Hay tres momentos destacados en la liturgia de

Hay tres momentos destacados en la liturgia de hoy:

Isaías nos presenta al Siervo de Yahvé “sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos” (Isaías 52)

Leemos en Hebreos 4:

Hemos oído hablar, a menudo, de los brutales sufrimientos de los crucificados, asfixiados en su propia sangre antes de morir.

La capacidad humano para la del ser venganza no parece tener límites. Actualmente se tortura en muchos lugares de forma sofisticada, despiadada y sumamente cruel.

Los detalles de la pasión y muerte del Señor dan pleno sentido a las otras dos lecturas.

Nos asombra la profunda dignidad de Jesús ante la muerte y la vileza de sus verdugos.

Muchos intentan envilecer su imagen y desacreditar su mensaje, añadiendo al sufrimiento físico otro sufrimiento moral.

El segundo momento es la adoración de la Cruz, que se inicia con una presentación solemne:

Los feligreses nos acercamos a adorar la Cruz para identificarnos con Cristo, que nos amó hasta dar la vida por nosotros.

No ha venido Jesús a quitarnos el sufrimiento, decía Paúl Claudel, sino a llenarlo con su presencia.

Dios continúa reclamando una respuesta al grito desgarrador de Jesús:

Este grito nos ha de mover a la conversión del conversión corazón, a retornar a El, como el Hijo acoger misericordia Pródigo, y acogernos a su misericordia, como el Buen Ladrón.

¡Cuántos millones han sentido, al de cristianos poner sus labios en los pies sangrientos del crucifijo, que Dios no se desentiende del dolor humano!

¡Y cuántos otros desaprensivos intentan quitar su imagen de la esfera pública, como un símbolo molesto que estorba para el desarrollo de sus torcidas intenciones!.

Jesús sigue siendo, tal como había pronosticado Simeón, un lazo de contradicción.

El agua, que sale de su costado tras la lanzada del soldado, es, para San Juan, símbolo del Espíritu Santo, a quien invoca para ser escuchado en su angustia.

Todo se ha consumado ya, y Jesús, cumplida su misión, entrega su espíritu a Dios, con María y el discípulo amado al pie de la cruz. Ambos son imagen de toda la Humanidad antes de Cristo y de la Nueva Humanidad después de El.

Después del comunión, último momento, la se hace silencio, un silencio marcado por la esperanza, que podemos vivir con fervor en alguna de las procesiones que desfilan estos días.

Las tinieblas, que inundaron la tierra a la muerte de Jesús, darán paso a la brisa suave del Espíritu, que resucitará a Jesús de entre los muertos.

Texto escrito por : P. Luis Carlos Aparicio Mesones sm Presentación realizada por : José Valencia Carrasco. Haendel Visite. Sarabande el Blog. http: //nieto 1 -leamoslabiblia. blogspot. com/ Estamos en Twitter: @Leamos Queda prohibido cualquier cambio o alteración a esta obra en su forma y original. PULSAR EL RATÓNcontenido PARA SALIR DE LA PRESENTACIÓN