El mircoles llamado de ceniza comenzbamos la Cuaresma
El miércoles, llamado de ceniza, comenzábamos la Cuaresma: los 40 días de preparación para un encuentro gozoso y radiante con Cristo resucitado.
El número 40 en la Biblia viene a ser un tiempo de preparación: Como para los israelitas, los 40 años por el desierto en marcha hacia la tierra prometida.
También Jesús quiso estar 40 días en el desierto como preparación para la predicación de la Buena Nueva.
La Cuaresma es como un ejemplo o un resumen de lo que es toda nuestra vida hacia la Pascua del Señor definitiva.
Para conseguir la definitiva Pascua, el mayor obstáculo es el pecado. Es el usar nuestra voluntad de manera contraria al plan de Dios. Por eso la Cuaresma es un tiempo más propicio para luchar contra el pecado, especialmente con la oración.
La cuaresma es un tiempo de gracia, de acercarnos al Señor. Es una invitación a arrojarnos en los brazos de la misericordia infinita, que es Nuestro Señor, que es Padre lleno de bondad.
Porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva la verdadera vida con Dios ahora y siempre.
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Siento heridas de muerte, mas no temo,
Sino que viva, que se convierta,
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Hay otras dificultades para conseguir la vida eterna, que pueden ser malas si no las sabemos vencer; pero que pueden ser beneficiosas o provechosas, si las sabemos controlar ayudados con la gracia de Dios. Son las tentaciones.
Y, como pueden ser provechosas, Jesús mismo las tuvo, principalmente antes de comenzar su predicación. Y de ellas todos los años nos habla la Iglesia en este primer domingo de Cuaresma. Son tres tentaciones; pero que son representativas de otras varias que tuvo en su vida apostólica.
Este año, por ser el ciclo C, el narrador es san Lucas: 4, 1 -13 Dice así:
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. ” Jesús le contestó: “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre» ”. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo”. Jesús le contestó: “Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto» ”. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti» , y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras» ”. Jesús le contestó: "Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios» ". Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Jesús, como hombre, en el Bautismo del Jordán había sentido la voz de su Padre, un Padre lleno de misericordia para toda la humanidad. Y esto lo tenía que proclamar en su predicación. Para prepararse, el mismo Espíritu le impulsó a ir al desierto, símbolo de retiro y de amores con Dios.
Allí nos enseñó que el alma debe fortalecerse sabiendo vencer las tentaciones que el demonio muchas veces nos va a proponer en la vida. Pero podemos vencer como Él venció.
En la 1ª tentación nos cuenta el evangelista que, al tener hambre, Jesús pensó o sintió que podía hacer un milagro, convirtiendo las piedras en pan, para su propio provecho.
Muchas veces Jesús hizo milagros para saciar necesidades corporales, especialmente sanaciones. Nunca se le ve hacer un milagro para su propio provecho.
Alguna vez, en un momento extraordinario, multiplicará los panes y peces para que coma una multitud de personas.
Existe la tentación de reducir la religión a cosas externas. Ciertamente que es necesario ayudar a muchas personas en su parte externa o hacer actos grandiosos; pero al mismo tiempo hay algo más grande en la religión, que es el amor.
Puede ser que haya pan sin amor; pero si hay amor, normalmente habrá pan y muchas otras cosas.
Jesús no es “repartidor de pan”, sino de la palabra de Dios. Y con la palabra de Dios habrá justicia, amor, pan y paz.
Esta tentación es la de querer la religión sólo para beneficio material propio. Es la religión interesada, que no busca el bien de los demás. Dios sería como un “mago” pagado. Jesús nos habla del Dios bueno y Padre de todos.
Bien que podremos decir con Jesús: Busca primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura.
Busca primero el Reino de Dios Automático
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En la 2ª tentación, según el evangelio de san Lucas, el diablo presenta a Jesús todos los reinos del mundo. Y le dice: todo te lo daré si te postras ante mí.
Alguno pensará que, si Jesús quería que el mundo oyera su voz, podía haber comenzado por dominarlo y hacerlo suyo. Y así, siendo todos súbditos, necesariamente debían escuchar su voz.
Eso es lo contrario del verdadero amor. Dios quiere el amor y quiere la libertad. Y precisamente el amor de Cristo nos hace libres.
Es la tentación del pueblo de Dios por el desierto cuando invoca al Señor sólo como Dios de los ejércitos para que con su poder les libre de los pueblos vecinos y de los grandes imperios.
Es la tentación de aquellos que anhelaban que viniera el Mesías para apoderarse ellos del mundo entero. Y con el poder está la riqueza. Por eso Jesús tuvo que actuar en contra de los que le querían proclamar rey o Mesías.
Es la tentación de aquellos que aspiran a que la Iglesia sea poderosa y rica, beneficiando, en forma material, a los que están dentro de ella.
Y es la tentación muy grande de aquellos para quienes el dinero es su dios. Y peor si piensan que Dios les favorece precisamente por el dinero. Pero ni el dinero ni los honores te servirán de nada si no tienes amor.
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corre más el que más ama.
corre más el que más ama. Hacer CLIC
El evangelista Lucas deja en tercer lugar, que es como el principal, la tentación que sin duda más se repitió en la vida de Jesús: la de buscar un mesianismo fácil.
Muchos quisieran milagros espectaculares, milagros apoteósicos, que convencieran a todos. Así se lo decían los fariseos a Jesús. Pero Jesús rechaza de plano esa tentación.
Jesús quiere que le sigamos. Pero no quiere servidores o esclavos; quiere amigos unidos por el amor. Hay deseos de una cierta eficacia apostólica que son una tentación. Por eso no quiere milagros sólo por el espectáculo o la admiración. Jesús busca el amor.
Hay una tentación de exceso de confianza en Dios, sin que uno ponga los medios necesarios. Es lo que pasó con los israelitas cuando “tentaron a Dios en Merivá”.
Es como los estudiantes que, sin haber estudiado durante el curso, van a pedir a Dios, al final, que puedan aprobar.
O la de aquellos que, teniendo una enfermedad, buscan nada más a una persona que, según dicen, tiene algún carisma especial espiritual. Son tentaciones de querer utilizar a Dios, que es diferente del confiar en Dios.
Claro que debemos orar y confiar en Dios permite que seamos tentados para que hagamos lo posible, lo que está en nuestras manos. Y algo muy importante es la oración.
La tentación nos ayuda a ser más humildes y nos puede ayudar a crecer en el espíritu. Por eso pongamos lo que tenemos en nuestras manos, que es la oración. Cuando rezamos el “padrenuestro”, decimos: “No nos dejes caer en la tentación”.
Y no nos dejes caer en la tentación. Automático
Mas líbranos del mal.
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No fueron las únicas tentaciones de Jesús. Al terminar la narración, dice que “el demonio se marchó hasta otra ocasión”. Estas tres son como normativas de otras y están descritas para nuestro provecho espiritual.
A veces las tentaciones le venían a Jesús por parte de los fariseos cuando le decían que hiciera una señal portentosa en los astros: “para que creamos en ti”, decían. El que está por no creer, aunque Jesús hiciera maravillas, no creería porque seguiría con el odio en el corazón.
Hasta sus mismos familiares sirvieron al demonio como tentadores cuando le querían impedir predicar, porque decían que “no tenía ni tiempo para comer”.
Es la tentación por medio de san Pedro quien, creyendo que la muerte forzada era algo contrario al triunfo espiritual, le quería apartar a Jesús, quien le tuvo que decir: “Apártate de mi, Satanás”.
La última tentación sería en la cruz cuando le decían: “Baja de la cruz para que creamos en ti”. Aunque Jesús hubiera bajado de la cruz no hubieran creído los que estaban llenos de odio. Jesús sigue en la cruz para que nosotros podamos salvarnos.
Jesús camina con nosotros. Dejémonos acompañar y que la Cuaresma nos sirva para unirnos más con Él. Nuestra vida será mucho más provechosa.
Escuchando tu llamada emprendemos el camino, Automático
que conduce hacia la Pascua de tu Hijo Jesucristo.
Cruzaremos el desierto de tu mano conducidos,
hasta hallar la nueva tierra que Tu nos has prometido.
Vas con nosotros, Señor, en el camino,
anidando la esperanza de tu pueblo peregrino.
Vas con nosotros, Señor,
AMÉN
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