Alejo CARPENTIER Problemtica del tiempo y el idioma
Alejo CARPENTIER, “Problemática del tiempo y el idioma en la moderna novela latinoamericana”. Tientos y diferencias y otros ensayos. Barcelona, Plaza y Janés, 1987. n “Volvamos los ojos hacia nuestra América. Aquí lo épico, lo épico terrible o lo épico hermoso es cosa cotidiana. El pasado pesa tremendamente sobre el presente, sobre un presente en expansión, que avanza quemando las etapas hacia un futuro poblado de contingencias. Desde sus guerras e independencia, América toda vive en función del acontecer político. La América nuestra es un continente político y aún más: haciendo retroceder la historia, osé Martí exclamaba en 1893, en discurso pronunciado a la memoria de simón Bolívar: “La independencia de América venía de un siglo atrás, sangrando. Ni de Rousseau ni de Washington viene Nuestra América, sino de sí misma”. /…/ y por lo mismo que el verdadero futuro político de nuestro continente está en gestación, puede decirse que en nuestra vida presente conviven las tres realidades temporales agustinianas: el tiempo pasado – tiempo de la memoria-, el tiempo presente – tiempo de la visión o de la intuición-, el tiempo futuro o tiempo de la espera. Y esto, en simultaneidad. La historia de nuestra América pesa mucho sobre el presente del hombre latinoamericano; pesa mucho más que el pasado europeo sobre el hombre europeo. ”
Alejo CARPENTIER n “Ante esta presencia del pasado en nuestro presente, viviendo en un hoy donde ya se perciben los pálpitos del futuro, el novelista latinoamericano ha de quebrar las reglas de una temporalidad tradicional en el relato para inventar la que mejor convenga a la materia tratada, o valerse –las técnicas se toman donde se encuentran- de otros que se ajusten a sus enfoques de la realidad. Sin imitar a sus creadores en cuanto a su estilo o factura, puede, a la manera de un Proust, dilatar al extremo los momentos válidos del presente en función de la memoria; puede, a la manera de Orlando de Virginia Wolf, conjugar distintas épocas y tiempos en el curso de un mismo relato, cosas que en América latina se puede realizar en contemporaneidad, con los hombres con quienes convivimos en un país, sin siquiera tener que pasar de épocas a épocas, puede a la manera de Samuel Becektt de Esperando a Godot y si su angustia le lleva a ello, detener el tiempo en función de espera, mostrando acaso que Godot puede estar presente sin que nos percatemos de ello. En la materia virgen que nuestra América ofrece al novelista, las posibilidades que tiene de manejar el tiempo sin salirse de una realidad, sin forzar los elementos constitutivos del epos, son infinitos. ”
Eduardo LABARCA, “Post Scriptum”. Butamalón, Santiago de Chile, F. C. E. , 1997. n “A lo largo de varios años el autor de este libro dedicó las horas del día a hurgar pacientemente en crónicas, archivos y textos de Historia. Pero por las noches, cuando se abocaba a escribir en sus cuadernos, los lugares, fechas y personajes verídicos se confundían en tal desorden con los espectros de sus insomnios, que para el propio novelista se tornó imposible distinguir entre lo real lo figurado. Además, las frases que intentaba pergeñar se mezclaban obstinadamente con las pertenecientes a otros, e manera que muchas palabras y no pocos pensamientos que consideraba suyos provenían en verdad de textos ajenos. Entre tanto, temiendo que sus nombres fuesen omitidos, algunos de los autores utilizados lograban infiltrarse en el capítulo X de la Visión segunda y el capítulo IV de la a la manera de Samuel Beckett de Esperando a Godot y si su angustia le lleva a ello, detener el tiempo en función de espera Visión tercera o se disfrazaban de personajes para hablar con voz propia desde el interior del relato. Consciente de que cada día la obra le pertenecía menos, el novelista decidió reconocer paladinamente la efectividad de todas las discordancias históricas y citas no declaradas que los lectores pudiese encontrar en su libro, y dejar constancia de que vería con beneplácito que le dieran a conocer sus descubrimientos. Como consuelo se dijo que esta obra no era más que una simple novela, amasijo arbitrario de palabras en torno a unas anécdotas inventadas, pura metáfora. ”
Gabriel GARCIA MARQUEZ, “Gratitudes”. El general en su laberinto, B. A. Editorial Sudamericana, 1989. n “Por otra parte, los fundamentos históricos me preocupaban poco, pues el último viaje por el río es el tiempo menos documentado de la vida de bolívar. Sólo escribió entonces tres o cuatro cartas –un hombre que debió dictar más de diez mil- y ninguno de sus acompañantes dejó memoria escrita de aquellos catorce días desventurados. Sin embargo, desde el primer capítulo tuve que hacer alguna consulta ocasional sobre su modo de vida, y esa consulta me remitió a otra, y luego a otra más y a otra más, hasta más no poder. Durante dos años largos me fui hundiendo en las arenas movedizas de una documentación torrencial, contradictoria y muchas veces incierta, desde los treinta y cuatro tomos de Daniel Florencio O Leary hasta los recortes de periódicos menos pensados. Mi falta de absoluta de experiencia y de método en la investigación histórica hizo aún más arduos mis días. Este libro no habría sido posible sin el auxilio de quienes trillaron esos territorios antes que yo, durante un siglo y medio, y me hicieron más fácil la temeridad literaria de contar una vida con una documentación tiránica, sin renunciar a los fueros desaforados de la novela. /…/Mi viejo amigo Aníbal Noguera Mendoza /. . / en la primera verión de los originales descubrió media docena de falacias mortales y anacronismos suicidas que habrían sembrado dudas sobre el rigor de esta novela. ”
Reinaldo ARENAS, El mundo alucinante. Una novela de aventuras. Barcelona, Tusquets Editores, 1997. n “Esta es la vida de fray Servando Teresa de Mier, tal como fue, tal como pudo haber sido, tal como a mí me hubiese gustado que hubiera sido. Más que una novela histórica o biográfica pretende ser, simplemente, una novela. /…/siempre he desconfiado de lo “histórica” de ese dato “minucioso y preciso”. Porque, qué cosas es en fin la Historia? ¿Una fila de cartapacios ordenados más o menos cronológicamente? ¿Recoge acaso la Historia el instante crucial en que Fray Servando se encuentra con el ágave mexicano o el sentimiento de Heredia al no ver ante el desconsolado horizonte de su alma el palmar amado? Los impulsos, los motivos, las secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la Historia, así como, aun bajo el quirófano, no se captará jamás el sentimiento de dolor del hombre adolorido. ”
Reinaldo ARENAS n “La Historia recoge la fecha de una batalla, los muertos que ilustraron la misma, es decir, lo evidente. Esos temibles mamotretos resumen (y es bastante) lo fugaz. El efecto, no la causa. Por eso, más que en la Historia busco en el tiempo. En ese tiempo incesante y diverso, el hombre es su metáfora. Porque el hombre es, en fin, la metáfora e la historia, su victima, aun cuando, aparentemente intente modificarla y, según algunos, lo haga. En general, los historiadores ven el tiempo como algo lineal en su infinitud. ¿Con qué pruebas se cuenta para demostrar que es así? ¿Con el elemental razonamiento de que mil quinientos es anterior a mil setecientos, o que la guerra de Troya fue anterior al degollamiento de María Antonieta? Como si al tiempo le interesasen para algo tales signos, como si el tiempo conociese de cronologías, de progresos, como si el tiempo pudiese avanzar… Ante la ingenuidad del hombre al intentar escalonar el tiempo; fichándolo con una intención progresiva y hasta “progresista”, se opone, sencillamente, el tiempo. ¿Cómo, pues, fichar el infinito? Pero el hombre o se resigna a esta pavor, de ahí esa incesante irrupción de códices, fechas, calendas, etcétera. Sus progresos…Lo que nos sorprende cuando encontramos en el tiempo, en cualquier tiempo, a un personaje auténtico, desgarrador, es precisamente su intemporalidad, es decir, su actualidad; su condición de infinito. Porque infinito será Cristo por su impractible filosofía, regístrelo o no la Historia. Esas metáforas, esas imágenes, pertenecen a la eternidad. ”(julio de 1980)
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