4 16 Bienaventuranzas 12 5 bienaventuranza Bienaventurados los

4ª 16 Bienaventuranzas 12 5ª bienaventuranza: Bienaventurados los misericordiosos

La 5ª bienaventuranza es: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» . En algunas otras bienaventuranzas vimos cómo hay diversas traducciones en la Biblia; pero en ésta suelen decir lo mismo. Alguno traduce: Dichosos los compasivos. Y alguno: Dichosos los que prestan ayuda, porque ellos recibirán ayuda. Parece lo mismo, pero no lo es exactamente. Por eso debemos determinar quienes son los «misericordiosos»

Propiamente la misericordia es una virtud divina, pues hay virtudes que no pueden estar en Dios, como la humildad, que es propia de la creatura con respecto a Dios. Y así otras. Pero la misericordia es esencialmente divina, aunque nosotros debemos tenerla por la unión con Dios mediante la Gracia. Es como si fuese una definición de Dios, algo así como san Juan cuando dijo: «Dios es amor» . El amor de Dios es misericordia.

En el Ant. Testamento hay un suceso donde, según los técnicos, se da la principal definición de cómo es Dios. Es en el Éxodo 34. Dios había mandado a Moisés que subiera solo a la montaña. El Señor pasó ante él proclamando: «el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel, que conserva la misericordia hasta la milésima generación…» Este es el Dios verdadero. No es tanto el Dios de los ejércitos, grande y todopoderoso, que también lo es. A Él parece que le gusta más llamarse Dios lleno de misericordia.

La misericordia es lo específico de Dios, con la que se inclina hacia nosotros. Entre los salmos, en este tema de la misericordia descuella el 103. Va exponiendo las grandes misericordias de Dios: «Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te rodea con su misericordia y su cariño» . Y más adelante dice: «El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia» . Y Dios hace un pacto con Moisés, pacto de misericordia.

Cristo, al encarnarse, es como la encarnación de la misericordia de Dios. Esta misericordia de Dios es parte integrante de la revelación cristiana. Estaba, como vimos, en el Ant. Testamento; pero parece como que no lo querían ver. A Dios se le solía ver como algo lejano, indiferente. Pero la verdad es que «el Dios compasivo» estaba siempre pendiente de su pueblo y le recordaba el pacto realizado «con vuestros padres» (Deut 4, 31).

Los israelitas, hasta llegar a Jesús, normalmente buscaban corresponder a las misericordias de Dios con acciones externas; no miraban la parte interna, la correspondencia con el corazón. Algunos correspondían externamente de modo que llevaban cajitas atadas, principalmente en la muñeca, en las que metían diversos papelitos. Muchas veces era lo que llamaban el «Shemá Israel» : “Escucha Israel, el Señor… Amarás al Señor…”

El hecho es que se quedaban en el ámbito externo que, como los fariseos, lo prodigaban no sólo en su vestido y las cajitas atadas, sino que también lo escribían en las jambas de sus puertas y se lo enseñaban los padres a los hijos; pero no aprendían la verdadera misericordia de Dios, ya que para ellos sólo ofrecían misericordia a los suyos, los de su nación o su religión.

Los profetas también hablaban del amor compasivo de Dios a su pueblo. Algunos para representar el amor misericordioso de Dios lo asemejaban al tierno amor de los esposos. De una manera especial el profeta Oseas. Este profeta es quien dijo la frase que luego en diversos momentos repitió Jesús: «Misericordia Oseas quiero, no y Gomer sacrificios» (u ofrendas). Y Jeremías proclamaba lo que decía Dios a su pueblo: «Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia para contigo» .

Con amor eterno te amo. Automático

Por eso derramaré mi gracia en ti.

Con misericordia serás reconstruida

y siempre, con ternura, te amaré.

Así dice el Señor: Te sanaré, curaré tus heridas,

lleno de amor por ti, cuido tu vida.

Así dice el Señor: Cantarás salmos de alabanza,

rebosante de gozo, danzarás.


Por eso derramaré mi gracia en ti.

Con misericordia serás reconstruida

y siempre, con ternura, te amaré.

Con amor eterno te amo. Hacer CLIC

Toda la vida de Jesucristo es una muestra de la misericordia divina y es una invitación para que busquemos tener, en el mayor grado posible la misericordia afectiva y efectiva. Así aparece en los 4 evangelios, aunque el de san Lucas se llama, como más explícitamente «el evangelio de la misericordia» . También Jesús, en el siglo pasado, hizo unas revelaciones especiales a santa Faustina Kowalska sobre que la principal prerrogativa de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Por eso debemos acudir confianza.

Decía que el evangelio de san Lucas es el que más trata sobre la misericordia, porque san Lucas, al ser de origen griego, acompañó a san Pablo por aquellas regiones. Y se dio cuenta de que en lo social los ricos eran más ricos y los pobres eran más pobres. Y le impactaron más las palabras que Jesús dice sobre este problema y especialmente todo lo que se refiere a la misericordia.

Y entre las enseñanzas que da Jesús, lo principal es su propia vida: Cómo viviendo pobremente, desarrolla ampliamente la misericordia y el perdón. Si critica más duramente a los fariseos es precisamente por su falta de misericordia. Jesús acoge a los atribulados y perdona a los que están clavándole en la cruz. Con ello nos invita a nosotros a la misericordia y al perdón.

Jesús manifestaba su misericordia ante tantos desvalidos que se le acercaban pidiendo ayuda. Jesús tiene un sentido de cercanía ante todo aquel que sufre, y consuela y da alivio. Eso solo no es la misericordia. Por eso los que traducen, en vez de «Bienaventurados los misericordiosos» , diciendo «Bienaventurados los que prestan ayuda» , no es exacto, porque se puede prestar ayuda sin amor o con poco amor.

Así que tenemos una característica especial de la misericordia cristiana. Es el amor. Hay muchas personas que hacen obras, y quizá grandes, en favor de otros, que son obras de filantropía. Son personas que sienten el mal de otros, especialmente en grandes desgracias. Pero quizá no piensan en Dios, sino que lo hacen por mero humanismo. Dios verá su labor. La misericordia cristiana, y mucho más la divina, está plenamente unida al amor, un amor que es sobrenatural y está íntimamente unido a la Gracia.

No es lo mismo amor que misericordia, porque para que haya misericordia debe haber alguna miseria. Así que la misericordia es el amor volcado hacia la miseria. En el cielo por lo tanto no puede haber ya misericordia, sino mucho amor. Igualmente antes de la creación había infinito amor entre las tres personas de la Stma. Trinidad. La misericordia comenzó cuando comenzaron las miserias por culpa de los pecados.

La misericordia y la compasión se parecen, pero se pueden distinguir. Compasión es padecer-con una persona que está en alguna desgracia, sea material o espiritual (la mayor desgracia es el pecado). La misericordia no sólo se compadece, sino que busca una solución: quitar la miseria, especialmente el pecado. Y esto es lo que hacía Jesús. Por eso les repetía a los fariseos lo del profeta: «Misericordia quiero» y no actos de culto vacíos de amor hacia Dios y hacia los demás.

La misericordia, para que sea seguidora de Jesucristo, necesita unas cualidades. La primera, que sea cristiana. Es decir, siguiendo las enseñanzas y la persona de Jesucristo. Por eso recordamos lo que nos dice el evangelio de san Mateo, en el cap. 25, cuando el día del juicio nos pedirá cuentas si al hacer el bien, le hemos visto a Él al ayudar a un necesitado. Esa es la gran diferencia de una misericordia sólo humana a una misericordia cristiana: si ha sido hecha sólo por sentimiento humano o ha sido por amor.

Otra característica de la misericordia es que sea eficaz. Debe manifestarse en las obras. Si no es así, se quedaría en mera compasión vana. Sobre lo que se puede hacer, recordamos las 7 obras corporales y las 7 obras espirituales de la misericordia, como vimos al tratar sobre la caridad. Pero hay muchas otras clases de misericordia y para diversos niveles de vida. Por ejemplo, para los que tienen dinero el rescatar prisioneros o cautivos, como se dedicaban algunos santos, pidiendo limosnas.

Vuelvo a repetir que: para que sea una verdadera misericordia, virtud que nos santifica porque nos une a Jesucristo, debe ser hecha con amor, con un verdadero amor sobrenatural. Porque sin amor no valdría para la vida eterna. Y recordamos las palabras de san Pablo en 1 Cor 13 cuando dice: Si tuviese una fe que moviera montañas, si tuviese talento y no tuviese AMOR, si todos los misterios del mundo desvelara, sin AMOR no me sirve de nada. . . y nada soy.

Si tuviese una fe que moviera montañas, Automático

si tuviese talento y no tuviese AMOR,

si todos los misterios del mundo desvelara,

sin AMOR no me sirve de nada. . . y nada soy.

Si yo hablase las lenguas del mundo y de los ángeles,

si entregase mi vida y no tuviese AMOR,

si yo diera mis bienes a huérfanos y pobres,

sin AMOR no me sirve de nada. . . y nada soy.

Si yo hiciera milagros, si yo hiciera prodigios,

si yo fuese profeta y no tuviese AMOR,

si a todos los humanos a Dios los acercara,

sin AMOR no me sirve de nada. . . y nada soy.

Sin AMOR, es el hombre campana que repica,


Sin AMOR, es el hombre trompeta que ensordece,

aunque es hueca e inútil la fuerza de su voz. Hacer CLIC

Una de las obras de misericordia importante es perdonar las injurias. Y a veces perdonar deudas. Y recordamos aquella parábola en el evangelio de un empleado que debía mucho dinero al rey, dinero que no tenía. Y el rey le perdonó todo; pero luego no quiso perdonar una pequeña cantidad que le debía un compañero. Y el rey le dijo: ¿No debías haber tenido compasión de tu compañero como yo la tuve contigo? Es lo que nos dirá Jesús, si no le imitamos en su misericordia.

Debemos actuar con misericordia como Él lo hace con nosotros. Por eso nos enseñó a decir en el Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» . Cuando se nos habla del Juicio Final en el que Jesús nos recordará si hemos hecho o no obras de misericordia, se ponen algunas en concreto; pero lo importante es tener la actitud de la misericordia, que es lo que importa en las bienaventuranzas: tener esa inclinación de querer solucionar algo según nuestras posibilidades.

Otra de las características de la misericordia es la generosidad: ser capaz hasta de imponerse privaciones o sacrificios. Así que la buena misericordia debe ser desinteresada: socorrer al necesitado (o miserable) no porque lo merezca, sino porque es nuestro prójimo, por amor a Jesús. Recordamos que los antiguos israelitas estaban enseñados a socorrer, pero sólo a los suyos; pero Jesús nos enseña a socorrer aun a los que nos desprecian o persiguen.

Otra característica de la verdadera misericordia es que debe ser universal. Es decir, que no esté limitada a los vínculos de la sangre o de la nación, sino que se extienda a toda la humanidad, en cuanto sea posible. Por lo tanto también a los pecadores y los enemigos. Y debe ser constante, según lo que nos dijo Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso» .

En el evangelio hay un ejemplo maravilloso de misericordia, que es en la parábola del buen samaritano: Un hombre, que va de viaje, es maltratado y dejado medio muerto. Y pasa un sacerdote de los que ofrecían los sacrificios en el templo. Quizá tenía prisa; pero antes de la prisa está la misericordia. Pasa. Y luego pasa un levita. Pero un samaritano, a quien tienen por enemigo político, se pone a curarle, le lleva a la posada, paga para que le cuiden… Es el ejemplo que nos pone Jesús para actuar con misericordia.

Estos que actúan con misericordia ¿Qué premio obtendrán? Jesús nos dice: «alcanzarán misericordia» . Jesús dice, según los evangelios: «La medida que uséis, la usarán con vosotros» . Alguno pregunta: ¿No se compadece Dios de nuestras miserias? Sí ciertamente; pero resulta que en esta vida Dios quiere que hagamos méritos para que Él nos dé más gloria. Por lo tanto Él nos da según nosotros damos a los demás. No en igualdad sino en proporción.

Explico esto que acabo de decir: Dios nos va a dar según nosotros demos. Pobres de nosotros si Dios nos diera en igualdad. Poco íbamos a recibir. Dios nos dice que nos va a dar en proporción: Si por un poco que demos, Él nos da bastante o mucho; Si nosotros damos mucho, Él nos dará muchísimo. ¡Cuánto dará a los que dan todo y con todo su ser! Dios sólo quiere vernos con la mano tendida hacia el indigente para darnos muchísimo más. Hasta por un vaso de agua que se dé con amor, Jesús nos promete el reino de los cielos.

Se cuenta de san Antonino, arzobispo de Florencia, que era muy dadivoso: daba todo lo que tenía y a veces no podía dar por no tener. Un campesino pobre le regaló un día una cesta de fruta. El santo le quiso dar una propina; pero no tenía nada para darle, y sólo pudo decirle: «Que Dios se lo pague» . El campesino se fue triste porque esperaba una propina. Alguien le dijo que pusiera en una balanza otra cesta de fruta en contraposición de un papel donde estaba escrito «que Dios se lo pague» . Y la balanza se hundió donde el papel. Dios quiso hacer este milagro para honrar al santo y que se supiera que Dios paga mucho más.

El premio a la misericordia será sobre todo en el más allá; pero el misericordioso experimenta ya aquí la dicha de saberse amado por Dios, correspondiendo al amor del que ha dado con misericordia. Y Dios ayuda a la comunidad que ayuda. Ayudemos con la certeza de que Dios nos corresponderá en abundancia, sabiendo que la misericordia de Dios nos abraza continuamente, porque Él camina con nosotros en esta vida hasta que nos diga: Venid, benditos al reino eterno.

Si queremos estar muy cerca de Dios ahora y para siempre, hagamos como los que tienen y nunca se olvidan que a otros les falta, o los que nunca usaron la fuerza sino la razón, o los que dan una mano y ayudan a los que han caído. Por ellos podemos cantar ¡Aleluya! alabando al Señor para siempre. Esa será la gran misericordia que recibirán los misericordiosos.

Los que tienen y nunca se olvidan que a otros les falta. Automático

Los que nunca usaron la fuerza sino la razón.

Los que dan una mano y ayudan a los que han caído.

Esa gente es feliz porque vive muy cerca de Dios.

Los que ponen en todas las cosas amor y justicia.

Los que nunca sembraron el odio, tampoco el dolor.

Los que dan y no piensan jamás en su recompensa.

Esa gente es feliz porque vive muy cerca de Dios.

Los que son generosos y dan de su pan un pedazo.

Los que siempre trabajan pensando en un mundo mejor.

Los que están liberados de todas sus ambiciones.

Esa gente es feliz porque vive muy cerca de Dios.

Aleluia,

Por esa gente que vive y que siente en su vida el amor. AMÉN
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