5 Dom Cuaresma Ciclo C Perdn que renueva

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5º Dom. Cuaresma. Ciclo C Perdón que renueva la vida § § § Ayúdame,

5º Dom. Cuaresma. Ciclo C Perdón que renueva la vida § § § Ayúdame, Señor, a mirarme en mi propio espejo antes de juzgar a las personas con las que me encuentro, y no dejes que mis prejuicios las señalen con el dedo. Ayúdame, Señor, a ser consciente de las veces que condeno, sin ser comprensivo, sin tratar con respeto, mostrándome intransigente, duro y severo, fijándome sólo en las cosas negativas y en los defectos, olvidando los dones que todo tenemos, apartándome de la misericordia que tú me pones como modelo. Ayúdame, Señor, a tener un corazón bueno, que sepa perdonar, acoger y transmitir serenidad y consuelo, para que quien se encuentre conmigo descubra que tú le invitas a comenzar de nuevo, a dejar atrás el pasado y a mirar hacia adelante con esperanza, con ilusión y sin miedos. Señor, enséñanos a ser… - Tienda de misericordia y lugar de acogida. - Espacio de encuentro donde se comparte la vida. - Luz que ilumina a quien se encuentra perdido y a la deriva. - Fuente de consuelo y presencia que acompaña y guía. - Regalo de perdón incondicional y sin medida. - Corazón abierto que comprende, apoya y anima. - Cauce de reconciliación donde a ninguna persona se la da por perdida. - Espejo donde se refleja tu ternura y tu alegría. - Casa común conde toda necesidad es atendida. - Camino que se orienta a grandes horizontes y utopías. - Puente que crea relaciones y une separadas orillas. - Piedra que construye y que no se transforma en arma arrojadiza…. Enséñanos, Señor, a ser testigos creíbles de tu Buena Noticia. La primera piedra. Salomé Arricibita https: //youtu. be/e. Pd-d. PDO 7 e. Q DEL PASADO HACIA EL FUTURO. No te quedes mirando hacia atrás, no pienses en lo antiguo, no te paralice el pasado… me dice hoy el profeta Isaías y el apóstol Pablo. Mirar continuamente hacia atrás puede dejarme paralizado. Es bueno ser consciente de lo vivido como aprendizaje y reflexión, como bagaje de experiencia para abrirme al futuro, para ir hacia adelante, para apostar por caminos nuevos que me lleven a otros lugares. Es importante que me fije metas, que no pierda de vista ideales, que ponga empeños en construir mi vida teniendo presente a Jesús y su Evangelio. Que Él sea mi centro, mi norte y mi clave. Puedo volver a leer la experiencia que me narra hoy el apóstol Pablo. ¿Qué me transmite? ¿He ido cambiando en mi vida prioridades, valores, actitudes… que antes me parecían importantes y ahora pongo otras por delante? ¿Por qué? ¿Cómo puedo llegar a un conocimiento más profundo y vivencial de Cristo? ¿Qué significa para mí “existir en Cristo”? ¿Conocer más y mejor a Cristo me lleva a verlo todo desde una nueva perspectiva? MIRARME EN MI PROPIO ESPEJO. Jesús desenmascara la hipocresía de unas “personas de Dios” por oficio (fariseos y escribas) dispuestos a condenar, se opone a una ley inhumana, evita una injusticia, defiende a una mujer acosada, le ofrece el perdón y la invita a una vida digna. Toda una propuesta “revolucionaria”. Jesús no entra en la trampa que le proponen. Les desafía a mirarse en su propio interior. Cuando me miro dentro descubro que yo también estoy hecho de “barro”, con fragilidades, muchas “zonas oscuras” y debilidades. Jesús me invita a mirarme en mi propio espejo ante de juzgar y condenar a otros. Y, sin embargo, ¡qué fácilmente juzgo, critico, condeno, opino, acuso…! Si no me conozco a mí mismo por dentro, no puedo juzgar a los demás. Si no me conozco en mis propias debilidades, no podré comprender a quien se equivoca. ¡Qué fácil me resulta descubrir lo malo de los demás! ¡Cuánto me cuesta ver a la persona que está por encima de sus debilidades! Cuanto más amor haya en mi corazón, más fácil me resultará amar al que ha caído. Reviso mi grado de intolerancia, de intransigencia, de rechazos, de prejuicios, de creerme “bueno y puro”, de dureza de corazón, de poner la ley por encima de la persona, del desprecio por no ser “como debe ser”… PORTADOR DE MISERICORDIA. Jesús claramente no condena y me invita a hacer lo mismo. No puedo ir por la vida lanzando piedras, soltando acusaciones, comunicando condenas. Si hago eso, ¡qué difícil es que la persona se rehaga, restituya su nombre, su dignidad, su confianza…! La dureza de corazón incapacita para la compasión y la misericordia. No puedo cargar losas de juicio y condena, mientras Jesús me habla de quitarlas, y me invita a crear espacios de alivio donde los que ya no pueden más vuelvan a respirar y se sientan reanimados. No al juicio que condena, sí a la comprensión que salva. No arrojar piedras, sí dar oportunidades. Ver a los demás con ojos de misericordia e invitar a que su vida mejore y cambie. Señor: He mirado a mi corazón y me he sentido incómodo conmigo mismo. Muchas veces me he creído más que los demás. Pero, cuando un hermano mío ha fallado, me doy cuenta de que su pecado pone al descubierto mi pecado de falta de amor, de falta de comprensión, de falta de bondad y de perdón. Porque mi reacción ha sido la de condenarlo. Y hasta me he creído con derecho a publicitar su pecado. También yo me siento demasiado esclavo de mi fidelidad a la ley. Tengo miedo a serte infiel si no cumplo con la ley. ¡Y no me siento infiel a Ti si no amo de verdad! Señor, dame un corazón de carne en vez de un corazón con piedras. Dame unas manos que se tiendan al que ha caído. Arranca de mis manos las piedras que tengo para tirar a los demás. Desbarata, Señor, nuestros prejuicios e intransigencias, nuestras acusaciones que duelen como si fueran piedras. Que tu misericordia cambie nuestra mirada para que sea más limpia y atenta a las personas en sus necesidades concretas. Convierte nuestros corazones de todas malas ideas que no ayudan a crear relaciones más fraternas.

Lectura del libro de Isaías (43, 16 -21): Sal 125, 1 -2 ab. 2

Lectura del libro de Isaías (43, 16 -21): Sal 125, 1 -2 ab. 2 cd-3. 4 -5. 6 Esto dice el Señor, que abrió camino en el mar y una senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, la tropa y los héroes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, corrientes en el yermo. Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces, porque pondré agua en el desierto, corrientes en la estepa, para dar de beber a mi pueblo elegido, a este pueblo que me he formado para que proclame mi alabanza» . R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos. » El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R. Recoge, Señor a nuestros cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3, 8 -14):

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3, 8 -14): Hermanos: Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.

Lectura del santo evangelio según san Juan (8, 1 -11): En aquel tiempo, Jesús

Lectura del santo evangelio según san Juan (8, 1 -11): En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: - «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? » . Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: - «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra» . E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: - «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ; ¿ninguno te ha condenado? » . Ella contestó: - «Ninguno, Señor» . Jesús dijo: - «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más» .