Ciclo A El tiempo de Pascua es de
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Ciclo A
El tiempo de Pascua es de alegría porque Jesús resucitó. Esta es la gran verdad central de nuestra fe. Por eso los apóstoles lo predicaban con entusiasmo a todos. Así nos presenta hoy la primera lectura a san Pedro hablando el día de Pentecostés.
El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: "Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia. «Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo. "
El evangelio de este tiempo da fe de la resurrección por las apariciones que los discípulos tenían de Jesús resucitado. Son experiencias espirituales, muy difíciles de expresar, pero que quienes las tienen se dan cuenta con toda certeza que Jesús vive, que ha resucitado y que todo lo que sufrió tiene un final feliz.
Hoy nos presenta el evangelio un suceso muy interesante y bonito, en una narración literariamente muy bien escrita por san Lucas, cuando dos amigos y discípulos de Jesús en la tarde del día de la Resurrección de Cristo, iban a su aldea de Emaús. Y cómo Jesús se descubrió. Lucas 24, 13 -35
Una tarde dos amigos se encontraban de camino, Automático
preocupados por llegar a la aldea de Emaús.
Mientras iban conversando se les suma otro viajero;
y ahora ya son tres caminando hacia Emaús.
Cuando llegan a Emaús es la hora de la cena
y aquel nuevo compañero se puso a partir el pan,
sólo entonces conocieron al que les acompañaba,
Con Jesús, con Jesús, ellos iban con Jesús. Hacer CLICK
Vamos a ir comentando el evangelio por partes. Comienza así el evangelio de hoy: “Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. ”
Aquellos dos pertenecían a un grupo de amigos de Jesús que le seguían muchas veces, pero no constantemente, porque no eran de los doce apóstoles. Quizá esta fue una razón de no reconocerle tan fácilmente. También porque era un cuerpo resucitado, a quien se le ve sobre todo por la fe: Cuanta mayor sea la fe, mayor visión de lo espiritual. Continua el evangelio con la conversación:
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? " Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replico: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días? " Él les preguntó: "¿Qué? " Ellos le contestaron: "Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron. " Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? " Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Aquellos discípulos tenían un gran amor a Jesús, pero les faltaba esperanza. Ese camino de Emaús para ellos era de desencanto, de evasión, de tristes recuerdos. Le dice Cleofás a Jesús: “Nosotros esperábamos”. Era una esperanza no como la que Jesús quería y les había enseñado en vida.
Aquellas esperanzas se han convertido ahora en frustraciones y amargas desilusiones. Ellos sólo quieren olvidar, aunque no puedan, alejarse, retirarse a su finca privada. Hoy también a muchos que ponen la religión en hechos externos y materiales puede suceder lo mismo.
A veces nos pasa a nosotros, y pasa a muchos, que no sabemos por dónde caminamos, porque no atendemos al mensaje de Jesucristo.
Otras veces nos cambia el camino. Y decimos “nosotros esperábamos”. Creemos que si cambia un gobierno se soluciona todo, o si cambia la jerarquía se resuelven todos los problemas de la religión. Y debemos pedir luz a Dios para saber por dónde vamos. .
Caminando voy sin saber muy bien qué sendero andar, hacia dónde ir. Automático
Hoy me pregunté si sé dónde estoy, dónde comencé, cuál será mi fin, para qué vivir. Hacer CLICK
Muchas veces no comprendemos bien el sentido de la vida. Es difícil comprender para qué sirve el dolor y el sufrimiento y la muerte, como les pasaba a aquellos discípulos. Por eso aprovechemos que Cristo va con nosotros y hablemos más con Él y con mayor confianza.
Aquellos discípulos por lo menos perseveraban en el amor a Jesús. Un deseo hoy para nosotros debe ser que al menos tengamos siempre en el corazón el amor a Dios. Y que así se lo digamos. Es la fe de saber que Cristo desea venir a nuestro encuentro.
Qué hermoso si pudiéramos escuchar toda la catequesis de Jesús en aquel día. Pero Jesús sigue hablándonos hoy a través de las Escrituras, a través de la Iglesia, especialmente cuando vamos a Misa. Y nos habla a través de muchas personas buenas que lo viven de corazón. Jesús les enseña lo que ya en vida les había mostrado: el sentido de la muerte y la resurrección.
Debemos saber encontrar a Cristo entre nosotros, en nuestro propio caminar. Después de aquella conversación, viene el desenlace hermoso de este suceso. Con mucha gracia y claridad lo cuenta san Lucas. Dice así:
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. " Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? " Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. " Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Aunque aquellos discípulos habían cerrado de tal manera su inteligencia para conocer que era Jesús quien les hablaba, su corazón ardía en amor y, cuando Jesús hizo ademán de seguir adelante, le instaron a quedarse. Ojalá nosotros, cuando sintamos que viene la noche del espíritu, podamos invitar a Jesús, que es invitarnos a nosotros mismos para permanecer unidos al Señor.
Automático que la tarde está cayendo
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El pedir quedarse y el quedarse son los signos del amor. Jesús no se haría demasiado de rogar, pues lo estaba deseando. Así es Jesús cuando llama a nuestra puerta. Él quiere entrar en nuestro corazón, sentarse a nuestra mesa partir su pan y su palabra.
El gesto que hizo Jesús al partir el pan, era un gesto de amor, gesto de padre, gesto que le habrían visto hacer muchas veces. El padre de familia lo hacía como signo de amor a los hijos y como signo de acción de Gracias a Dios dador de todos los bienes.
Es un gesto que Jesús hizo cuando instituyó el sacramento de la Eucaristía. De tal manera característico en Cristo, que los primeros cristianos llamaban a la Misa: “la fracción del pan”. Aquella aparición a los de Emaús no sería una eucaristía; pero nosotros sí podemos estar realmente con Jesús siempre que se celebra la santa Misa.
Terminemos resumiendo la hermosa escena de Emaús y el gran mensaje que Jesús les da a aquellos discípulos y a través de ellos a nosotros. Jesús dice que todo tiene sentido, hasta las situaciones más difíciles; que lo último será una explosión de luz, de gozo y de vida.
Jesús nos indica que quiere acercarse y entrar en nuestra vida para que la noche se ilumine, para que el grano fructifique, para que el sufrimiento honradamente llevado se convierta en pascua, gozo y paz en el día eterno del Señor.
Un día caminaban dos amigos a Emaús, Automático
lloraban su tristeza por la muerte de Jesús.
De pronto en el camino una sombra se acercó; la noche de su pena con su luz se iluminó.
Morir tiene sentido como el grano que al caer,
Se muere la semilla para luego florecer.
se muere la semilla para luego florecer.
Jesús murió clavado en el madero de la cruz;
su muerte nos da vida y la noche se hace luz.
El grano se hace espiga, la semilla se hace flor, la muerte engendra vida en la victoria del Señor.
Jesús los ha asumido en el Calvario redentor.
Nosotros caminando hacia Emaús,
que el mundo está muy triste y necesita de tu amor.
Que María nos ayude a tener la alegría del amor. AMÉN
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