JESS NOS ENSEA A ORAR 53 Catequesis sobre
JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR 53 Catequesis sobre la fe Mons. Esteban Escudero
QUÉ ES LA ORACIÓN Santa Teresa del Niño Jesús escribió en sus Manuscritos autobiográficos: “Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto en medio de la prueba como en la alegría”.
De acuerdo con lo que nos enseña el Nuevo Testamento, la oración es la relación de los hijos de Dios con el Padre, infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo. Para el cristiano, la vida de oración es estar habitualmente en presencia del Dios, uno y trino, y en comunión con él.
La Iglesia nos invita sobre todo a la lectura orante de la palabra de Dios. Para ello, se comienza por leer un pequeño texto de la Biblia. Meditamos lo que Dios nos ha querido decir en él. Le respondemos con nuestra oración personal y, finalmente, intentamos poner en práctica su enseñanza en nuestra vida.
Uno de los rasgos del discípulo de Jesús al rezar debe de ser la plena confianza en Dios, especialmente en los momentos difíciles. Esto nos lo enseña en la parábola del juez inícuo (Lc 18, 2 -8). Si incluso este hombre insensible, cede por fin a las peticiones de la pobre viuda, ¿cómo Dios no va a escuchar a sus hijos cuando acuden a él en sus necesidades? .
La misma idea se transmite en la parábola del amigo inoportuno (Lc 11, 5 -8). Si el amigo no deja en la estacada a quien le pide tres panes, para dar de cenar a otro amigo, aunque toda la familia se va a despertar al correr los cerrojos de la puerta, ¡con cuánta más razón, Dios atenderá las peticiones de sus hijos! Él escucha a todos los que le invocan en los momentos de necesidad. Por eso, los discípulos de Jesús, cuando rezan, pueden confiar plenamente en Dios.
Por último, Jesús concede a sus discípulos, como un don del reino que él inaugura, rezar a Dios invocándole con el nombre de "Abbá" (papá, padre). Ésta era una palabra muy familiar, utilizada por los niños y adolescentes para dirigirse a su padre, o bien como fórmula de respeto ante una persona mayor. El término, dirigido a Dios, sonaba irrespetuoso por su excesiva familiaridad.
Pero, no obstante, entre los discípulos de Jesús y, luego en la Iglesia primitiva, se difundió la costumbre de rezar a Dios con la invocación de "Abbá", a impulsos del Espíritu Santo. San Pablo nos lo recuerda en su carta a los Romanos: "Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ‘Abbá’, Padre" (Rom 8, 15).
EL PADRENUESTRO Santa Cuando los discípulos de Jesús pidieron a su maestro que los enseñase a orar, el Señor confió a sus discípulos, y a su Iglesia, la oración cristiana fundamental: el Padrenuestro. En ésta oración se contienen las peticiones que todo cristiano debe dirigir a Dios, cuando se pone en conversación con su Padre del cielo.
“Padre nuestro, que estás en el cielo” Podemos invocar a Dios como "Padre" porque nos lo ha concedido el propio Jesucristo, en quien, por el bautismo, somos adoptados como hijos de Dios es el Padre de todos los hombres. "Santificado sea tu Nombre" Pedimos que su nombre sea bendito en todo el mundo, que nadie lo profane y que todos los hombres lo alaben.
“Venga a nosotros tu reino” Pedimos el retorno de Cristo y la venida final del reino de Dios. También oramos por el crecimiento del reino de Dios aquí ahora. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" Rogamos al Padre que se cumpla en nosotros y en todo el mundo su santa voluntad, para se lleve a cabo su plan de salvación de todos los hombres.
“Danos hoy nuestro pan de cada día” "Nuestro pan" designa el alimento terrenal necesario para la subsistencia de todos y también el pan de la vida eterna, que es la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo, la Eucaristía. “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden " Rogamos al Padre que se cumpla en nosotros y en todo el mundo su santa voluntad, para se lleve a cabo su plan de salvación de todos los hombres.
“No nos dejes caer en la tentación” Pedimos a Dios que no permita que nos separemos de él por el pecado, ni ahora ni en la hora de nuestra muerte. “Y líbranos del mal" El cristiano pide insistentemente a Dios, junto con toda la Iglesia, que se manifieste ya la victoria de Cristo sobre el "principe de este mundo" y nos libre de la condenación eterna.
ORACIÓN Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
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