Antes de leer Cmo te imaginas el pas

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Antes de leer ¿Cómo te imaginas el país de los juguetes? Si por un

Antes de leer ¿Cómo te imaginas el país de los juguetes? Si por un día pudieras ser juguete, ¿qué serías? , ¿por qué?

Este era un país que no se parecía a ningún otro. Componían su población

Este era un país que no se parecía a ningún otro. Componían su población niños de ocho a catorce años. En calles y plazas reinaba una bulla ensordecedora. Por todas partes había grupos de niños que jugaban a la rayuela, al fútbol, a la gallina ciega, al luche, a pillarse, a las escondidas y a las carreras. Unos iban en bicicleta, en monopatín o en caballitos de madera. Algunos, vestidos de payasos hacían piruetas con antorchas encendidas, como hacen los payasos en los circos y las ferias. Otros recitaban, otros cantaban, otros daban saltos mortales y otros caminaban con las manos en el suelo y los pies en el aire.

Había quien jugaba al trompo, quien a las bolitas y quien se paseaba vestido

Había quien jugaba al trompo, quien a las bolitas y quien se paseaba vestido con uniforme de general. Unos reían, gritaban y aplaudían; otros silbaban e imitaban el cacareo de la gallina después de poner el huevo. En fin, aquello era un alboroto tan extraordinario, que hacía falta taparse los oídos con algodón para no quedarse sordo.

En todas las plazas había carpas con teatritos, que estaban llenos de niños de

En todas las plazas había carpas con teatritos, que estaban llenos de niños de la mañana a la noche. Pinocho, Espárrago y los demás niños que habían hecho el viaje con el galerista regordete, apenas pisaron tierra firme se confundieron en el desorden, y a los pocos minutos se habían hecho amigos de todos los habitantes de aquel magnífico país.

Y en pura distracción pasaron las horas, los días, las semanas y los meses

Y en pura distracción pasaron las horas, los días, las semanas y los meses con la rapidez del rayo. -¡Qué linda vida se pasa aquí! – decía Pinocho cada vez que se encontraba con Espárrago. -¿Has visto cómo yo tenía razón? - Le contestaba este.

¡Y pensar que no querías venir! ¡Pavote, más que pavote!. . . Si al

¡Y pensar que no querías venir! ¡Pavote, más que pavote!. . . Si al fin te libraste de la escuela, me lo debes a mí. Solo un verdadero amigo como yo es capaz de hacer un favor tan grande. ¡Qué alma noble la tuya!- le dijo Pinocho, abrazándolo estremecido.