4 20 Bienaventuranzas 16 8 bienaventuranza 1 Bienaventurados

4ª 20 Bienaventuranzas 16 8ª bienaventuranza 1: Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia.

8ª bienaventuranza: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Esta bienaventuranza suele tener diferentes enunciaciones en las diferentes biblias. Especialmente lo primero: en vez de “por causa de la justicia”, algunos ponen: “por hacer el bien”, o “por su fidelidad”, o “por causa del bien”, o “por la justicia”. La 2ª parte es más igual: “de ellos es el reino de los cielos”, o “tienen a Dios por rey”, o “el reinado de Dios les pertenece”.

En cuanto a la enunciación de esta bienaventuranza, hay algo diferente de las anteriores: Esta bienaventuranza no es solamente sencilla como las anteriores y como lo he enunciado, sino que continúa como una especie de explicación o acentuación a la realidad de los apóstoles en los dos versículos siguientes. Es como comenzar una nueva parte del sermón de la montaña dirigida a personas presentes concretas, a vosotros (o ustedes).

Esta 2ª parte es: “Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”. Así que esta bienaventuranza es más larga si se unen los dos conceptos.

Dicen algunos entendidos que esta 2ª parte de la bienaventuranza, la aplicada y dicha a los discípulos, no estaba en el primer texto original, sino que el mismo evangelista y con la misma inspiración lo añadió algún tiempo después aplicado exactamente a la primitiva comunidad cristiana que estaba pasando una situación concreta de persecución: Ya se había dado la persecución en Jerusalén y estaba comenzando en Roma.

Para estos discípulos, que estaban siendo perseguidos, estas palabras de Jesucristo les servían de ánimo y de consuelo. Lo que se había manifestado de modo ideal en la 1ª parte, ahora se ve aplicado en la realidad concreta de la persecución. Así aparece más claro que la persecución es el signo de los elegidos. Y quiere decir que la proximidad de Dios se muestra por medio de la hostilidad que rodea a los verdaderos discípulos del Señor.

Jesús les viene a decir que el Evangelio no va a ser bien recibido por todos; de tal manera que si obtuviera la aprobación universal, sería como una mala señal, al menos en la práctica. Jesús lo deduce de la historia de los profetas: un falso profeta solía recibir aplausos, mientras que el verdadero profeta recibía insultos. Esto era porque el falso profeta decía sólo lo que sus oyentes querían escuchar, mientras que el verdadero profeta proclamaba sólo lo que sus oyentes necesitaban escuchar, porque además era la palabra de Dios.

Así que estos verdaderos profetas, que debían proclamar a veces mensajes contrarios al gusto de la gente, eran perseguidos o apedreados. De esto tuvo mucha experiencia el profeta Jeremías cuando debía proclamar contra Jerusalén o contra el templo. Esto no sólo les molestaba enormemente a los del pueblo de Israel, sino que les parecía iba contra Dios que les había hecho grandes promesas, por las que se sentían invencibles para toda la vida.

Jesús también tuvo que anunciar cosas parecidas a lo que anunciaban los antiguos profetas verdaderos. Y precisamente al final de su vida le acusaban de esto algunos “encargados” de explicar la ley al pueblo. Así que a Jesús le perseguían más porque había anunciado que todo lo del templo tenía que cambiar. Claro que Jesús, al hablar de lo futuro lo hacía sobre todo en plan simbólico o figurativo; pero también entraba la realidad concreta.

En la carta a los Hebreos, en el cap. 11, después de exponer la gran fe de algunos personajes del Ant. Test. , expone la fe que tuvieron que defender muchos al ser perseguidos, torturados, pasando por la prueba de burlas y azotes, cadenas y cárcel; otros fueron apedreados, asesinados, murieron a espada, faltos de todo, oprimidos, maltratados… “Estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro”.

Este sufrimiento del Ant. Testamento era una preparación. Porque en esta vida no se da salvación sin sufrimiento. Pero Jesús nos enseñó con su vida que después del sufrimiento viene la resurrección y la verdadera gloria. Pero mientras tanto, y mientras trabajamos por la evangelización habrá persecución y sufrimiento. Por eso, cuando Jesús enviaba a sus apóstoles a evangelizar, primero cerca y luego por todo el mundo, les decía: OS ENVÍO COMO OVEJAS ENTRE LOBOS.

Automático

entre los lobos rugientes;

sed sencillos cual palomas


Mas guardaos de los hombres,


presos a la asamblea

y allí os azotarán.

Cuando estéis ante los jueces,

testimonio habréis de dar;


que tengáis que pronunciar.

Pues no será vuestra boca

la que de suyo clamará,


el que tu lengua hará hablar. Hacer CLIC

El Evangelio se va predicando y se va extendiendo al mismo tiempo que hay oposición. De hecho la oposición es necesaria, como en todas las cosas buenas humanas, Si no hubiera como en la política. oposición, las cosas humanas se estabilizarían; es decir se quedarían más quietas y no habría progreso. Es una ley humana. En la lucha contra la oposición el ser humano avanza.

Esto lo comprobamos en nosotros mismos con respecto a las virtudes. Hay un dicho sabio: “Una vida fácil no suele ser una vida virtuosa”. Normalmente se va adquiriendo una virtud según vamos superando las tentaciones que provienen de nuestra inclinación al mal. Esto, que es natural en cada uno, se vuelve realidad en la vida de la Iglesia. Por eso no hay que extrañarse tanto de la oposición, lo importante es resistir y adelantar.

La experiencia nos dice que allí donde la Iglesia es oprimida, la oposición precisamente hace que se ganen para la Iglesia fieles tan aprobados y fervientes, que no se hubieran producido, por lo menos en el mismo grado de fervor, si no hubiera existido la violencia de los adversarios. Es decir, que la oposición tiene como consecuencia estimular y reavivar el fervor de los cristianos. No es que se quiera el mal, sino vemos que el mal es ocasión del bien.

Jesús les había prevenido a los apóstoles sobre todo en la gran conversación que tuvieron en la Última Cena. Por ejemplo les decía: “Cuando el mundo os odie, tened presente que primero me ha odiado a mi”, “Si pertenecierais al mundo, el mundo os querría como a cosa suya; pero como no le pertenecéis… os odia”. Y más adelante les dice: “Os digo que os expulsarán de la sinagoga. Es más: llegará el día en que os maten pensando que así dan culto a Dios”.

Esto anterior es curioso, porque hay algunos que creen que la oposición contra la Iglesia sólo viene de parte de los malos. Pues no, porque muchas viene de parte de los buenos, o mejor, de los que se creen buenos. Y creen que hacen un favor a Dios. Recuerdo a Saulo (san Pablo), que habiendo oído que había una “secta” que adoraba a un hombre, Jesús, como si fuese Dios, quería matar a todos, hasta que Jesús le hizo ver que matar a los cristianos era ir contra Dios mismo.

Entonces ¿para qué vale la persecución a un cristiano? Por lo menos hoy nos dice Jesús que debemos estar contentos si somos perseguidos por ser fieles a Dios. Hay ocasiones en que es difícil distinguir si la causa de la persecución es el ser fieles a Dios o es otra causa; sobre todo cuando se meten criterios de política, cultura, etc. Por ejemplo, santa Teresa Benedicta de la Cruz, en la persecución de los nazis, era perseguida por ser judía; pero es mártir, porque está comprobado que su muerte, como otras religiosas, fue por el odio a la religión católica.

Un caso muy notable fue el de santa Juana de Arco. Fue perseguida y muerta por acciones “en contra de la Patria”. Pero ella desde muy joven sentía, en su experiencia mística de oración, voces que la inducían a una misión especial, salvar a Francia, que estaba dividida políticamente hablando. Y el sucesor del rey estaba bastante postergado. Con esfuerzo y decisión tomó las armas y vencía a los ingleses hasta que fue capturada. En este bando había cardenales y obispos que creían que tenían la razón. Declararon a Juana malvada y condenada como bruja, murió quemada viva. Luego se aclaró su virtud, es santa y patrona de Francia.

El reconocimiento humano puede venir o no. Además que los seres humanos podemos equivocar; y habrá muchos casos en que haya habido equivocación o nunca se sepa nada. Lo cierto es el premio que Dios da, y que Dios lo da en el momento preciso. Y lo cierto es que ese premio será muy sobreabundante, por lo cual les llama Jesús dichosos a los perseguidos: si son por hacer el bien o por causa de la justicia.

Sobre esto tiene san Pedro algo muy hermoso en su 1ª carta (4, 12 -16). Va diciendo que no hay por qué extrañarse si viene la persecución. Y dice: “Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por ser asesino, ladrón, malhechor o entrometido, pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que dé gloria a Dios por este nombre”. Y por este nombre viene a ser “por fidelidad a Jesucristo” y todo su mensaje.

A veces la persecución no consiste en gestos externos o acciones violentas, sino que es por medio de palabras que van contra el honor de la persona o el honor de la misma religión, siendo falso. Eso es una calumnia. Y ¡Cómo duele! Pues también éstos son dichosos, si es porque fundan su vida en el amor.

Dichoso el perseguido por la calumnia, dichoso el perseguido por el rencor. Automático

Dichoso el perseguido sencillamente, porque funda su vida en el amor.

Dichoso el perseguido por los abusos de quien vive de espaldas a la verdad.

Dichoso el perseguido por los que nunca quieren ver cara a cara la realidad.

El hombre perseguido deja un camino abierto a cuantos hombres vienen detrás;

el hombre perseguido es un cautivo que al resto de los hombres da libertad.

Dichoso el perseguido porque camina poniendo a cada paso su corazón.

Dichoso el perseguido porque no quiere aceptar como suya otra opinión.

Dichoso el perseguido porque denuncia las cosas que quien miente quiere ocultar.

Dichoso el perseguido porque disculpa las miserias llamadas felicidad. Hacer CLIC

Cuando en esta bienaventuranza se dice que es dichoso quien es perseguido, se añade la razón. Se solía decir “por causa de la justicia”. Pero el problema es que la justicia se puede tomar en varios sentidos. Por eso resulta más exacto decir “por hacer el bien” o “por fidelidad a Jesucristo”. Quizá esto último quedaría lo más exacto. Cuando luego Jesús se dirija directamente a los apóstoles dirá que van a ser perseguidos “por mi causa”. Es decir, por ser fieles a la causa de Jesús.

Esta fidelidad al compromiso adquirido con Dios entra en el plan de Dios desde los antiguos profetas; pero luego se centra plenamente en Jesucristo y en la relación que debemos tener con Él. Es una relación de vida y fidelidad con Dios, sin faltar a la fidelidad debida a la humanidad. Quien sigue un poco la entrega a Dios desde las bienaventuranzas, podemos decir que ya ha hecho la opción de fidelidad a Dios desde la 1ª bienaventuranza.

Es importante señalar que lo que en las anteriores bienaventuranzas se suponía la fidelidad a Dios, en esta 8ª bienaventuranza se da una fidelidad más propia con Jesucristo, cuando Él enseña que van a ser perseguidos “por causa mía”: por la fidelidad que se debe tener al mismo Jesús, a su mensaje, a su opción por la pobreza, a renunciar a la idolatría del dinero. A la sociedad mundana, que está basada en el dinero y el poder, se le hace molesto el mensaje de Jesús. Y responde con la persecución.

La persecución contra las personas que siguen la opción de Jesucristo, muchas veces no es por la teoría, sino por las antipatías que surgen en la práctica. Y una de las prácticas que comprueban los malos perseguidores, hasta llegar a perseguir con la muerte, es que los que siguen a Jesucristo no se suelen envalentonar ni responder con golpes ni siquiera con palabras. Y esto les impulsa más a proseguir.

En el evangelio de san Lucas, en el cap. 21, desde el v. 12 les habla Jesús a los apóstoles, y a todo el que vaya a ser discípulo suyo, sobre las persecuciones que vendrán. El hecho es que algunas persecuciones no vendrán sólo de gente extraña, sino hasta de la propia familia (vers. 16). Y termina dando una razón de victoria. Dice: “Con vuestro aguante conseguiréis la vida”. O: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. O: “Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas”.

Es decir, que para vencer en la persecución, Jesús nos invita a tener “paciencia”, la verdadera, la que es virtud. Esto propiamente es más valeroso, en términos de fe, que decir simplemente: aguante o perseverancia. Esta paciencia, de que habla aquí Jesús, es diferente de quien es calmoso por temperamento. Porque los hay que parece que no saben reaccionar ante los acontecimientos y tampoco ante la persecución. Suele decirse que tienen una personalidad negativa. Son gente despreocupada.

El verdadero discípulo de Jesucristo debe tener vitalidad para buscar con energía el bien y la paz. No son lo mismo, como vimos no hace mucho, otras personas que se preparan como para ser insensibles a los diferentes acontecimientos. Algunos de estos suelen decir que lo único real es el espíritu y lo único que les interesa es vivir como fuera de las cosas. Es algo simplemente material, como subjetivo. Pero la verdadera paciencia, de que habla Jesucristo es otra cosa, es una virtud que nos une más con Dios.

La verdadera paciencia cristiana proviene de la convicción de que somos creaturas de Dios. Somos propiedad de Dios y sin Él no podemos hacer nada y por lo tanto descansamos en sus manos y ponemos en su ser todas nuestras aspiraciones y preocupaciones. Es una consecuencia de lo que hemos hablado otras veces sobre el “abandono en Dios”, como ya decían los salmos: “En tus manos, Señor, están mis días”. Si una persona tiene este gran sentimiento, se deduce que tenga lo que normalmente se entienda por tener paciencia.

Debemos vivir siempre bajo esta realidad de que Dios es el dueño del tiempo y que controla los acontecimientos, en cuanto que no tenga que forzar la libertad humana, concedida por Él. Por eso, aunque las cosas no vayan como humanamente quisiéramos, debemos tener paciencia. Y poder decir, como decía santa Teresa de Ávila: Nada te turbe, nada te espante… LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA.

Nada t e t u r b e, Automático

Nada te espante.

Quien a Dios tiene

nada le f a l t a.



Todo se pasa,


La paciencia

t o d o l o a l c a n z a.


Nada te espante

Sólo Dios



Que María, ante su Hijo muerto, nos induzca a participar de su gran fe y amor. AMÉN
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