Caf Pierrot All me encontraba De pie con
Café Pierrot
. Allí me encontraba. De pie, con la mirada fundida en la inmensidad de ese mar que, una vez más, me atrapaba con su increíble sortilegio
El frío clavaba sus pequeños aguijones sobre mi rostro pero yo seguía sin poder apartarme de espectáculo majestuoso, mientras las olas esculpían las rocas a su antojo con su mágico cincel.
El cielo se oscureció y espesos nubarrones presagiaban la tormenta. Una fina llovizna comenzó a caer y yo subí la capucha de mi abrigo sin advertir que el mar ya había dejado su huella salobre sobre mis cabellos.
Era hora de regresar al hotel. Escuché el resonar de mis pasos sobre la rambla desierta. Tenía como única compañía a los lobos marinos que, con sus trompas enhiestas desafiaban al cielo.
Decidí refugiarme en una confitería para tomar algo caliente. Fue entonces cuando lo ví en aquel lugar que tantas veces habíamos frecuentado.
¿Cómo hacía para lucir ese color bronceado en pleno invierno? Y sí, si vivía siguiendo el recorrido del sol. En su rostro moreno, su sonrisa parecía aún más blanca.
Entonces advertí que no se hallaba solo. ¿Quién era esa a quien, solícito, le ponía azúcar en el café, como lo hacía conmigo?
No podía ver su cara pero divisé su cuerpo delgado y firme, con un leve tono dorado y el cabello largo y rubio. Una punzada de celos atravesó mi corazón.
Quería avanzar más de prisa, pero mis pies parecían de plomo. Los escuché reir, felices y el sonido de sus voces se perdía a la distancia.
A medida que me iba acercando el miedo a que me viesen se hacía más presente. Fue entonces que ambos giraron sus cabezas hacia mí. Me paralicé.
Sus miradas parecieron atravesar mi cuerpo viendo a través de él. Ella dijo: -Mira esa señora. Así seré yo dentro de 20 años, los hombros agobiados, el cabello entrecano, sola.
El respondió: - Sí pero tú no irás sola, yo te llevaré del brazo, portaré mi bastón, pero nadie podrá con nosotros.
La risa de ambos inundó el recinto del Café Pierrot y yo crucé mi mirada con la de la joven, que no era otra que …yo misma.
Regresé al hotel sin haber tomado nada caliente en el trayecto, pero mi espíritu estaba pleno de tibieza. Nos habíamos reencontrado.
Texto y diseño: Marta Améndola (Adaptación a pps del cuento de mi autoría “Café Pierrot”) Imágenes de la web
Más sitios interesantes: Frases Videos Postales
- Slides: 17