EL JUBILEO MERCEDARIO DE LOS 800 AOS 1218
EL JUBILEO MERCEDARIO DE LOS 800 AÑOS (1218 – 2018) “La verdadera vida de la Orden ha de buscarse en el constante esfuerzo por adecuarse y renovarse, a fin de poder dar una respuesta generosa a las necesidades reales del mundo y de la Iglesia, siendo fieles al patrimonio perenne del que son depositarios” Papa Francisco (02/05/2016).
¿Qué es un jubileo? � � Es un tiempo determinado que sirve para recordar, resaltar, celebrar festivamente un acontecimiento importante, decisivo y central en la historia de una institución. Recordemos el Gran Jubileo del año 2000 con que la Iglesia Universal celebró los 20 siglos del Nacimiento de Jesús, nuestro Redentor. A esta fiesta universal le precedieron tres años de preparación: el Año del Padre, el Año del Espíritu Santo y el Año del Hijo. El Jubileo del 2000 fue apoteósico, con las más multitudinarias celebraciones que haya tenido un hecho religioso en el mundo.
¿Cómo nació la idea de un Jubileo? � � � El origen de los jubileos hay que buscarlo en el Antiguo Testamento, concretamente en el Libro de los Números 25, 8 -16. Por mandato divino Israel debía celebrar cada 49 años un “año jubilar” para recordar al Dios de la Alianza, las maravillas que Dios había realizado a favor de Israel, su pueblo. En este “Año Jubilar” bíblico había tres compromisos que Israel vivía: condonación de las deudas, liberación de los esclavos y devolución de la propiedad a la familia en caso de haberla dado en prenda. Era fiesta y celebración pero con renovación de los compromisos esenciales de la Alianza.
¿Qué “año de gracia del Señor”? � La expresión aparece en Is 61, 2: ”Me ha enviado para anunciar un año de gracia del Señor”. La retoma Jesús en la sinagoga de Nazaret según Lc 4, 19 y se refiere al año del jubileo, que según Lev 25, 10 debía celebrarse en Israel cada 50 años. Tres compromisos eran renovados en esta celebración: la cancelación de las deudas, la práctica del perdón y el retorno de la propiedad familiar. El Jubileo cristiano implica un fuerte tiempo de acción de gracias, un sentido de fiesta y celebración de la fe y un renovado espíritu y sentido de conversión y penitencia.
Sentido del Jubileo Mercedario � � Es un año de memoria agradecida por los 800 años de la Fundación de la Orden de la Merced. Nuestra historia se abre con la fecha significativa del 10 de agosto de 1218 en la catedral de Barcelona, España. Es un año de júbilo, alegría, celebración por esta larga permanencia en la historia de la Iglesia como memoria y acción redentora, como obra de misericordia a favor de los cautivos. Es la historia de hombres y mujeres motivados por la fuerza del carisma redentor de Nolasco y el amor filial a María de la Merced, que han seguido las huellas de Cristo Redentor que sigue llamando en los cautivos de ayer, de hoy y de mañana.
Y es también � � Un año de gracia del Señor por medio del perdón y el don de la indulgencia que la Iglesia como madre nos regala para este Año 2018, Año Jubilar de la Merced. Es un tiempo marcado por las peregrinaciones a los lugares significativos mercedarios en las fechas previstas. Es un año de profundización de la espiritualidad mercedaria, no sólo como herencia recibida sino también como propuesta presente que se proyecta hacia el futuro en la línea de las nuevas formas de cautividad. No sólo recordaremos el glorioso pasado, miraremos nuestro presente y no dejamos de mirar los desafíos y tareas de cara al futuro que soñamos.
Entonces el Año Jubilar es � � Un tiempo de renovación del espíritu mercedario en cada uno y en comunidad, porque el Espíritu da vida, alienta, guía, mueve, transforma, inspira, anima, sostiene. . Un tiempo de conversión personal y comunitaria, sobre todo, practicando el sacramento de la reconciliación, viviendo la eucaristía, acrecentando el encuentro con la Palabra, cultivando la vida espiritual y la oración, la entrega y el compromiso , el servicio y la solidaridad. En suma, siendo testigos creíbles, convencidos y convincentes de los valores del Evangelio de la Merced.
Importancia del Jubileo Mercedario � � El Año Jubilar de los 800 Años es un acontecimiento trascendente, un año de alegría y celebración, que ha sido precedido de un tiempo de preparación: 2015: Año de San Pedro Nolasco, modelo ejemplar de la vocación y misión mercedarias. 2016: Año de la Virgen de la Merced, inspiradora y espiritual fundadora de la Orden. 2017: Año de Cristo Redentor, maestro y modelo del mercedario, piedra angular del carisma y de la espiritualidad mercedaria.
La culminación � � � 2018: Gran celebración jubilar en toda la Familia Mercedaria del mundo: religiosos, religiosas y laicado mercedario. Fechas clave en Chile: 17 de marzo: Peregrinación y celebración inaugural del Año Jubilar en el Santuario de Lo Vásquez. Bendición de la Imagen de la Virgen Peregrina de la Merced del Octavo Centenario. Inicio de las visitas de la Peregrina a las comunidades durante el año 2018 según calendario de la Comisión del Jubileo en Chile.
Otras actividades � � 13 -19 de agosto: Peregrinación de un grupo de laicos de las FLM a Perú. 27 -29 de septiembre: Congreso de Espiritualidad Mercedaria. 10 de noviembre: Encuentro de la Juventud Mercedaria en Colegio SPN de Vitacura. 15 de diciembre: Eucaristía de Clausura del Año Jubilar en la Basílica de la Merced de Santiago.
¿Qué celebramos en el JM 2018? � Es necesario tener presente el significado de la fundación de la Orden más allá de una fecha digna de destacar como son los 800 años. ¿Qué sentido tiene la Merced para hoy, para nosotros, para la Iglesia, para la sociedad actual? ¿Qué aspectos se pueden destacar de esta familia religiosa que traspasan los siglos y se proyectan siempre más allá de nosotros? No olvidemos que la Orden obedece a una inspiración del Espíritu Santo que S. Pedro Nolasco obedece después de un largo proceso de discernimiento personal. Veamos algunos aspectos importantes.
Historia de un carisma original � � Antes de la fundación de la Orden, Pedro Nolasco vive un prolongado camino vocacional que desemboca en la fundación como respuesta al don original que Dios le concede bajo la acción del Espíritu Santo: seguir las huellas de Cristo consagrando su vida a Él y a los cautivo cristianos. El corazón del carisma de Nolasco se expresa en dar la vida como Cristo la dio por nosotros, si fuere necesario, cuando un cautivo está en peligro de perder su fe.
La impronta mariana � � María, la Madre de Dios, es la que confirma e inspira la obra redentora de Nolasco y le manda fundar la Orden “de la Merced o Misericordia” para la redención de los cautivos. El Fundador de la Orden regala a la Iglesia un nuevo título con el cual invocar a María: se la llamará “María de la Merced” y bajo este nuevo título se dice “Madre de la Misericordia” especialmente para los cautivos. Desde entonces el título “Merced” está indisolublemente unido a la obra liberadora que la Orden asume como misión propia en la Iglesia.
El único fundador � Antes, durante y después de la Fundación el protagonista central es Pedro Nolasco, auténtico fundador de la Orden, y sus compañeros que junto con él recibieron el signo o hábito mercedario el dichoso 10 de agosto de 1218 en la Catedral de Barcelona. Con toda razón lo reconocemos y llamamos Nuestro Padre y creemos que debemos imitar su ejemplo y seguir sus huellas como discípulos suyos, seguidores de Cristo Redentor. Nuestro discipulado al estilo de Nuestro Padre es la única forma de seguir a Cristo “al estilo mercedario”.
Otra figura destacada � En el acto fundacional y en lo sucesivo destaca la presencia del rey Don Jaime I de Aragón, representante de la mano secular sin la cual no podía emprenderse la redención de los cautivos. El trato entre mercedarios y musulmanes requería de una diplomacia que permitía mutuas responsabilidades. No fue menor la recepción de donaciones y ayudas para llevar a cabo la riesgosa obra redentora.
Sentido eclesial � � Él acto de la fundación acontece en la catedral de Barcelona, la iglesia principal de la diócesis, sede del obispo. La presencia del obispo Dom Berenguer de Palou, pastor de la iglesia diocesana de Barcelona, quien con su presencia y acción está apoyando la fundación de la nueva orden religiosa destinada a la redención de los cristianos cautivos. Significa que la Orden nace “en y para” la Iglesia, ya que todo auténtico carisma del Espíritu Santo es para común utilidad del pueblo de Dios siempre.
Recepción del hábito � El hábito o distintivo de los religiosos caballeros, ya que en la primera etapa de la Orden hasta el 5 de enero 1318, estuvo conformada por una mayoría de religiosos caballeros como “orden militar” para defender la fe. A partir de esta fecha, el Papa Juan XXII declaró que la Orden sería dirigida por los clérigos como es hasta el día de hoy. El escudo mercedario o insignia real contiene una simbología del heroísmo que implica el acto de defender la fe del cautivo en extremo peligro de perderla. La cruz blanca recuerda la redención de Cristo.
La dimensión comunitaria � El acto redentor nunca es solitario o aislado; siempre es comunitario aún cuando sólo algunos religiosos iban a redimir, toda la comunidad vivía animada del mismo espíritu de Nolasco. El acto redentor es compartido por una comunidad de discípulos comandados por Pedro Nolasco “primer maestre” de la Orden. Se trata de una fraternidad comunitaria, una hermandad con sello redentor y mariano intensamente vividos.
El Año Jubilar, una gran oportunidad � � El Santo Padre Francisco lo expresa muy bien: “La verdadera vida de la Orden ha de buscarse en el constante esfuerzo por adecuarse y renovarse, a fin de poder dar una respuesta generosa a las necesidades reales del mundo y de la Iglesia, siendo fieles al patrimonio perenne del que son depositarios” (Discurso a los Mercedarios, 02/05/2016).
El Jubileo desde la misión redentora � � El Concilio Vaticano II nos propuso: “un retorno incesante a las fuentes de toda vida cristiana y a la inspiración originaria de los institutos, y una adaptación de éstos a las condiciones de los tiempos, que han cambiado. Hay que promover esta renovación, bajo el impulso del Espíritu Santo y la dirección de la Iglesia” (PC 2). “Hay que conocer y conservar fielmente el espíritu de los fundadores, los fines propios y las sanas tradiciones, todo lo cual constituye el patrimonio propio de cada instituto” (Id. b).
¿Cuál es la misión propia? � Compartimos junto a la Orden de los Trinitarios la redención de los cristianos cautivos en manos de los musulmanes y de otros enemigos de la fe. Se trata de dos órdenes religiosas redentoras, nacidas en el siglo XIII y sus fundadores son San Juan de Mata y San Pedro Nolasco, el primero en Francia y el segundo en España (Barcelona). Se distinguen de las Órdenes Religiosas Militares que habían nacido en el siglo XI: O. de San Juan de Jerusalén (1113), O. del Temple (1119), O. de Calatrava (1158), O. de Santiago (1170, O. de Alcántara (1176), por el no uso de las armas para defender la fe combatiendo como ejércitos bien provistos contra los infieles.
¿Cómo defiende la fe? � � � Las dos únicas órdenes religiosas redentoras se identifican por: 1° Están dedicadas al servicio de la fe: promoción y defensa de la misma; 2° El fervor de la caridad redentora es el móvil esencial y no el uso de las armas; 3° Ponen al servicio de la causa redentora los propios bienes y comparten el sentido mendicante pues recolectan la limosna para la redención de los cautivos cristianos en riesgo de perder la fe. 4° Los Trinitarios dedican una parte de los bienes para este fin; los mercedarios, todo está al servicio de la redención de los cautivos, incluso los vasos sagrados si corresponde.
El rescate como forma de redención � � � A partir del último tercio del siglo XII se pone en práctica el modo de recuperar la libertad de una gran masa de cristianos cautivos pobres a través del pago de un rescate o suma de dinero o especies concertado con el dueño del o los cautivos, los musulmanes. Era necesario un intermediario: alfaqueque, exea, religioso redentor quien actuaba a nombre de la familia, la comunidad cristiana, el gremio, la cofradía, pueblo o ciudad. El rescate en el mercedario implica si faltare el dinero debe quedarse en rehén en lugar del cautivo en peligro de perder la fe. Es el Cuarto Voto Mercedario que implica el martirio o pérdida de la propia vida.
El carisma redentor � � � Implica visitar y redimir, es decir, estar atentos a las nuevas formas de cautividad que oprimen o esclavizan a tantos con riesgo de debilitar o perder la fe en Cristo. Implica practicar las obras de misericordia que expresan el amor compasivo y misericordioso de Cristo que levanta, libera, acoge, consuela, ayuda como un buen samaritano. Implica reconocer, respetar, promover y defender la dignidad de todo ser humano, sobre todo a los que están en las periferias existenciales como marginación, atropellos, abusos, etc.
¿Es actual nuestro carisma? � � � Absolutamente. La humanidad camina hacia la deshumanización y de ahí la necesidad de trabajar por la humanización en todos los espacios: fraternización, respeto a la persona, solidaridad, encuentro, dignificación, promoción del bien común, etc. Estamos en medio de un proceso de secularización, de pérdida del sentido trascendente de la vida, de ausencia de Dios en la vida, de materialismo absorbente, de individualismo, etc. Ante el aumento de la increencia, el ateísmo, la indiferencia religiosa, el renacer de la religiosidad natural, nuevas formas de paganismo, etc. es indispensable la vivencia, promoción y sentido comunitario de nuestra fe cristiana.
El Jubileo y nuestro compromiso � � Las luminosas palabras del Papa Francisco: “ No vale un conocimiento teórico, ni siquiera una adhesión sincera a los preceptos de la Ley divina “desde la juventud” (Mc 10, 20); sino que Jesús nos mira a los ojos y nos ama, pidiéndonos que lo dejemos todo por seguirle. El amor se aquilata en el fuego del riesgo, en la capacidad de poner sobre la mesa todas las cartas y de apostar fuerte, por esa esperanza que no defrauda. Sin embargo, muchas veces, las decisiones personales y comunitarias que más nos cuestan son las que afectan a nuestras pequeñas y, a veces, mundanas seguridades. Todos estamos llamados a vivir la alegría que brota del encuentro con Jesús, para vencer nuestro egoísmo, salir de nuestra propia comodidad y atrevernos a llegar a toda periferia que necesita la luz del Evangelio” (Mensaje del Papa Francisco con motivo del Octavo Centenario de la Orden de la Merced, Vaticano, 6 de diciembre de 2017, Memoria de San Pedro Pascual). Fr. CAEI
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