Analizar el casamiento en su doble naturaleza como
Analizar el casamiento en su doble naturaleza: como ley humana y divina, destacando en esta última, el aspecto material y moral, resaltando también el único sentimiento que justifica la unión de los sexos, a los ojos de Dios. 2
Indisolubilidad del matrimonio 1. Unos fariseos se acercaron a Él para tentarlo, y le dijeron: “¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer, cualquiera sea el motivo? ” Él respondió: “¿No habéis leído que Aquel que creó al hombre desde el principio, los creó macho y hembra, y que dijo: ‘Por esta razón, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios unió, el hombre no lo separe”. Le dijeron: “Pero entonces, ¿por qué ordenó Moisés que el marido dé a su mujer una carta de divorcio, y la repudie? ” Jesús respondió: “Fue por causa de la dureza de vuestro corazón que Moisés permitió que repudiéis a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Por eso os digo que aquel que repudia a su mujer, a no ser en caso de adulterio, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la que otro repudió, también comete
1. - ¿En qué sentido debemos entender las palabras de Jesús: “No separe el hombre lo que Dios unió”?
R: Debemos entenderlas con referencia a la unión de los seres unidos por afinidad espiritual, indisoluble por sí sola y conforme a la ley de Dios; y no acerca de la unión donde predomina el interés puramente material. Sólo los lazos de afinidad espiritual y de mutuo afecto son indisolubles, porque son conforme a la ley de Dios. Los intereses materiales son pasajeros y luego desaparecen.
LEER EL ÍTEM 2 2. Sólo lo que viene de Dios es inmutable. Lo que es obra de los hombres está sujeto a cambios. Las leyes de la naturaleza son las mismas en todos los tiempos y en todos lugares. Las leyes humanas varían según las épocas, los países y el progreso de la inteligencia. En el matrimonio, lo que pertenece al orden divino es la unión de los sexos, a fin de que se produzca la sustitución de los seres que mueren. Con todo, las condiciones que regulan esa unión son a tal punto humanas, que no hay en todo el mundo, ni aun en la cristiandad, dos países donde sean absolutamente las mismas, y ninguno donde no hayan sufrido cambios con el paso del tiempo. De ahí resulta que, para la ley civil, lo que es legítimo en un país y en una época determinados, constituye adulterio en otro país y en otra época. Eso se debe a que el objetivo de la ley civil es regular los intereses de la familia, y esos intereses varían según las costumbres y las necesidades locales. Así, por ejemplo, en ciertos países, el único matrimonio legítimo es el religioso;
2. - ¿Cuál es la diferencia entre la ley divina y humana?
R: La ley divina es inmutable: es la misma en todos los tiempos y en todos los países; mientras la ley humana cambia según los tiempos, los lugares y el progreso de la inteligencia. El matrimonio constituye uno de los primeros actos de progreso en las sociedades humanas, porque establece la solidaridad fraterna entre los seres.
3. - ¿Cómo estas dos leyes, la divina y humana, pueden ser identificadas en el matrimonio?
R: En el matrimonio, lo que es de orden divino es la unión de los sexos, destinado a la sustitución de los seres que mueren, quedando al encargo de la ley humana las condiciones que regulan esa unión. El matrimonio se observa en todos los pueblos, si bien que en condiciones diferentes, conforme al tiempo y al lugar.
LEER EL ÍTEM 3 3. En lo relativo a la unión de los sexos, junto a la ley divina material, común a todos los seres vivos, existe otra ley divina, inmutable como todas leyes de Dios, de índole exclusivamente moral: la ley de amor. Dios ha querido que los seres se uniesen no sólo por los lazos de la carne, sino también por los del alma, a fin de que el afecto mutuo de los esposos se transmitiera a sus hijos, y que fuesen dos en vez de uno, para amarlos, cuidarlos y hacer que progresen. En las condiciones habituales del matrimonio, ¿se tiene en consideración la ley de amor? De ningún modo. No se tiene en cuenta el afecto de dos seres que se atraen por sentimientos recíprocos, puesto que muy a menudo ese afecto se interrumpe. Lo que se busca no es la satisfacción del corazón, sino la del orgullo, de la vanidad, de la ambición; en una palabra, la satisfacción de los intereses materiales. Cuando todo está en correspondencia con esos intereses, se dice que el matrimonio es conveniente, y cuando los bolsillos están bien llenos se dice
Sin embargo, ni la ley civil ni los compromisos que ella establece pueden suplir a la ley de amor cuando esta última no preside la unión. De ahí resulta que, en muchas ocasiones, lo que se ha unido por la fuerza se separa por sí mismo; que el juramento que se pronuncia al pie del altar se transforma en perjurio si se pronuncia como una fórmula banal. De ahí provienen las uniones desdichadas, que se vuelven criminales. Esta doble desgracia se evitaría si en el momento de establecer las condiciones del matrimonio, no se hiciese abstracción de la única que lo sanciona ante Dios: la ley del amor. Cuando Dios dice: “Seréis una sola carne”, y cuando Jesús manifiesta: “No separéis lo que Dios ha unido”, esas palabras deben entenderse con referencia a la unión según la ley inmutable de Dios, y no según la ley de los hombres, que se halla sujeta a cambios.
4. - ¿Qué otra ley divina, además de la reproducción, rige la unión de los sexos?
R: A la par de esta ley divina de reproducción, común a todos los seres vivos, otra ley divina e inmutable debe ser observada, de cuño exclusivamente moral, que es la ley de amor. “Ni la ley civil ni los compromisos providentes de ella, pueden suplir la ley de amor, cuando esta no preside la unión. ”
5. - ¿Qué les ocurre a los que se casan por intereses materiales?
R: Tendrán que aprender a amarse por la renuncia y abnegación. “Quiso Dios que los seres se uniesen por los lazos de la carne, pero también por los del alma”.
6. - ¿Las separaciones son contrarias a la ley de Dios?
R: Si fuera para atender intereses circunstanciales y materiales, sí. Pero, si fuera para evitar males mayores, no. Es más humano, más caritativo y más moral, restituir la libertad a seres que no pueden vivir juntos, que mantenerlos unidos. En nuestros días, generalmente, el matrimonio no tiene en cuenta el afecto entre dos seres, sino la satisfacción del orgullo, de la vanidad, de la avaricia, en una palabra: de todos los intereses materiales.
LEER EL ÍTEM 4 4. Así pues, ¿será superflua la ley civil? ¿Tendremos que volver a los matrimonios según la naturaleza? Por cierto que no. El objetivo de la ley civil es regular los vínculos sociales y los intereses de las familias, de acuerdo con las exigencias de la civilización. Por eso es útil e imprescindible, aunque variable. La ley civil debe ser previsora, porque el hombre civilizado no puede vivir como el salvaje. No obstante, nada, absolutamente nada, se opone a que esa ley sea el corolario de la ley de Dios. Los obstáculos para el cumplimiento de la ley divina derivan de los prejuicios y no de la ley civil. Esos prejuicios, aunque todavía están vigentes, ya han perdido en gran medida su predominio en el seno de los pueblos ilustrados, y desaparecerán con el progreso moral, que abrirá finalmente los ojos de los hombres en relación con los innumerables males, las faltas, e incluso los crímenes, que son la consecuencia de las uniones
Llegará el día en que el hombre se preguntará qué es más humano, más caritativo y más moral: si mantener unidos a dos seres que no pueden vivir juntos, o devolverles la libertad; y si la perspectiva de una cadena indisoluble no aumenta el número de uniones irregulares.
7. - ¿La ley humana es inútil?
R: No. Por la dificultad que ofrece a las separaciones irresponsables, ella asegura la manutención de los hijos y ayuda a los infractores a ajustarse a la ley de Dios, que es de amor. La ley civil tiene por finalidad regular las relaciones sociales y los intereses de las familias, de acuerdo con las exigencias de la civilización.
Cuando un hombre y una mujer se unen por los lazos del afecto mutuo y afinidad entre los espíritus, esa unión es, por sí sola, indisoluble, porque está de acuerdo con las leyes de Dios. En el caso contrario, cuando predominan los intereses puramente materiales, es fuente de dolores y sufrimientos, por contrariar la ley de amor.
11 6 Sé fuerte de espíritu, para hacer frente a todas las arremetidas y dificultades del camino. ¡Y nada de ilusiones, porque también los caminos del bien los surcan muchos obstáculos y contratiempos! ¡Sigue igualmente! No des oídos a las piedras que colocan la envidia, el chisme, la intriga. Marcha con la cabeza en alto, decididamente, y triunfarás sobre los obstáculos del camino. Y si llegas herido, recuerda que las cicatrices serán el resplandor de tu
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