La tibieza se considera la enfermedad ms peligrosa
“La tibieza se considera la enfermedad más peligrosa de la vida espiritual” (PAPA Francisco, 2014). LA IMPORTANCIA DE FORMAR PROMOTORES (AS) VOCACIONALES, FORMADORES Y FORMADORAS.
Un tiempo para humanizar la vocación � Es a partir del hombre, que conocemos a Dios y es ahí la primera implicación del año de la vida consagrada. � Humanizar nuestra vocación es hacernos conscientes de nuestra realidad como personas; de un cuerpo que es el vehículo de nuestra humanización, el cuidado, los procesos preventivos, el descanso, la alimentación y el sano esparcimiento. Discernir entre lo urgente lo necesario y lo importante ya que el activismo cobra factura con el paso del tiempo.
Muchas de las crisis que vivimos más que ser vocacionales son humanas � “Lo que no está integrado, se desintegra” (Cencini) � El acercamiento integral busca hacer justicia al misterio de la persona teniendo en cuenta lo individual y lo colectivo, el interior y los aspectos exteriores que simultáneamente están presentes en cada circunstancia; por lo tanto el mundo interior de un formando es tan importante como el exterior.
� La Formación humana ha sido calificada en reuniones y capítulos congregacionales como “la prioridad de prioridades”. La realidad es que la selección y formación de promotores vocacionales y Formadores es un trabajo que implica sensibilidad y conocimiento de la necesidad de la congregación de tener comunidades más sanas para lograr sus objetivos.
� En el año de la vida consagrada estamos llamados a ser más conscientes de lo que somos (humanos) y esto ha sido el aspecto más descuidado en la Formación.
� Personas buenas sin preparación para esto son destinadas al ministerio de la formación de “la noche a la mañana” y esto puede llevar a dejar la Formación a los cambios de humor que el Formador o el promotor puedan tener, el Formador debe estar en contacto con su propio desarrollo espiritual y humano para facilitar el proceso de crecimiento de los Formandos. � Los objetivos a largo plazo pueden ser sacrificados a favor de las urgencias a corto plazo, provocando una situación de mediocridad en el proceso de formación.
Conclusión � Solo una formación que mantiene encendidas las dos pasiones que consumen el corazón de la persona consagrada puede llamarse verdaderamente transformadora. � “Pasión por Cristo y pasión por la humanidad” he aquí la importancia de que Formadores y Promotores vocacionales sean formados humanamente para formar.
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