Fiesta de la Inmaculada Llena de Dios Virgen

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Fiesta de la Inmaculada Llena de Dios § § § Virgen del Adviento, Madre

Fiesta de la Inmaculada Llena de Dios § § § Virgen del Adviento, Madre Inmaculada guía mis pasos para escuchar la Palabra. Que oriente mi vida y sepa encarnarla como tú lo hiciste de manera sencilla y callada. Virgen del Adviento, Madre Inmaculada Enséñame a hacer silencio y a educar la mirada para que sea profunda y esté bien enfocada hacia donde mi presencia es más necesaria. Virgen del Adviento, Madre Inmaculada, anima mi fe débil y rutinaria para que sea más viva, comprometida y comunitaria. Virgen del Adviento, Madre Inmaculada, enséñame como tú a acoger a Dios en mi casa Perdón, Señor… - Por mi falta de constancia para cumplir mis compromisos. - Por mi poca sensibilidad para ser agradecido. - Por mis excusas y justificaciones para no asumir los fallos cometidos. - Por los obstáculos que pongo para que tú realices lo que nos has prometido. **************** María, Madre Inmaculada, acompaña los pasos… § de la Iglesia, para que viva fiel al evangelio y a los más necesitados. § de los jóvenes, para que se abran a la luz de la Palabra y descubran la vocación a la que han sido llamados. § de las familias, para que sean escuela donde se enseñe los valores más auténticos y prioritarios. § de los que comienzan su vida compartida. Que se mantengan fieles a las promesas hechas y los proyectos iniciados. § de las personas que sufren el dolor y la enfermedad, para que encuentren la fuerza para afrontarlo. § de los que trabajan por un mundo más solidario, defendiendo los derechos humanos § de cada uno de nosotros. Que tengamos un corazón abierto para acoger al Dios que viene a visitarnos. Mirarte a ti - Romina González R. https: //youtu. be/pa. BNh 0 q 8 Zm. A EN EL PRINCIPIO FUE LA ALEGRÍA. Esta fiesta, nos recuerda que lo que Dios pensó para María es también lo que pensó para todos cuando nos creó: ser elegidos y amados, llamados a participar de su vida divina. “Alégrate, llena de gracia”, palabras también dichas para nosotros. Una alegría que nace del saber que “Dios está con nosotros”. La vida creyente es, sobre todo, una gracia, un don: sin esperarlo, ni merecerlo. Somos amados con un amor profundo y sin límites. Ese es el origen de una alegría que está en el fundamento de todo. Esta es la experiencia que estamos llamados a descubrir y que nos llena de confianza y de gozo. ¿Vivo la fe como alegría, como empuje entusiasta que da sentido a todo lo que soy y hago? ¿La experiencia cristiana que voy teniendo es una alegría para mí? ¿Lo es para las personas creyentes que conozco? ¿Soy capaz de transmitirla en lo que digo y realizo? ¿Cómo describiría esa alegría, de dónde nace, que supone para mí? NO SIEMPRE ACOGEMOS ESA ALEGRÍA. El relato del Génesis expresa muy bien la ambigüedad en la que, a veces, se mueve nuestra vida, la fragilidad de nuestras decisiones y de nuestros mejores deseos, la experiencia de estar inacabados y llenos de necesidades que, en ocasiones, nos llevan a codiciar todo, sin reconocer nuestros límites. No siempre elegimos en conformidad con los deseos del Creador. Y cuando queremos “ser como Dios”, poniéndonos nosotros como único centro, todo se desestabiliza, surgen la cadena sucesiva de excusas, el intento de eludir responsabilidades, la transferencia culpabilidades a otros con tal de salvarse uno mismo, la práctica de esconderse y ocultarse… “¿Dónde estás? ” dice Dios a Adán, y me dice también a mí. Pero no todo está perdido. Dios no deja de dar una nueva oportunidad. Él vuelve a “abrir un hueco” para entrar en la historia, “pidiendo permiso” a una mujer sencilla. UN “SÍ” QUE DA COMIENZO A UNA NUEVA HISTORIA. María corresponde a la gracia recibida con un “sí” sencillo y total. El relato de la anunciación nos hace intuir la experiencia de María: la agitación interior que le produce la petición de Dios (“se turbó”) , el desconcierto y las objeciones iniciales (“¿cómo será eso si yo no…”), la confianza y disponibilidad para asumir el reto (“hágase”). Vivimos en un tiempo en que las promesas y compromisos son difíciles de cumplir (en todos los ámbitos). Son muchos los engaños y grandes las desconfianzas. María nos enseña a permanecer en la palabra dada, a fundamentarnos en la fidelidad a pesar de no verlo todo claro, a apoyarnos en Aquél de quien nos hemos fiado. Dios sigue buscando hoy muchos “sí” como el de María para ir construyendo la humanidad según su proyecto, para que le echemos una mano y se haga realidad su Reino. Queremos aprender de ti, María, a estar atentos a las cosas de Dios, para saber cuándo llama a nuestra puerta y para entender su mensaje de salvación. Enséñanos, María, a gozar del cariño de Dios, a disfrutar de las cosas pequeñas descubriendo la acogida incondicional de Dios. Queremos aprender de ti, María, a abrir nuestra vida al Espíritu de Dios, Espíritu que nos crea y nos renueva por encima de lo que somos y valemos. Enséñanos María, a fiamos de Dios, a fiamos de su palabra y de sus promesas, a soñar con lo imposible para todos los seres humanos. Queremos aprender de ti, María, a aceptar a Dios desde un amor fiel que exige y libera, no desde el miedo o desde el orgullo, sino desde la conciencia de nuestra pequeñez. ¡Cuántas cosas nos enseñas, María, en cuántas cosas te nos haces hermana y maestra, siempre fiel a Dios! ¡Santa María de la esperanza, danos tu fuerza y tu fidelidad para seguir los caminos de Dios! [I. L. ] Con tu “sí” abriste las puertas de la tierra a Dios, ayúdame en este Adviento a preparar mi corazón, para que cuando el Señor llegue lo acoja sin temor y deje que me ilumine con su luz de ternura y amor.

Lectura del libro del Génesis (3, 9 -15. 20): Después que Adán comió del

Lectura del libro del Génesis (3, 9 -15. 20): Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás? » Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí. » El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer? » Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí. » El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho? » Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí. » El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón. » El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Salmo 97, 1. 2 -3 ab. 3 c-4 R/. Cantad al Señor un cántico

Salmo 97, 1. 2 -3 ab. 3 c-4 R/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, 3 -6. 11 -12): Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1. 26 -38): En aquel tiempo, el

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1. 26 -38): En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. » Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? » El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. » María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. » Y la dejó el ángel.