Hoy vemos en el evangelio cmo Jess iba
Hoy vemos en el evangelio cómo Jesús iba adoctrinando a sus discípulos aprovechando quizá que estaban un poco fuera de las grandes muchedumbres que le solían seguir sobre todo en Galilea. Hoy el evangelio nos trae varios consejos o consignas que Jesús da a sus discípulos. Esos consejos nos los da también a todos nosotros, para poder llegar a ser verdaderos discípulos suyos. Dice así el evangelio:
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. " Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. "
La primera enseñanza nos da Jesús, cuando se le acerca san Juan, que todavía no era santo, sino principiante en la formación, para hacerle una queja de algo que había contemplado y no le parecía bien.
Resulta que uno, que no era del grupo de los apóstoles, pero que seguía a Jesús con buena voluntad, estaba haciendo curaciones y otras obras buenas (eso era echar demonios), invocando el nombre de Jesús. San Juan, que era impetuoso, por eso Jesús le llamaba “hijo del trueno”, y era celoso, aunque deficiente, de la gloria de Jesús y de su “grupo”, se lo prohibió a aquel hombre de buena voluntad.
Así se lo cuenta Juan a Jesús. Pero a Jesús no le gustó esa acción y le da, y nos da a todos, una enseñanza.
Jesús les dice, no sólo a Juan, sino a todos los demás: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. ” Este es un requerimiento para apreciar lo que hay fuera de nuestros grupos, sea en política o en religión, etc.
Debemos saber respetar las cosas buenas de los otros, aunque no sean de nuestro “grupo”.
A veces hasta dentro de la misma Iglesia Católica formamos grupos o bandos, nos despreciamos o no sabemos valorar lo del otro grupo. A veces se insiste demasiado en la diferencia entre integristas y modernistas, porque unos buscan seguir más lo antiguo y otros pretenden cambiarlo todo.
Es un escándalo para el mundo la división entre las iglesias y de los grupos dentro de la misma iglesia. ¡Cuánto nos cuesta apreciar el bien del otro grupo! Debemos ver el bien que existe por doquier y debemos aprender a apreciarlo. Y debemos bendecir a Dios por ello.
Querer excluir al otro es ponerle un obstáculo para el acceso a Dios. Por ello es necesario fomentar la tolerancia y recordar siempre las palabras de Jesús, con las que termina esta gran enseñanza:
“El que no está contra nosotros está a favor nuestro. ”
Y si está a favor, quiere decir que somos hermanos. En la vida ponemos demasiadas barreras entre unos y otros. La vida sería diferente, y también la esperanza de la eternidad, si construyéramos puentes espirituales que nos puedan unir a unos y otros.
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Hay un ejemplo muy hermoso en el Antiguo Testamento que ilustra esta parte del evangelio. Nos lo cuenta la 1ª lectura. Números 11, 25 -29
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento. " Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo. " Moisés le respondió: "¿Estás celoso de mí? "? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!"
Moisés era el hombre manso y bondadoso, fraguado así su espíritu con la ayuda del Señor, ya que de joven no era así. Y profetizaba, en el sentido de proferir alabanzas a Dios. Un día quiere que los 70 ancianos que le ayudan también profeticen. Y les llama a una reunión.
Hay dos que no asisten a la reunión; pero el espíritu se posó sobre ellos, y donde se encuentraban, en su campamento, se pusieron a profetizar.
Alguien viene corriendo, lo cuenta, y Josué, el ayudante de Moisés, que es joven impetuoso como el apóstol Juan, le dice a Moisés que se lo prohíba.
Pero Moisés, que tiene un corazón grande y que no tiene envidia ni busca su propia gloria sino la gloria de Dios, le da esa grandiosa respuesta, que es ejemplo para nosotros:
“Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!”.
Tenemos que aprender a ensanchar el corazón. A veces hay mucha envidia entre los mismos cristianos y entre los católicos. Hay personas que no vivían la fe, pero se han entregado a Cristo y profetizan (profieren alabanzas), de palabra o de hechos, mejor que muchos cristianos “viejos” o antiguos. Bendito sea el Señor por ello.
Y cuántos milagros se hacen en el nombre de Jesús, fuera de nuestro ámbito: milagros de generosidad, de altruismo, de sensibilidad hacia los demás, como lo hizo Jesucristo. Tenemos que aplaudir las cosas buenas que se hacen, vengan de donde vengan.
Ninguno de nosotros debe caer en la tentación de creernos poseedores exclusivos de Jesús y de su Evangelio o de tener el monopolio del cristianismo. Esto suele pasar con algunos principiantes de movimientos apostólicos, teniendo a los demás como cristianos de 2ª.
Lo peor es cuando entra la envidia. A veces dentro de los mismos grupos apostólicos, uno se cree más importante porque lleva más tiempo o por otra razón y se cree mejor que otro escogido. En la religión no debieran valer las razones materiales. ¡Ojalá que todos hablaran mejor que yo de la gloria del Señor! Dios sería más bendecido.
Lo que decimos de religión lo podemos decir, por ejemplo, sobre la política. Si la política es un arte y un empeño por mejorar, por medio de un gobierno, un pueblo o una nación, se debe aplaudir y tener en cuenta las buenas ideas que pueda tener un partido opuesto. Muchas veces el pertenecer a un grupo nos hace ciegos para poder ver la verdad y el bien en el adversario.
La doctrina y el ejemplo de Jesús nos llama a alegrarnos del bien de los demás y a pensar que el que no está contra nosotros puede ser sostén en nuestro caminar, como nosotros del suyo.
Todos vamos en el mismo barco. Automático
Todos vamos en el mismo barco. Todos somos del mismo barro.
Lo gozoso y lo triste del mundo llega a todos más tarde o temprano.
Haz que todos nos sintamos uno:
Todos vamos en el mismo barco.
Todos vamos…
…en el mismo barco.
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Hay muchas cosas buenas por las que podemos estar unidos en todos los grupos y religiones, como es el dar un vaso de agua a quien lo necesite.
Dice Jesús que Dios nos lo va a recompensar. No dice Jesús que para darnos Dios esa recompensa tengamos que pertenecer a un grupo o religión determinada.
Y ahora habla Jesús con palabras muy fuertes de algo muy malo: cuando uno influye para que otro cometa una acción mala.
Por eso…
Con esas frases radicales, Jesús nos quiere decir que para ser sus discípulos no debemos conformarnos con la mediocridad, sino que debemos ser auténticos o radicales, que quiere decir que el pensamiento de Jesús no influya sólo en algo exterior, sino que nos llegue hasta lo más hondo de nuestro ser.
Algo que nos puede impedir ser cristianos auténticos pueden ser las riquezas o más bien el apego a ellas o a todo lo material. Hoy el apóstol Santiago en la 2ª lectura pone en guardia a los ricos porque quien tiene riquezas es muy fácil apegarse a ellas y cometer injusticias grandes. Santiago 5, 1 -6
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
No es que Dios condene a un rico por el hecho de ser rico, sino por las injusticias que suele haber por causa de las riquezas. Y esto se aplica a los individuos, como a las naciones ricas con respecto a las pobres.
Jesús no es que condene al rico como tal, sino al apego al dinero. Alguno, que está muy apegado a las cosas materiales, sí le convendría que escuchase en su corazón las palabras tremendas de Jesús. Dejarlas quizá costaría como el tenerse quitar una mano, un pie o un ojo: pero “vale la pena”. Recordamos al joven rico. Jesús le quería hacer apóstol, pero el apego a las riquezas le apartó del gran camino.
Terminamos diciendo a éstos y a todos nosotros que “las cosas de la tierra son como el viento que pasa”, y que sólo hay una cosa importante: estar con el Señor y seguirle a Él.
Todas las cosas de nuestra tierra son como el viento que va veloz. Automático
Todo termina, nada perdura,
Todo el dinero en nuestras manos dura un instante,
vivir tan sólo las apariencias dura un instante.
La vida pasa y nuestro tiempo
Por esto solo vivir contigo
La vida pasa y nuestro tiempo dura un instante, Señor.
Que María nos enseñe a ser sencillos, como ella, buscando a Dios en todas las cosas. AMÉN
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