CURSO 8 BSICO A Nombre profesora Marisol Castelln
CURSO: 8° BÁSICO “A” Nombre profesora: Marisol Castellón Fuentes Asignatura: Lengua y Literatura Correo de la docente: lenguaje. mcf@gmail. com Horario de consultas: Lunes a viernes (9: 00 a 13: 00 hrs)
INSTRUCCIONES GENERALES: • EL power point que revisas debes TRANSCRIBIRLO a tu cuaderno, pues forma parte de los aprendizajes que debes trabajar. • Las guías debes responderlas en la FECHA ESTIPULADA, desarrolla las respuestas en TU CUADERNO.
UNIDAD N° 1: “EPOPEYA” Profesora: Marisol Castellón Fuentes Curso: 8° A Fecha: martes 05 de mayo de 2020 CLASE N° 3
OBJETIVO DE APRENDIZAJE N° 3: LECTURA Analizar las narraciones leídas para enriquecer su comprensión, considerando, cuando sea pertinente: el o los conflictos de la historia, los personajes, su evolución en el relato y su relación con otros personajes, la relación de un fragmento de la obra con el total el narrador, distinguiéndolo del autor personajes tipo (por ejemplo, el pícaro, el avaro, el seductor, la madrastra, etc. ), símbolos y tópicos literarios presentes en el texto los prejuicios, estereotipos y creencias presentes en el relato y su conexión con el mundo actual la disposición temporal de los hechos, con atención a los recursos léxicos y gramaticales empleados para expresarla elementos en común con otros textos leídos en el año
INICIO DE LA CLASE: Lee el objetivo queremos lograr en esta clase:
OBJETIVO DE LA CLASE: Analizar un cuento, considerando la disposición temporal de los hechos.
Observa las siguientes imágenes y ordénalas de principio a fin, para que el chiste tenga sentido. Escribe los números correctos: 1 2
3 4 5
RESPUESTA CORRECTA: 5 1 3 4 2
EL TIEMPO EN LA NARRACIÓN Para poder comprender la disposición de los acontecimientos en una narración es necesario recordar dos conceptos: el tiempo de la historia y el tiempo de la narración. Lee las siguientes diapositivas informativas.
El Tiempo en la Narración En la vida real es muy común medir o tipificar el tiempo que transcurre y esto se hace teniendo en consideración un antes, un durante y un después. Esto correspondería al pasado, al presente y al futuro.
El Tiempo en la Narración En la narración, si bien es una ficción, también se toma en cuenta el tiempo, aunque de un modo diferente comparado con el valor que le damos en la cotidianeidad; esto implica que no sean equivalentes el tiempo ficticio con el tiempo real. Sin embargo, el posible clasificar las referencias temporales de la siguiente forma:
EL TIEMPO EN LA HISTORIA: Es el orden lógico que se le da a los diversos hechos que se suceden en la historia. Poseen un claro sentido y una causalidad establecida, donde el narrador va siguiendo un patrón de correlatividad cronológica en su relato.
EL TIEMPO DEL RELATO: Se refiere a lo estético del mismo y no responde a un orden prefijado, sino que quien relata lo hace de un modo arbitrario, no teniendo en cuenta una línea de tiempo cronológica; lo que produce que al interior de la historia se encuentre un tiempo totalmente diferente al real y se establezca una temporalidad artística, que es única del texto y organiza el tiempo interno del relato.
Ahora se presenta el cuento “El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga
ANTES DE LA LECTURA ¿Qué te sugiere el título del cuento? ¿Tienes algún almohadón de plumas? ¿Cómo son? ¿De qué crees que tratará este relato? ¿Qué personajes podrían aparecer? ¿Dónde piensas que estará ambientado este cuento?
El almohadón de plumas Autor: Horacio Quiroga
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer. Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido. No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos. -No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatose una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor. -¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror. -¡Soy yo, Alicia, soy yo! Alicia lo miró con extravío, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando. Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor. -Pst… -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio… poco hay que hacer… -¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha. Perdió luego el conocimiento. Los días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón. -¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre. Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras. -Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
-Levántelo a la luz -le dijo Jordán. La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban. -¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca. -Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar. Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia. Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
Vocabulario Frisos: Banda horizontal de azulejos, tela, papel pintado, etc. , con que se protege o adorna la parte inferior o superior de una pared. Estupefacta: Que está muy sorprendida, asombrada o desconcertada ante algo poco habitual, y no comprende lo que pasa ni sabe cómo reaccionar. Antropoide: Que se parece al ser humano en sus caracteres morfológicos externos. Estupor: Asombro o sorpresa exagerada que impide a una persona hablar o reaccionar. Remitía: que perdía su intensidad o parte de ella. Crispadas: Con una contracción repentina y pasajera en el tejido muscular o en una parte del cuerpo. Bandó: Parte del cabello que en un peinado femenino cubre la sien.
Completa la siguiente línea de tiempo, de acuerdo con la lógica temporal, con las acciones que se listan a continuación: EN TU CUADERNO 1. Alicia es diagnosticada con anemia. 2. El insecto se instala en la almohada. 3. Se acomoda por última vez la almohada de Alicia. 4. Jordán y Alicia se casan. 5. Alicia muere. 6. El insecto succiona toda la sangre de Alicia. 7. Jordán descubre el insecto.
RESPUESTAS CORRECTAS: ACCIONES ORDENADAS: 4 2 6 1 3 5 7
Chequeo de la comprensión Responde las preguntas planteadas
1. - ¿En el cuento presentado coinciden el tiempo de la historia con el tiempo del relato? a) Sí, pues las acciones siguen un orden lógico. b) Sí, porque el narrador cuenta la historia de principio a fin. c) No, pues el narrador comienza desde la mitad de la historia. d) No, porque al final se explica la acción que desencadena toda la historia.
2. - ¿Qué efecto quiere lograr el autor con el tiempo del relato? a) Quiere recrear los hechos como una crónica policial. b) Intenta crear falsas expectativas sobre el final del cuento. c) Desea ser fiel a como sucedieron los hechos en la realidad. d) Pretende lograr un efecto de intriga en el desarrollo de la narración.
RESPUESTAS CORRECTAS: 1. - B 2. - C
CIERRE DE LA CLASE:
Metacognición ¿Qué y cómo aprendí hoy? v ¿Qué certezas me quedan sobre la clase de hoy? v ¿Qué dudas me quedan? ¿Cómo las voy a resolver?
Metacognición ¿Qué y cómo aprendí hoy? v Escribe dos preguntas sobre el contenido visto en clases. 1. 2. v Antes pensaba… v Ahora pienso…
SÍNTESIS DE LA CLASE: En la clase de hoy aprendimos: -- Existe un tiempo de la narración. -- Existe un tiempo del relato. -- Existe un tiempo de la narración que coincide con hechos cronológicos.
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