DEL HORNO ARDIENTE AL PALACIO Leccin 4 para

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DEL HORNO ARDIENTE AL PALACIO Lección 4 para el 25 de enero de 2020

DEL HORNO ARDIENTE AL PALACIO Lección 4 para el 25 de enero de 2020

El rey Nabucodonosor requirió una prueba de lealtad a los funcionarios de su gobierno:

El rey Nabucodonosor requirió una prueba de lealtad a los funcionarios de su gobierno: adorar a una estatua de oro. En el tiempo del fin, también se impondrán deberes religiosos por parte de los gobiernos civiles. Sadrac, Mesac y Abed-nego eran fieles súbditos del rey. No obstante, no podían ir en contra de los requerimientos divinos. Y decidieron llevar su fe y confianza en Dios hasta la muerte, si fuese necesario. La imagen a la que adorar. Daniel 3: 1 -7 / Apocalipsis 13: 14, 18. El decreto de muerte. Daniel 3: 8 -15 / Apocalipsis 13: 15. El fuego de la prueba. Daniel 3: 16 -18 / Apocalipsis 13: 16 -17. La liberación. Daniel 3: 19 -27 / Apocalipsis 14: 1; 15: 2.

“El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos,

“El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia” (Daniel 3: 1) Cuando Nimrod fundó Babilonia, su intención ya era hacerse un “nombre” y un reino perdurable (Génesis 10: 10; 11: 29). A pesar del claro testimonio de Dios a través de Daniel, el orgullo de Nabucodonosor le impidió aceptar que su reino se acabaría; que la cabeza de oro daría paso a un imperio de plata. Por ello, hizo una estatua de oro para afirmar que su reino sería perpetuo. Sus medidas no se basaron en la perfección (7), sino en el sistema ideado por los babilonios (el sexagesimal, 6). Así también, la imagen que se creará en el tiempo del fin está relacionada con el

EL DECRETO DE MUERTE “y el que no se postre y adore, sea echado

EL DECRETO DE MUERTE “y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo” (Daniel 3: 11) Todo el ambiente invitaba a la adoración. Bajo el melodioso sonido instrumental, la multitud de adores se postraban ante la magnífica estatua (27 m. de alto). ¿Por qué no dejarse llevar por la actitud de la mayoría? ¿Por qué no transigir solo esta vez? ¿Por qué morir por algo tan insignificante? Continuamente somos incitados a transigir: adoptar nuevos estilos de vida, nuevas ideologías… En definitiva, a abandonar nuestro compromiso con Dios. Si transigimos en momentos de paz, ¿cómo nos mantendremos firmes cuando nos enfrentemos a un decreto de muerte por no adorar como se nos exija por decreto?

“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo;

“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3: 17 -18) La actitud de los tres jóvenes podría haber pasado desapercibida si no hubiesen sido acusados maliciosamente por sus enemigos. La acusación era clara: El rey les había dado su confianza, pero ellos no servían a sus dioses, ni obedecían la orden de adorar a la estatua. Magnánimamente, el rey les ofreció una segunda oportunidad; una segunda tentación a transigir. “¿Algún dios podrá libraros de la muerte? ” (v. 15). “Nuestro Dios puede” (v. 17). Aún sin la seguridad plena de que Dios libraría, se mantuvieron firmes en su fe.

LA LIBERACIÓN Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se

LA LIBERACIÓN Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. (Daniel 3: 25) Jesús se apareció en ocasiones con forma humana para acompañar a sus hijos. Pero no siempre han sido consolados o librados de la tribulación los creyentes. Apareció a Abraham, antes de destruir a Sodoma. Isaías murió aserrado. Apareció a Jacob, en el momento de su angustia. Zacarías murió ante el altar. Apareció a Josué, antes de conquistar Jericó. Juan el Bautista murió en la cárcel. Apareció a los tres hebreos, en el horno de fuego. Santiago fue decapitado. Si somos fieles, sea cual sea nuestra experiencia en la tribulación, estamos seguros de que Jesús nos dará, al final, la victoria (1ª de

LA FE QUE VENCE “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al

LA FE QUE VENCE “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”(1ª de Juan 5: 4) ¿Cuál era el secreto de la inquebrantable fe de Sadrac, Mesac y Abed-nego? La verdadera fe se mide por la calidad de nuestra relación con Dios, y por una absoluta confianza en Él. Una fe que no busca adecuar la voluntad de Dios a mi vida, sino que se doblega para hacer la voluntad de Dios en mi vida. Fe implica hacer lo correcto sin importar las consecuencias. Mostramos fe cuando oramos al Señor por lo queremos, pero confiamos en que Él hará lo mejor por nosotros, aunque no lo comprendamos.

E. G. W. (Profetas y reyes, pg. 376) “El tiempo de angustia que espera

E. G. W. (Profetas y reyes, pg. 376) “El tiempo de angustia que espera al pueblo de Dios requerirá una fe inquebrantable. Sus hijos deberán dejar manifiesto que él es el único objeto de su adoración, y que, por ninguna consideración, ni siquiera de la vida misma, pueden ser inducidos a hacer la menor concesión a un culto falso. Para el corazón leal, los mandamientos de hombres pecaminosos y finitos son insignificantes frente a la Palabra del Dios eterno. Obedecerán a la verdad, aunque el resultado haya de ser encarcelamiento, destierro o muerte…”

“Como en los días de Sadrach, Mesach y Abed-nego, en el período final de

“Como en los días de Sadrach, Mesach y Abed-nego, en el período final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente en favor de aquellos que se mantengan firmemente por lo recto. El que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompañará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante los consolará y sostendrá. En medio del tiempo de angustia cual nunca hubo desde que fue nación, sus escogidos permanecerán inconmovibles. Satanás, con toda la hueste del mal, no puede destruir al más débil de los santos de Dios. Los protegerán ángeles excelsos en fortaleza, y Jehová se revelará en su favor como “Dios de dioses, ” que puede salvar hasta lo sumo a los que ponen su confianza en él” E. G. W. (Profetas y reyes, pg. 376)