El Roque Nublo es ms que un paraje

El Roque Nublo es más que un paraje de belleza casi infinita. Mucho más que un lugar mágico. El Roque Nublo, para los que aman y sienten esta tierra es… Un Sentimiento

Sin más Como arnés decía ni mochila Como losinvito, días del año Yo te caminante, el poeta lagunero, Fernando Garcíarramos, Este camino encantado Yocamino, te invito, caminante, que la poesía a cuestas. está lleno si es quede al sorpresas. Nublo llegas, otro también encantado, se conoce adonde de lleva. a sentir del Nublo, su magia Te sugiero, caminante, Yoaentera, te invito, por caminante, brindar los paisajes Al Nublo, sin duda, el de Las Vueltas de Taganana, sin más arnés lo ni mismo mochila sin agobiantes urgencias porque losamor versos no pesan, dedel paz, y belleza. digo, con mismas palabras, Camino del Nublo… y ayolate paz honda ylaeterna. recorrer pausadamente que la poesía a cuestas. a llevar por equipaje Adonde las rocas hablan El Camino de un Sentimiento el sendero, que al Nublo, la imaginación despierta. y el horizonte contesta. llevan sus cuestas.

Ven, acompáñame a subir al Nublo. Su camino es un camino corto, un camino amable, también… El más generoso de todos cuantos surcan esta isla, Gran Canaria.

Un camino que apenas nada exige al caminante y sin embargo, a cada paso, en cada recodo lo premia regalándole toda su belleza.

La mañana está recién estrenada, cuando desde la Degollada de La Goleta, iniciamos el camino por la vertiente sur del Lomo de la Cabeza

Este comienza llaneando primero, para continuar después en suave ascenso.

En este tramo, mientras caminamos, la mirada queda atrapada en las más bellas panorámicas de la Cuenca de Ayacata, y los escarpes de los farallones del Nublo.

Estamos de suerte. El día está a la altura del paraje y la mañana se muestra con todo su esplendor.

El cielo… Un cielo azul pintado de nubes blancas. El aire… El aire tan fresco y limpio, que parece como si nadie nunca lo hubiera respirado antes.

Entre ellas, en un juego de luces y sombras, se cuela la primera luz del día.

Una luz tamizada que deja al descubierto todos los matices de los verdes y de los ocres del entorno, resaltando la infinidad de sus contrastes, de sus colores.

Apenas hace diez minutos que emprendimos la subida, cuando llegamos al punto donde el camino cambia de vertiente. Ahora discurre por la cara norte sobre la Cuenca de La Culata.

Aquí, entre los pinos, se cuela la visión de los Llanos de La Pez y la Caldera de Tejeda con sus paredes, de más de quinientos metros de altura, descolgándose vertiginosamente al fondo de la Culata. En los días en los que el Alisio vuela alto, el camino nos ofrece un espectáculo que embruja, el rebose de nubes. Resbalan por sus bordes para deshacerse según descienden.

A partir de aquí, el camino se empina, pero sólo un corto tramo que serpentea hasta los pies del Roque el Fraile.

Hace sólo 15 minutos que iniciamos nuestra andadura y es el momento de parar, no sólo para disfrutar de la belleza que se nos ofrece en cualquier dirección que miremos, también para coger resuello, pues no tenemos prisa, nuestra meta, es el propio camino.

Con la visión del Nublo y La Rana, arriba, el Risco de la Fogalera, asomándose al vacío La Cruz de Tejeda, el Monte Constantino y Los Moriscos al frente y Artenara al fondo, reemprendemos la marcha.

El Camino suaviza su pendiente y nos lleva hasta una bifurcación, a la derecha, que evitamos para seguir ascendiendo, ahora ya más cerca del Nublo. En este tramo, el camino se vuelve más amable, nos da un respiro para afrontar el último repecho…

… Un repecho, muy corto y empinado, que nos deja en la Degollada de las Palomas, donde el horizonte se abre a ambos lados… Nuevamente la visión es impagable.

Ahora, se le suma toda la cuenca de La Aldea, desde la montaña de Altavista, hasta el Morro de Hierba Huerto encima de la presa de Chira, pasando antes por Inagua, Pinares de Ojeda y Morro Pajonales, presa de las Niñas, Montaña de Tauro, y barranco de Arguineguín. Todo un regalo del camino, que invita a detenerse y disfrutarlo.

Apenas han pasado veinte minutos desde que iniciamos la andadura y ya estamos a los pies del Tablón del Nublo.

Con la retina y el alma llenas de la belleza de estos paisajes, afrontamos el último tramo. El sendero llanea, hasta unos peldaños tallados en la brecha del Nublo…

… Que dan acceso a una pequeña terraza previa. Antes de continuar el camino, una mirada atrás nos permite disfrutar…

… De una impresionate vista del Roque El Fraile, entre un mar de pinos bañados de luz…

… después de atravesar la terraza previa, se accede, por una corta y algo estrecha zanja, al Tablón, …

… una extensa explanada rocosa al final de la cual se alza, recto al cielo, el Roque Nublo Un sobrecogedor monolito de piedra de sesenta y siete metros de altura.

… Este es el instante en el que la visión, sobrecoge al caminante. El horizonte se vuelve infinito. Surge el sentimiento desbordando el alma, y aflorando por cada poro… eriza la piel.

… Entonces… sientes que formas parte de este lugar Sientes el vínculo que te une a él, el mismo que lo une a ti y… entonces sientes su magia… toda la magia que inspira.

… Entonces… comprendes que, si la tierra tiene alma, la de esta tierra, la de Gran Canaria, se encuentra en este lugar, porque este lugar está en el alma de todo el que la siente, de todo el que la ama. . . En el Roque Nublo.

… Aquí, se escucha el silencio, los sonidos apagados, los ecos lejanos… Aquí… uno se siente libre como los pájaros, como el viento.

… Ingrávido.

… y el Nublo se siente mágico… se vuelve sentimiento.

Si no quieres que se rompa esta magia… Ayúdanos a decir NO al teleférico del Nublo. Sería un atentado contra la belleza casi infinita de este espacio. Hay otras maneras de aprovechar sus recursos y generar riquezas sin destruirlos. Únete a un grupo de gente formado en Facebook que lucha por ello. http: //www. facebook. com/group. php? gid=317604516175 La música la pone con su timple José Antonio Ramos, interpretando Sombra del Nublo de Néstor Álamo. Para ellos, el Nublo, también fue un Sentimiento Las fotografías las he obtenido recorriendo el camino del Nublo Santiago Hernández