS Benedicto XVI Este mensaje tiene como finalidad difundir la Palabra del Señor a millones de personas que buscan una respuesta para su vida. Para enviar comentarios, solicitar mensajes anteriores (este es el mensaje No. 477) o ser incluido o borrado de la lista de distribución haz clic en el siguiente enlace. evangelium 31@gmail. com
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