LA GUERRA DE SUCESIN ESPAOLA 1701 1715 GUERRA

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LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA 1701 -1715

LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA 1701 -1715

GUERRA DE SUCESIÓN: CANDIDATOS � � � La muerte sin descendencia de Carlos II

GUERRA DE SUCESIÓN: CANDIDATOS � � � La muerte sin descendencia de Carlos II el hechizado (1 de noviembre de 1700), desató una crisis en España y en Europa, desencadenando la Guerra de Sucesión (1701 – 1715). Carlos II había decidido en su testamento[1] que la sucesión pasase a Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV por una vía segundona), vinculando así el imperio español a la mayor potencia europea del momento[2] y a la casa de Borbón. La alternativa era el archiduque Carlos de Austria, hijo segundón del emperador Leopoldo I de Austria (su primogénito José I obtendrá el cetro imperial en 1705 y morirá sin descendencia en 1711, sucediéndole su hermano Carlos como Carlos VI). [1] En un primer testamento, el trono de España pasaba al príncipe José Fernando de Baviera, biznieto de Felipe IV y sobrino nieto de Carlos II; sin embargo, el niño de 6 años moría en 1699. [2] Ciertamente, al candidato francés también le asistían derechos de parentesco, aunque perteneciese a la casa de Borbón: Felipe de Anjou era biznieto de Felipe IV y nieto de María Teresa, hija de Felipe IV y hermana mayor de Carlos II, así que era sobrino nieto de Carlos II. El archiduque Carlos de Austria era tataranieto de Fernando I de Austria, hermano de Carlos V y biznieto de Felipe III, así que el parentesco era más remoto, si bien compartía la titularidad de la casa reinante en España desde 1516.

ÁRBOL GENEALÓGICO

ÁRBOL GENEALÓGICO

DOS BANDOS � � � Temiendo el creciente poderío del rey de Francia, se

DOS BANDOS � � � Temiendo el creciente poderío del rey de Francia, se constituyó en Europa una Gran Coalición que se alineó contra el testamento de Carlos II y contra la causa borbónica, aglutinándose en torno a la candidatura del archiduque Carlos. La coalición austracista la formaban: el Sacro Imperio (y los dominios de la casa de Austria), Prusia, las Provincias Unidas, el Reino de Gran Bretaña, el ducado de Saboya y el Reino de Portugal, así como la España fiel al archiduque Carlos, aclamado en Barcelona como Carlos III (básicamente, los reinos de la Corona de Aragón, que esperaban ver respetadas así sus particularidades forales). Aliados con la causa borbónica estaban el Reino de Francia, el ducado de Baviera (será reino a partir de 1806) y la España fiel a Felipe de Anjou, proclamado como Felipe V (básicamente, la Corona de Castilla, deseosa de renovación dinástica, y Navarra).

ALTERNATIVAS DE LA GUERRA � � � Se trató de una guerra civil e

ALTERNATIVAS DE LA GUERRA � � � Se trató de una guerra civil e internacional, con escenarios en España y en Europa. Los escenarios bélicos se situaron en Europa (Italia y Alemania, principalmente), en España y en América. Las alternativas se repartieron entre ambos bandos, destacando el asedio de Gibraltar y la victoria aliada de Blenheim (1704) que llevó al archiduque Carlos a Barcelona, donde fue aclamado[1]; así como las victorias borbónicas de Almansa (1707), con la rendición de Valencia, y Brihuega y Villaviciosa, que decidieron la rendición de Zaragoza (1711). El apoyo de las poblaciones de la Corona de Castilla (que también participaron en la contienda formando mesnadas) fue decisivo en los fracasos de la Gran Coalición y en la retirada de Castilla del archiduque Carlos. En estas batallas destacaron George Rooke y el duque de Marlborough (John Churchill) por la parte austracista, y los duques de Berwick y Vendôme por la parte borbónica. [1] En Madrid, a donde llegó en 1706 apoyado por un ejército angloportugués, recibiría un frío recibimiento, que contrastaba con la acogida delirante que los madrileños brindaron a Felipe de Anjou, cuando se proclamó rey en 1701.

LA PAZ INTERNACIONAL � La muerte sin descendencia en 1711 del emperador José I

LA PAZ INTERNACIONAL � La muerte sin descendencia en 1711 del emperador José I (sucesor de Leopoldo I) colocó al archiduque Carlos en el trono imperial. Ese hecho y el agotamiento de la guerra decidieron iniciar los preparativos de la paz, que culminaron en los tratados de Utrecht y Rastadt (1713, 1714): • Se reconocía a Felipe V como rey de España, pero se prohibía la unión • • de las coronas de Francia y España. Se compensaba al archiduque Carlos (ya Emperador Carlos VI) con el grueso del imperio español en Europa (Milanesado, Nápoles, Países Bajos Católicos, etc). Saboya obtenía Sicilia. Gran Bretaña ganaba Gibraltar y Menorca, así como tierras en el Canadá (Terranova y Bahía de Hudson) y privilegios comerciales en el tráfico de esclavos negros con América. El ducado de Brandenburgo se reconocía como Reino de Prusia.

EL DESENLACE EN ESPAÑA � � La caída de Barcelona se produce con el

EL DESENLACE EN ESPAÑA � � La caída de Barcelona se produce con el asalto del 11 de septiembre de 1714, tras un largo sitio y bombardeo. El duque de Berwick entró en la ciudad, que capitulaba al día siguiente y era ocupada a continuación. En el asalto resultó herido el conseller en cap del Consejo de Ciento (el ayuntamiento de la ciudad) Rafael Casanova. Inmediatamente serán disueltos el Consell de Cent y la Generalitat. Mallorca se rendía a Felipe V al año siguiente.

DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y FIN DEL FORALISMO � � � La nueva dinastía

DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y FIN DEL FORALISMO � � � La nueva dinastía borbónica, siguiendo su tradición centralista y uniformadora, reorganizó el Estado: Los fueros de la Corona de Aragón eran suprimidos en los decretos de Nueva Planta de 1707 para Valencia y Aragón, 1715 para Baleares y 1716 para Cataluña, y reemplazados por las leyes de Castilla (tan loables y plausibles en todo el Universo) herederas del Fuero Juzgo y del Código de las Siete Partidas. Un nuevo sistema fiscal o tributario común (Vascongadas y Navarra quedaban excluidas) ponía fin a los privilegios fiscales[1], siendo la lengua común a nivel oficial el castellano. Por otra parte, Aragón y Cataluña vieron respetado su derecho privado (o derecho civil) y se respetó el uso de sus lenguas regionales a nivel privado. La reorganización del Estado suponía la desaparición de la denominación de reinos por la de provincias, la supresión de las instituciones forales (Parlamentos o Cortes Estamentales, Diputaciones del General o Generalidades, el Consejo de Aragón, los virreyes, el Justiciazgo, el Consejo de Ciento, etc) y su reemplazo por Capitanías Generales y Reales Audiencias (con funciones gubernativas y judiciales, siendo el presidente de cada una de las mismas el capitán general correspondiente), aparecerán las intendencias (con fines tributarios), se reforzará el papel de los corregidores locales, etc. Así desaparecían los particularismos forales de los reinos de la antigua Corona de Aragón, si bien se respetaban para Navarra y las provincias vascas (dentro de Castilla) por su fidelidad a Felipe V durante la guerra. El foralismo vasco y navarro peligrará cuando se inicie la implantación del liberalismo en España (época isabelina), dando lugar a las guerras carlistas (la 1ª entre 1833 y 1840). La organización del Estado Central también se vio alterada: las secretarías de despacho (en principio intermediarias entre los Consejos y el monarca) actuarán como auténticos ministerios. [1] Sin embargo, Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares, además de Canarias, las Vascongadas (exentas de tributación central) y Navarra (idem), seguirán teniendo una fiscalidad diferente (aunque más ecuánime que antes en aplicación de los decretos de Nueva Planta), y prueba de ello es que en el Catastro de Ensenada (1749 – 1759) no se incluían los territorios forales ni los antiguos reinos de la Corona de Aragón (excluida Cataluña, que sí fue incorporada al proyecto).